Capítulo 1
Han pasado tres meses,
pero como cualquier otro día, está tumbada en su cama, piensa y recuerda aquellos
momentos que no olvidará, ríe y llora a la vez no puede soportarlo un minuto
más… Alza la cabeza, sus ojos hinchados y rojos es lo primero que ve en el
espejo de enfrente de su cama. Se levanta despacio y se dirige a él. Se mira
pensativa. En estas semanas ha cambiado, más por dentro que por fuera.
Lucía
es una chica muy alegre y simpática que no deja de sonreír nunca, es humilde y
ayuda a quien lo necesita, a la vez es dulce y le da mucha importancia a sus
sentimientos, pero también es cabezota y defiende sus ideas de tal manera que
ella lleva razón sí o sí.
Su
pelo es castaño y ondulado con ese brillo que no se consigue fácilmente, sus
ojos marrones y grandes con esas pestañas tan largas nunca pasan
desapercibidos, la nariz es pequeña y le da un toque infantil a su cara y sus
labios grandes y carnosos son la perdición de cualquier chico.
Pero aunque sea muy
guapa, Lucía no está demasiado contenta con su aspecto, o mejor dicho, con su cuerpo. Esto se debe a
que todas sus amigas tienen un tipito impresionante y ella es la más rellenita
del grupo. Sus amigas le dicen que está bien, pero no es así, la realidad es
otra; ella sabe que si le dicen eso es porque la quieren y no desean verla
sufrir, y aunque no piensa demasiado en ello, siempre lleva esa preocupación en
la mente.
Lucía
deja de mirar su reflejo en el espejo, parece que llaman al móvil, sí, la
melodía confirma que es Carol la que está al otro lado de la línea. Lucía no
tiene demasiadas ganas de contestar, pero reconoce que hablar con su amiga le
vendrá bastante bien.
-¡Hola Lucía!
-Hola…
-Oye, hemos quedado a las seis donde siempre para tomar un
café, ¿te recogen las otras?
-No se… No tengo muchas ganas de salir…
-¿Y eso? ¿Por qué? ¿No me
dirás que es por lo mismo otra vez?
Lucía
asiente; segundos de silencio; y aunque Carol no la vea sabe que la respuesta
ha sido sí.
-Vamos Lucía, no te
puedes pasar todo el día encerrada en tu habitación pensando en lo mismo,
tienes que salir, despejarte y pasarlo bien sobre todo hoy que es sábado. Sabes
que estamos igual, a mí también me ha pasado…Si es que… ¡somos las dos iguales!
Lucía
sonríe, su amiga lleva razón tiene que salir.
-Bueno… vale, salgo…
-¡Bien!
-Jaja. Nos vemos luego ¿vale?
-Vale, un besito, pero luego bajaré a tu casa un rato antes,
¿vale?
-Ok ¡Un beso!
Cuelgan. Lucía está más
relajada y se ha olvidado por un rato. No sabe que ponerse, además tiene el
armario muy desordenado; pero hay que
arreglarse y ponerse en condiciones, hoy quiere pasarlo bien.
A las cinco en punto
llaman al timbre. Lucía abre. Sus padres se han ido de compras y tienen tiempo
suficiente para todo. Carol ya viene arreglada, siempre con algo de estreno:
una diadema, una falda, una camisa, un pantalón… lo que sea.
-¡Hola!
¡Qué guapa Lucía!
Sonríen.
Lucía sabe la pregunta que viene ahora.
-¿Qué
te pasaba cuando te he llamado? Es por lo de siempre ¿no?
Lo
sabía. Lucía asiente tímidamente.
-Puff… Otra vez con Mario
en la cabeza… no se te olvida, ¿verdad?
Una lágrima resbala por
la mejilla de Lucía y Carol la abraza dulcemente. Sabe por lo que está pasando;
hace unos meses a ella le pasó algo parecido, su novio rompió con ella, y Carol
lo está pasando incluso peor que Lucía, por eso las dos se apoyan mutuamente.
Y es que la relación que
Lucía tuvo con Mario fue inolvidable; y aunque durara poco, fue el tiempo
suficiente para que se enamorara de él
Suben al dormitorio, y
Carol la intenta consolar, es muy buena amiga y sabe por lo que Lucía está
pasando.
Carol es una chica muy segura de sí misma, no le da
vergüenza nada, pero aunque parezca muy extrovertida es muy niña por dentro,
solo las personas que la conocen bien lo saben. Es alta, con el pelo entre una
mezcla de rubio y castaño cortado en forma de melena.
A
las seis y un poco más Catie, Gabi y Alex llegan justo a tiempo
Catie
es una persona reservada, no suele mostrar mucho sus sentimientos, pero es
agradable y gusta estar con ella. Es delgada más de lo que le gustaría, con el
pelo castaño, de un castaño claro y normalmente suele llevarlo liso.
Gabi
es una chica muy alegre e inteligente y cariñosa como la que más. Tiene el pelo
castaño muy oscuro, un día la ves con el pelo liso y al siguiente rizado.
Alex
es alegre, simpática y muy soñadora. Tiene mucha confianza en los demás y le
importa demasiado lo que opinen de ella. De las más altas del grupo, tiene el
pelo castaño y liso, muy liso. Su mirada transmite bastante a la hora de hablar
de sus sentimientos.
Las cuatros salen de la casa de Lucía y se dirigen al lugar
donde han quedado con las demás.
Lisa,
Rosi y Alicia ya están allí.
Lisa es la más graciosa y divertida. Es muy sociable, le encanta
relacionarse con los demás y suele llevarse bien con todo el mundo. Tiene el
pelo castaño oscuro y rizado, muy pero que muy rizado.
Rosi
es una de las más bajitas del grupo. Es una persona muy segura de sí misma y a
la que no le importa lo que digan los demás, tan solo lo que opinen las
personas que la quieren. Es una chica simpática y alegre que sabe pasárselo
como nadie. Tiene el pelo rubio y corto.
Alicia es la más bajita pero la más sensata y con los pies
en la tierra. Siempre sabe diferenciar entre lo bueno y lo malo, y hace que las
demás a veces se replanten las cosas para bien. Se preocupa por las personas
que le importan ya que todos los que la conocen le tiene mucho cariño. Tiene el
pelo castaño y ondulado.
Se
saludan y deciden ir a una cafetería cercana para hablar mientras toman un
capuchino.
-Bueno
chicas, ¿hay algo nuevo?-como siempre, es Alicia la que abre la conversación.
La hora transcurre con normalidad el capuchino y la charla
en la que se lo cuentan todo.
Pero esta vez Lucía no está demasiado integrada, está sumida
en sus pensamientos y no habla demasiado, Lisa se da cuenta y le pregunta que
si va al baño con ella. Lucía asiente y las dos se levantan.
-Ya
venimos.
Entran
en el cuarto de baño.
-¿Pero qué te pasa?
-Nada…
-Vamos no me vengas con esas.
-Es por Mario.
-¡Pero
Lucía! ¿Me estás diciendo que te estás amargando por un tío que es como todos y
que no merece la pena?¡Vamos, vamos, vamos!
Lucía
sonríe le hace gracia la forma es que su amiga muestra su indignación.
-Ya
lo sé, pero no puedo hacer nada más, he intentado sacármelo de la cabeza,
¡¡sabes que lo he intentado!! Estos tres meses sufriendo, viéndolo pasar,
resignarme a no mirarlo, no hablar con él por ninguna red social, lo he
intentado pero no ha funcionado…Lo quiero de tal manera que no puedo olvidarlo…
Lucía
ha vuelto a ponerse nerviosa. Otra vez esa lágrima que cae y tras ella otra,
Lisa la calma nunca había visto a su amiga así.
-Tranquila,
no quería presionarte para que lo recordaras otra vez; lo siento-Lisa le da un
beso en la mejilla-Vamos, las demás se estarán preguntando dónde nos hemos
metido.
Lucía se tranquiliza, sabe que su amiga no ha tenido la
culpa de que ella se haya puesto así.
Salen de la cafetería y como todos los sábados antes de
salir por la noche, se dirigen a los recreativos. Partida al futbolín como
siempre, fotos por aquí y por allá, con todo el mundo.
Por fin ve a Ilde. Necesitaba hablar con él.
Ilde es el mejor amigo de Lucía. Llevan juntos desde la
infancia y se lo cuentan todo. Ilde es
un chico muy simpático, amable y muy inteligente. Desde siempre la gente lo ha
calificado como “gay” porque además de llevarse bien con los chicos se lleva
bien con las chicas y no es de esos que van de chulos por la vida y que no
estudian y Lucía siempre lo ha defendido en este aspecto, porque sabe que los demás no
llevan razón.
-¡Hola! ¿Qué haces?
-Pues mira aquí con estos que están todo el día echándose
fotos, ¿y tú?
-Aquí, con estas…-un suspiro
-¿Qué te pasa?
-Mario, eso es lo que me pasa…
-¡¿Otra vez?! Lo sigues queriendo, pero es que no lo
entiendo, ¡que hace tres meses que lo dejasteis!
-Claro pero es que para vosotros no es igual, vosotros
rompéis con una chica y ala ya está, olvidada; y en cambio a nosotras no nos
pasa lo mismo, nosotras recordamos cada momento que pasamos juntos como si
fuera ayer. No lo comprendéis, no tenéis cabeza para eso.
-Sí, si lo que tu digas, si al final va a resultar que todos
somos iguales de tontos.
-A ver eso fijo. Pero todos iguales en ese sentido no… Todos
iguales ¡en que sois unos cabrones con las tías!
-¡Oooh...! Me ofendes...- Ilde hace una mueca
-Vamos los dos sabemos que tú no eres así.- Lucía le hace
burla y se da media vuelta.- Me voy mis amigas van para la plazoleta, ¡luego
hablamos por WhatsApp!
-¡Vale!-Contesta Ilde.-“Nunca cambiará”- piensa mientras
sonríe
Vuelve a mirar a su amigo y se despide de él con la mano,
pero en el mismo instante en que vuelve la mirada al frente para volver con sus
amigas, ahí está él… tan guapo, como siempre, con esa sonrisa que tanto la
enamora y con sus típicas bromas de amigos. Mario, ese es el nombre que no para
en la cabeza de Lucía, ese chico que la atrapó de tal manera y que hoy por
hoy sigue pensando en él.
Lucía camina y pasa a su lado, como si nada, ni siquiera la
ha mirado, ella lo sabe y la única manera que tiene para aparentar que a ella
tampoco le importa es la indiferencia.
Mario tiene un año más que Lucía, es un chico alto. Tiene
mucha fuerza y aunque no es tan guapo como los chicos aclamados por todas, para
Lucía eso no es un inconveniente, porque no todo tiene que ver con la belleza
(por lo menos así lo piensa ella). Es un chico muy sociable y al que le encanta
relacionarse con los demás y conocer gente nueva, sus padres acaban de abrir
una cafetería cerca a los recreativos y eso le ayuda a conocer a todo el mundo.
Es divertido y sus bromas son constantes con los amigos. Le encanta el
baloncesto uno de sus deportes preferidos y que se le da genial, aparte de
claro está el fútbol.
-Venga nenes, vamos a jugar ya al futbolín, ¡que hoy os
vamos a pegar un palizón!
-Qué fe tienes Miguel
-Si lo que tú digas, jaja, ¡venga Mario díselo!
-Eh… Han si, pues claro…
-Pero tío, ¿qué te pasa?
-Nada déjalo… Vamos a jugar a ver si me despejo un rato…
Mario está distraído y Miguel no sabe por lo que es, o mejor
dicho si lo sabe pero no está seguro de si es por lo que él cree. Miguel es el
mejor amigo de Mario y lo conoce demasiado bien como para no saberlo.
Tras volver a casa con Carol después del café y los
recreativos, las dos se arreglan para la noche. Se duchan y cada una se viste a
su manera. Carol con la ropa que bajó esa tarde, y Lucía un vestido que tenía
guardado. Antes de salir un último retoque, se peinan y maquillan; pelo liso
para las dos, un poco de maquillaje, rímel y raya para los ojos y brillo en los
labios.
Pasa la noche entre bares y el pub en el que esa noche había
fiesta; y llega la hora de encerrarse. Entra en casa y el típico: “¿Dónde has
estado?” adormilado de mamá le reconforta. No tiene ganas de hablar con nadie;
está hecha polvo, ese último baile la ha destrozado y no ha sido lo único que
ha influido…Ver a Mario ha sido como un nuevo flechazo, otro desespero al notar
que nunca más podrá ser suyo. No sabe muy bien porque se ha puesto tan mal, lo
ve todos los días y siempre se había puesto un poco nostálgica, pero nunca de
aquella manera.
Se duerme rápido, está muy cansada, pero antes de conciliar
el sueño definitivamente, vuelve esa lágrima, una única y solitaria lágrima…
Capítulo 2
Un día nuevo, otro despertar. Anoche Lucía se despertó en
mitad de la oscuridad y como no podía aguantarlo un minuto más se hizo una
promesa a sí misma: “De ahora en adelante voy a intentar disfrutar la vida al
máximo, con mis amigos, con mis amigas, con mi familia; se acabó eso de estar
todo el santo día pensando en Mario; no ya no, nunca más.” No sabe muy bien si
lo cumplirá, para ser sinceros sabe que va a pensar en Mario y es normal pero
lo que no va hacer como ha dicho es pasarse el día pensando en él y no
disfrutar de lo que en realidad tiene.
Es domingo y como todos, sabe que hoy es día de descanso de
no hacer nada y pasar el tiempo con la familia. Por lo que llama a su primo, a
ver si va a subir al chalet para acompañarlo y pasar la mañana. Suben los dos
hablando de sus cosas.
Fer es el primo de Lucía. Tienen la misma edad, y es en el
que más confía de todos sus primos, han vivido experiencias juntos y eso los ha
unido, además de los muchos cambios, sobre todo para Fer, ya que ha encontrado
nuevos amigos y gente con quien sentirse como en realidad es él. Fue Lucía la
que le animó a que saliera con sus amigos, con los que ahora se lleva genial y
como si los conociera de siempre.
Está aburrido ya no sabe lo que hacer. Lleva toda la tarde
tocando la guitarra y conectado a WhatsApp. No aparece esa persona, no está en
línea.
Mario se pregunta que estará haciendo ella en este preciso
momento y mientras lo piensa no deja de rondar en su cabeza el nombre de otra
chica. No sabe por qué le pasa eso, esa chica que no deja de girar en su cabeza
es a la que lleva queriendo desde hace un año, pero no sabe si “querer” es la
palabra justa para decir lo que de verdad siente, porque ya no la ve igual que
antes, no ve a esa chica de la que él se enamoró. Sigue siendo ella, si, igual
que siempre, tan guapa, tan alegre, tan inexplicablemente única. Pero algo ha
cambiado y él sabe lo que es; quizás eso le ha influido pero piensa que si no
hubiera sucedido, ahora mismo estaría pensando exactamente igual, que ya no es
lo mismo que antes.
Además hay otra cosa que no lo deja dormir, esa chica a la
que lleva esperando toda la tarde para que se conecte y hablar con ella. La
conoce y muy bien, y le encanta ese punto infantil y juguetón que la
caracteriza, es muy guapa y le encanta verla sonreír.
-“Si
que es guapa…”-Mario se queda pensativo-¡Pero qué digo! ¿Desde cuándo he
empezado a pensar en ella? ¿Desde cuánto hace que me gusta?
Termina de cenar y como cada noche se sienta un rato en el
sofá con la familia para ver juntos ese programa que tanto les gusta.
Ya son más de las doce y como mañana hay clase es la hora
perfecta para irse a dormir, a si que Lucía sube a su dormitorio y antes de
acostarse revisa su perfil de Tuenti que tiene un poco abandonado, seguro que
no hay nada nuevo, pero por si acaso es mejor mirar. Lo sabía nada nuevo,
ninguna petición, ningún evento, nada ni un comentario. Pero antes de salirse,
algo la sobresalta, son los mensajes privados y al parecer le han mandado uno,
se sienta rápidamente y pincha en los mensajes. Lo empieza a leer pero la vista
se le pierde. Es otro de esos mensajes tipo cadena, dicen que si respondes a
unas preguntas y lo mandas a tantas personas, tu amor verdadero se te revelará;
está harta de ese tipo de mensajes, por eso lo borra inmediatamente. Aunque a
Lucía no le hará falta contestar a unas simples preguntas para algo que muy
pronto ocurrirá.
Está cansado y tiene sueño, Mario se acuesta en la cama pero
no se duerme, piensa otra vez en esa chica.
-Esta tarde no se ha conectado…- dice casi en un susurro.-
No sé porque pienso tanto en ella, ¿por qué no paro de mirar sus fotos, su
perfil, si está conectada…?
Es como si Mario estuviera descubriendo como es esa chica,
pero no sabe por qué; ya que la conoce
de sobra.
El tono de su móvil lo saca de sus pensamientos, es un
mensaje de Miguel.
-¿Qué querrá ahora?
-“¿Que te pasaba ayer cuando salimos?”.
-“Nada…”
-“No, nada no te pasaba, a si que cuéntamelo ”
-“Pero si ya sabes por lo que es…”
-“¿Es por lo k creo que es?”
-“No se lo que crees que es!”
-“¿Por lo de ella?”
-“Si… Es por eso, ¡ves como lo sabías!”
-“Si, ya; pero es que ¿te está empezando a gustar?”
-“Creo que si… Pero no lo sé seguro… Mañana te cuento, adiós”
-“Vale, adiós”
-Puff…
Son casi las siete y media.
Lucía no tiene demasiadas ganas de levantarse, por eso cuando son las
ocho menos veinticinco la voz de su madre hace que salte de la cama. Se mira en
el espejo, otro maldito grano a aparecido, se lava, se viste y se peina.
Cuando baja, el vaso de leche la está esperando, esa mañana
su madre tiene que ir a trabajar y va con mucha prisa.
Con la mochila a cuestas y carpeta en mano, coge el camino a
la casa de Alex con la que se sube cada mañana. Esperan a Catie que también se
sube con ellas.
Al llegar al instituto, dejan las mochilas en sus mesas y
Alex y Lucía se dirigen a la clase de sus amigas.
Alex se para porque David, su novio, viene detrás, por lo
que se quedan en el pasillo los dos.
Lucía en cambio va como cada mañana a la clase de sus amigas
con las que habla antes de empezar las clases.
-Y hoy el examen de lengua…-Se queja Lisa
-Sí, y dicen que es difícil-se lamenta Alicia.
-¿A ti como te salió Luci?-Pregunta Gabie
-Bueno… ¡es que era muy difícil!-contesta Lucía
-¡Pues lo llevo
claro!-como siempre Carol
Todas
ríen.
Para
cuando quiere darse cuenta son ya las ocho y veinticinco.
-¡Nenas que llego tarde!-Lucía se asusta cuando ve la hora
que es.
-¡Corre!-le
grita Catie
Va andando, sabe que la clase ya ha empezado porque Alex no
está en el pasillo con David, lo que significa que ya han entrado.
Mira su reloj y luego al frente; no, no puede ser… Mario
viene en sentido contrario. Intenta ignorarlo pero él la saluda y sonríe, Lucia
responde con un gesto de cabeza y también saca una sonrisilla.
Llama a la puerta.
-¿Se puede?
-Si entra, pero tienes un retraso…-ese es el maestro de
sociales, es un incordio con eso de los retrasos.
Pasan las dos primeras horas y cuando falta un minuto para
salir al recreo ya todos han recogido y esperan ansiosos el pitido de la alarma
para escabullirse.
Alex y Lucia esperan a sus amigas y como cada día bajan al
patio y se sientan en la alambrada de detrás de los árboles.
-¿Cómo os ha salido el exámen?-pregunta Lucia.
-¡De lujo!-dice Lisa ilusionada.
-Bien; era un poco difícil pero no era para tanto.
-Pues seguro que a ti te ha salido mejor que a mi Alicia.
-Vamos Gabi siempre dices lo mismo y luego sacas incluso
mejor nota que yo.
-Bueno parad ya de hablar del examen-exige Carol, al parecer
no le ha salido tan bien como imaginaba.-Menos mal que las vacaciones están al
caer…
-Es verdad, por fin ¡verano!-estalla Rosi que se acerca con un
gran bocadillo.
-Lo estoy deseando.-comenta Lucia entusiasmada.
-Haremos algo este verano ¿no?-pregunta Catie
-¿Tú
qué crees?-pregunta Alex asombrada-Catie deja esas soserías que no te pegan.
Todas estallan en carcajadas
Capitulo 3
Durante toda la mañana entregas de exámenes. Algunos
suspensos que parecen no importarles, otros aprobados por los pelos se
preguntan por qué no habrán estudiado más y los últimos felices de haber pasado
con buena nota. Las vacaciones están muy cerca y todos se preocupan por las
notas finales. Quedan pocos exámenes pero son los más difíciles, por eso es
importante empezar a estudiar con antelación.
Lucía invierte la tarde en empezar a estudiar la asignatura
de Historia, por lo que se aparta del ordenador, deja el móvil a un lado y se
conciencia de que este puede ser el examen que la lleve a sacar sobresaliente
en la nota final.
Llegan las siete y
decide hacer un descanso, conecta el móvil a la Wifi, ningún WhatsApp, así que
va directa a Twitter, mientras se carga baja a por algo para merendar, cuando
regresa el pitido del Wa la sobresalta.
Se sienta tranquilamente pero se pone de los nervios cuando
ve quién es la persona que le ha hablado.
-Eiii…
-Hola
-¿Qué pasa?
-Pues na aquí estaba estudiando un poco, ¿y tú?
-¿Estudiando? Jajaja yo aquí en mi cafetería…
Mario se muestra muy alegre, contento; y a Lucía eso le
extraña un poco. Lleva sin hablar con él ¿cómo cuánto, dos meses? Si, quizá
más. Pero para ser sinceros Lucía esta contentísima con que Mario le haya hablado
después de tanto tiempo, aunque como ha percibido es raro. Primero el saludo en
el pasillo (nunca la saluda en el instituto) y después hablar con él por Wa,
¿qué está pasando aquí?
Se tiran hasta las ocho y media hablando, se cuentan las cosas
que han pasado en estos últimos meses. Lucía tiene que irse y se despide de él,
pero espera para ver lo que Mario le pone.
-Bueno me tengo que ir, hablamos luego.
-Vale, adiós… Besos
¿¡¿Besos?!? Ahora sí que pasa algo, pero Lucía lo deja
correr, no piensa que pase nada, concluye imaginándose que Mario le ha hablado
porque no había nadie más con el que conversar.
Se acuesta feliz, sin saber porque se siente así y está
segura que esta noche no va a dejar caer ninguna lágrima.
Mete la llave en la cerradura y abre la puerta de la casa.
Está demasiado cansado para hacer algo más, lleva todo el día metido en su
cafetería trabajando, sus padres se han quedado para cerrar pero él no
aguantaba más y decide marcharse ya a casa. Son más de las doce de la noche
pero antes de acostarse le apetece escuchar un poco de música.
Mira en sus listas y encuentra una canción que hace mucho
que no escuchaba. Play.
“Toc, toc, toc, a la puerta tocó nuevamente el amor, no sé
si dejarlo entrar no sé si deba mejor
decirle adiós…” Le gusta bastante esa canción y no sabe porque lleva tanto
tiempo sin escucharla, y luego recuerda algo; ella fue quien se la recomendó,
fue ella quien la tenía en su estado y en la que él se fijó.
Ha hablado con ella esta tarde, parecía que hubieran vuelto
a congeniar después de tanto tiempo sin mirarse siquiera. No sabe si puede
llegar a gustarle de verdad, se ha planteado la posibilidad pero no está seguro
de ello, lo ha hablado con Miguel y le ha dicho que mejor que no haga nada, que
lo deje estar, que si le gusta pues ya está que no le pida salir, porque sabe
lo que puede pasar y puede hacer mucho daño, pero Mario no tiene nada seguro,
por eso se va a esperar va a seguir el consejo de su amigo, dejarlo estar
porque no tiene ni idea de lo que siente.
Elije unas cuantas canciones más, pero antes de llegar a escuchar
la quinta se duerme profundamente.
-Mario despierta, Mario…
-¿Qué? ¿Mamá…? ¿Qué hora es?
-Son las dos de la madrugada, tu padre y yo acabamos de
venir de la cafetería y he subido para ver si todavía estabas despierto.
-Pues no, no estaba despierto.
-Ya, siento haberte despertado.
-Puff…
-Tu hermano me había dicho que te habías venido antes porque
estabas cansado.
-Si es verdad, y me he quedado dormido.
-Ya, y sin quitarte siquiera la ropa, hasta llevas la
libretilla en el bolsillo de la camiseta.
-Joder… si es verdad, bueno ahora me cambio y me acuesto
otra vez.
-Anda sí. Bueno hasta mañana.
-Adiós…
Su madre cierra la puerta. Mario se cambia y se recuesta en
la cama, ahora no consigue dormirse, ha mirado el móvil y ese mensaje… No es
precisamente lo último que esperaba ver esa noche.
Capítulo 4
Quedan dos días, por fin. Todo el mundo desea que llegue el
último día, salir corriendo de allí, y aunque ya empieza a faltar bastante
gente, todavía quedan algunas personas
que asisten a las últimas clases.
-“La verdad no sé porque estamos aquí. Porque no hacemos
nada, los libros ya están entregados y los profesores y profesoras están
deseando que nos larguemos ya…”- es lo que piensa Lucía que está sentada en el
suelo al lado de la puerta trasera hablando con Alex y algunas compañeras más.
Empieza a notarse también el calor y como en el instituto no
hay ni un mísero ventilador las soluciones hay que buscarlas como sea, sentarse
en el suelo fresquito, hacerte tu propio abanico con una hoja de papel, cosas
así. El maestro está sentado en su silla y parece no importarle lo que hagan
los alumnos y alumnas, más de uno o dos de otras clases se han pasado ya por
allí y se han sentado un rato en el pasillo para hablar con ellos.
Se pasan la hora hablando. Comentado los noviazgos nuevos
del instituto, las rupturas, los cuernos, los líos, las peleas recientes, las
últimas expulsiones… y el pitido de la alarma los sobresalta, ni se han dado
cuenta de que es el cambio de clase.
Queda la última hora y por fin se acaba otra mañana de
instituto. Solo queda un día, de clase ya que pasado mañana empieza el verano.
Al salir las chicas deciden quedar esa tarde para dar una
vuelta, al no tener deberes ni nada que hacer se aburren mucho en su casa y lo
mejor es salir por ahí.
Lucía llega a su casa, pero hoy no llega tan cansada como
otros días, la verdad es que no ha hecho nada en el instituto y se ha bajado
hablando tranquilamente por el camino con sus amigas.
Llegan las 6 y media y como habían quedado Gabi y Catie la
recogen. Alex no sale al parecer no tenía demasiadas ganas. Lucía no comprende
a veces a Alex; últimamente se está alejando bastante de sus amigas y ya no les
cuenta las mismas cosas que antes ni sale todos los fines de semana con ellas.
Salen de su casa y se dirigen a la plazoleta, el lugar en el
que se reúnen siempre que quedan. Además de las chicas Leo y Diego también están allí.
Leo y Diego son dos de los mejores amigos de las chicas. Llevan
juntos desde pequeños y han ido creciendo poco a poco. Son muy diferentes a su
manera, pero los dos juntos son una bomba de relojería, aunque son con los que
mejor se lo pasan.
-¡Cucha si han venido también Zipi y Zape!-comenta Lucía al
verlos.
-Pero, ¿tú eres tonta?-contesta Diego bruscamente y a
continuación le propina un puñetazo en el brazo, a lo que le sigue una media
sonrisa que solo él sabe poner.
Todos ríen. Zipi y Zape es el apodo que las chicas le
pusieron cuando eran pequeños porque nunca se separaban y aún ahora que han
crecido algunas veces se lo dicen de cachondeo porque saben que no les gusta y
les hacen rabiar.
Cogen el camino hacia la tienda de golosinas mientras
deciden adonde ir. Al final van a un parque que acaban de poner nuevo.
Pasan la tarde entre risas, entre bromas y noticias nuevas.
Y cuando llega la hora todos se van cada uno para su casa.
La melodía empieza a sonar en el móvil de Lucía que coge
tranquilamente el móvil, sabe que va a dejar de sonar en cualquier momento. La
melodía cesa al instante, como predecía Lucía era un toque, pero no se espera
en absoluto de quién es.
El nombre de Mario
aparece en la pantalla y Lucía se queda boquiabierta cuando lee su nombre, las
demás la observan perplejas, se preguntan qué es lo que Lucía ha visto para que
se haya quedado de esa manera. Lucía les enseña el móvil y las otras también se
sorprenden al ver en la pantalla una llamada perdida de Mario. Alicia es la
primera en reaccionar.
-¿No pensaras contestarle
no?
Lucía se queda callada y
ahora son las demás las que saltan.
-¡¡LUCÍA!!-gritan todas a la vez.
-¡Que no le voy a contestar! Os pensáis que soy tonta ¿o
qué?
-Pues la verdad es que
si...- contesta Carol a risotadas, mientras que sale corriendo para que la
pierna de Lucía no alcance su trasero. Y una vez más todas se echan a reír.
Como consecuencia de la
carrerilla que Lucía se ha pegado detrás de Carol para darle una patada, se ha
quedado un poco rezagada del grupo de amigas descansado, y aprovechando que sus
amigas no la ven coge el móvil rápidamente y le contesta a Mario con otro
toque.
Capítulo 5
-¡Toma!
Todos gritan al salir del instituto.
Por fin se ha acabado, por fin empiezan las vacaciones, por
fin ha llegado… ¡¡el VERANO!!
Lucía se entusiasma al
pensar en los tres meses de piscina, sol, agua y salidas que le esperan. Quiere
recordar este verano, quiere que pasen cosas que le hagan recordar cada día,
quiere disfrutar con sus amigas, quiere, quiere… ¡quiere hacer de todo!
En cuanto come se sube a
su habitación y se va directa hacia el móvil. Al fin se conecta. Lo primero que
hace es cambiar su estado de Wa: “¡Veranitoo! :)” es lo que pone ahora; y a
continuación busca quiénes están en línea. Están todas sus amigas, menos Alex…
Se lo esperaba, últimamente no se mete demasiado. Le habla a todas, que le
contestan de inmediato, y después de un rato y como de costumbre viene la
típica frase: “cuenta algo” y como ninguna tiene nada nuevo que contar, Lucía
vuelve a revisar los conectados, pero en seguida ella misma deja de lado el
móvil y llama a su primo.
-¿Te vas a subir allí arriba?
-Sí. ¿Te quieres venir?
-¡Vale! Y así te ayudo a quitar la funda de la piscina.
-¡¡Si ya la quitamos los otros días!!
-Pero si te dije que me avisaras que subía yo también a
ayudaros…
-Bueno ya da igual, vente y nos bañamos si quieres.
-¡Ok! Te espero aquí en mi casa, ¿vale?
-Vale, pues ya voy a por ti. ¡Estate prepara!
-Que si, ahora nos vemos.
Lucía va ponerse el
biquini, la verdad es que no sabe donde lo tiene. Lo encuentra al fin y se lo
pone, justo cuando suena el timbre. Se coloca sus pantalones cortos y la
camiseta de tirantes y corre a abrir. Es Fer, como esperaba.
Suben tranquilos,
hablando. Cuando llegan a Lucía le entra una gran ilusión, llevaba sin ver a
Roki y a Yaco demasiado tiempo, desde mitad del invierno. Roki y Yaco son los
perros de Fer. Lucía les tiene mucho cariño aunque no sean suyos, y los trata
como si lo fueran. Después de un rato de caricias a los dos perros, por fin se
asoma a la zona de la piscina. No la recordaba así. Está tan cambiada desde el
invierno, es normal, ahora está destapada y el agua está tan clara que dan
ganas de tirarse a la primera de cambio. Y así como el que no quiere la cosa
Fer aparece de la nada ya en bañador y se tira de cabeza a la piscina. Lucía hace
lo mismo se quita los pantalones y la camiseta y se tira también. Así echan la
tarde hasta la hora de volver a casa y prepararse para salir.
A las 9 y media Gabi y
Catie la recogen. Alex vuelve a quedarse en su casa, o en la de sus abuelos, o
en la de su prima… Cada día es una historia nueva. Lucía está empezando a cansarse
de Alex, la verdad es que lleva un tiempo pensándolo, y últimamente se ha
enterado de cosas que no le gustan nada. Por ejemplo, se ha enterado de que
Alex a las espaldas dice cosas de ellas sin que estas se enteren, y no es la
primera vez que ocurre esto, durante el año que Lucía ha pasado con Alex en clase,
cada día sacaba algún fallo a las demás y no le extraña nada que cuando no
estuviera también hablara de ella. Pero bueno eso es otra cosa, Lucía no quiere
pensar en eso, es la primera noche de verano y quiere pasarla con sus amigas.
Llegan a la plazoleta, y
Lisa las está esperando ya.
-¿Qué?-típico saludo de Lisa.
-Pues aquí, a ver si
echamos la noche, ¿no?-ríe Gabi.
Las cuatro se dirigen al lugar donde han quedado con las
demás. Carol es la primera en llegar, después Alicia y por último, (y nada
extraño), Rosi. Pero parece que no viene sola. No. Viene con otras dos chicas
más. Son Ángela y Jess.
Todas se abalanzan a saludar a las dos chicas, las conocen.
Rosi se las ha traído otras veces, son amigas suyas de una ciudad muy cercana.
Ángela es una chica muy
simpática, siempre la tienes dispuesta para correr una aventura, porque le
encanta el peligro, pero además es amable como nadie. Tiene el pelo muy rizado,
es muy guapa y además con un tipito impresionante. Es el tipo de chica que todo
tío quiere; por eso triunfa haya donde va.
Jess es una de las
mejores consejeras que Lucía conoce. Es muy amable con todos, y sincera
siempre. Sabe que es mejor decir las cosas a la cara, una regla que ella sigue
claramente. Es responsable y nada tímida. Tiene el pelo a la altura de los
hombros, no es tan guapa como Ángela, pero tiene un cuerpo de escándalo
Las nueve amigas se van a
comprar gominolas a una tienda cercana, y con tanta suerte de que tienen que
pasar por delante de la cafetería de Mario. Lucía se alegra al pensar que quizá
él esté allí. Ha hablado otras cuantas veces más con él por Wa, pero fue hace
dos días cuando Mario le dijo claramente que ella volvía a gustarle. Lucía se
quedó sorprendida con aquello y desde entonces no han parado de darse toques a
las tantas de la madrugada, o de un mensaje con alguna tontería (pero que para
ninguno de los dos lo es). Pasan por delante y Lucía disimuladamente mira
adentro. Ahí está detrás de la barra hablando con su hermano. Justo en el
momento en que las chicas pasan por allí Mario se da la vuelta y ve a Lucía
pasar.
-“¡Ha mirado, ha
mirado!”-piensa Lucía para sus adentros.
En el mismo instante en que llegan a la puerta de la tienda,
un “piii, piii…” sonoro la sobresalta.
Lucía coge nerviosa el móvil, la única que se ha dado cuenta
del mensaje a sido Lisa.
-¿Quién es?- pregunta.
Lucía no sabe si decírselo, al final opta por contárselo.
-Es Mario…-Lisa se lo esperaba, no sabe cómo, pero tenía esa
intuición de que algo estaba pasando otra vez entre Lucía y él.
Las demás se han dado cuenta de que ocurre algo raro y Lucía
les cuenta toda la nueva historia con Mario.
No hablan, o mejor dicho no quieren decir nada. Lucía sabe
de sobra la opinión de sus amigas.
No para de mirar el móvil. Está inquieto. Hace diez minutos
que le ha mandado el mensaje y todavía no ha contestado.
Mario se impacienta cada vez más y justo en el momento en
que se mete el móvil en el bolsillo y da por hecho que no va a contestar, la
vibración lo sobresalta y saca apresuradamente el teléfono del pantalón.
-“¿Pues no me has visto pasar? Vamos a la plazoleta de aquí
al lado, ¿te vienes? :)”
Vaya, Mario no se esperaba esa contestación. Pero la verdad
es que le hace ilusión verla y hablar con ella.
-“¿Pero, aquí al lado? Vale, ahora me asomaré :P”
Lucía está bastante contenta con la contestación de Mario,
por fin va a poder estar con él cara a cara, no van a estar solos ya que él va
con un amigo y ella con todas sus amigas, pero a fin de cuentas es estar
juntos.
-No me gusta nada esto.
-¿Y qué te crees, que alguna nos hace gracia?
-Va volver a hacerle daño, otra vez…
-Y con esta son ya tres veces.
-No va a poder con la misma derrota de nuevo.
-¡Pero dejarla, joder! Ella sabe lo que nosotras opinamos,
lo que le aconsejamos, lo sabe todo de sobra, sabe que si vuelve a intentarlo
va a volver a hacerle daño, pero si ella quiere eso, adelante, que lo haga;
nosotras ya no podemos hacer nada más, solo estar ahí apoyándola cuando Mario
vuelva a dejarla por cualquier tontería…
Rosi, Gabi, Catie, Alicia, Lisa, Jess y Ángela miran
apenadas a Carol, que es la que ha saltado una vez más en la conversación de
sus amigas para decir lo que realmente va a pasar, todas saben que este último
año han estado muy unidas y es la que mejor conoce a Lucía, por eso no
interfieren en los pensamientos de Carol, ya que es ella la que la conoce mejor
que nadie. Pero piensan en todo lo que Lucía ha pasado por Mario, en que saben,
que va a volver a hacerle lo mismo, y mientras tanto observan la felicidad de
los ojos de su amiga, esa esperanza que aún tiene porque la relación entre ella
y Mario salga bien…
Toman el camino a la plazoleta y se sientan unas en un banco
y otras en el poyete que hay detrás de este. Lucía no hace más que mirar hacia
la cafetería de Mario, y cada vez está más nerviosa.
Un momento de despiste y al instante ve a Mario a su lado, y
no, no es un sueño, es la realidad. Mario se sienta un poco alejado de ella y
se empieza a integrar en la conversación que Leo y Diego, que hacía un rato que
habían llegado, tienen sobre el equipo de fútbol en el que todos juegan.
Lucía ya no sabe qué hacer, coge una de las gominolas y se
la come, mira a todos lados, no sabe ni de lo que están hablando sus amigas,
está muchísimo más nerviosa y despistada de lo que no estaba desde hace mucho
tiempo y en un instante sus ojos se encuentran con los de Mario, y esto hace
que se tranquilice un poco.
Pasa una hora, dos… Y las chicas, Leo y Diego deciden dar
una vuelta antes de regresar a sus casas. Mario se despide y toma camino de su
cafetería, no sin antes entrecruzar una última mirada con Lucía, la más larga y
tierna de toda la noche.
Esa misma mañana…
-¿¡Qué?! No es posible, ¿¡otra vez!? Es que no me lo creo.
¡Joder! ¿Pero por qué? ¿No le has preguntado? Mierda…
-No Peter, lo siento, pero dice que te deja, sin más… Que no
quiere continuar con esto… Que todo ha sido muy bonito, pero que ya nada tiene
sentido para ella…
Lucía le da la mala noticia y Peter se desmorona.
Ella… Esa chica con la que llevaba 4 meses saliendo, a la
que quería con toda su alma y todo ¿para qué? Lo ha dejado… La historia se ha
acabado, y un gran vacío lo inunda.
Peter es otro de los amigos de Lucía. Pertenece a uno de los
grupos de su misma edad. Es alto, fuerte y muy mono. Entre ellos hay un cariño
extraño, y tanto uno como el otro saben que existe un poco de tonteo, pero no
le dan demasiada importancia, ya que creen que no pasará nada entre ellos; y
además es una de las personas con las que Lucía puede reírse a carcajada
limpia, porque es muy divertido.
Lucía lo intenta tranquilizar, sabe que ha sido un duro
golpe para Peter, y además sabe perfectamente por lo que está pasando.
-Venga Peter que no pasa nada, sabías que iba a pasar desde
hace tiempo, lo tenías que haber asimilado ya…
-Joder, ya lo sé Lucía. Pero no creía que lo fuera a hacer
de verdad, creía que iba a durar un poco más… Creía que me quería de verdad…
Un flash pasa por la cabeza de Lucía. –“Creía que me quería
de verdad…”.
Es la misma frase que ella le dijo a Carol cuando Mario la
dejó la última vez, una punzada hace que se lleve la mano al corazón y aunque
ella no se dé cuenta, en su interior, se están formando dos nuevos sentimientos
muy distintos…
Capítulo 7
Volviendo a la noche, unos instantes más tarde…
-“Puff… Qué pena me da Peter. Sé que esa chica lo ha hecho
mal, pero si no lo quiere es mejor que las cosas hayan sucedido así, que lo
haya dejado, antes de que hubiera ido a algo mayor… Y por otro lado… ¿Qué
narices voy a hacer? Joder, vaya decisión. ¿Y si pasa lo mismo? ¿Y si no
funciona? Pero… ¿y si esta vez es de verdad? Joder y ¿por qué sigo teniendo ese
rayo de esperanza, que sé que no me lleva a ningún lado…? Pero es que esta vez
se está comportando de otra manera. ¿Y de qué manera? De la misma forma que
siempre se ha comportado cuando ha querido algo…”
-Lucía. Lucía. ¡LUCÍA!
-¡Joder! Me has asustado.
-¿Qué te he asustado? Pero si llevas media hora embobada en
quién sabe qué.
-¿Ah, sí?
-Pues sí, hija mía.
-Desde qué Mario se ha ido y nosotros estamos dando una
vuelta estas muy ausente. ¿En qué piensas?
-Mmmm… Es que… No sé si contároslo…
-¿¡Qué no sabes qué!?
-Es lo que me faltaba hoy por oír ya.
-Lucía, somos tus amigas
-¡Eh, y amigos!
-Sí, y amigos. Te conocemos y tú a nosotras y a Leo y a
Diego también, sabes que puedes confiar en todos.
-Ya, lo sé…
-Entonces, desembucha.
-Vale, pero cómo digáis una sola palabra, ¡os juro que os
mato!
-Que si, pesa, ¡venga ya!- Diego le da un empujón y eso hace
que se ponga en el centro del circulito que sus amigas y sus dos amigos han
formado.
-Pues… que… Bueno…es que… mirad y ya me decís lo que
creéis…-Lucía saca su móvil del bolsillo y a continuación les enseña algo en la
pantalla.
-“Lo he estado pensando, y bueno ya sabes lo que siento por
ti, y todo lo que hemos pasado, por eso quería preguntarte, si querrías
intentarlo de nuevo”
Una a una, y por fin llegando a los chicos, todos han leído
el mensaje.
Normalmente les hubiera sorprendido; pero esta vez no.
-¿Qué hago?
-Lo que quieras…
-Jo, pero es que no se, aconsejadme, por favor…
-Lucía, sabes lo que pensamos, sabes nuestros consejos y
nuestra opiniones, ahora es tu elección…
Lucía lo sabe. Lo sabe de sobra. Sabe que sus amigas piensan
que es mala idea, que si vuelve a esa relación Mario va a destrozarla como
tantas veces ha conseguido ya, pero por otra parte… Lucía siente que esta vez
puede ser distinto, que esta vez puede funcionar.
Y qué equivocada esta, sin saber que en su interior algo muy
distinto está experimentando por otra persona…
Dos
días después…
-¡Hola!
-Hola Lucía.- responden Carol y Lisa
-Que contenta vienes hoy, ¿no?-pregunta Carol
-¡Siiii!-responde Lucía a voz en grito.-Puff… Estoy muy
nerviosa…
-No deberías de estarlo, ya lo has hecho otras veces…-comenta
Lisa
-Ya, pero yo que se… Tengo un cosquilleo en la barriga, que
no se me va…
-Mira por ahí viene Alex…
-Madre mía, llevaba sin verla desde que acabó el insti…
-Sí, últimamente ha estado muy perdida…
-¡Hola chicas!
-¡Hola perdida!
-Joder, no hace tanto que no os veo
-No, ¡no hace tanto dice!
-¿Dónde has estado?
-Pues por ahí…
-Amm…
-¿Bueno, y ya te has enterado de la noticia?
-¿De qué noticia?-Alex se extraña y Lisa le lanza una mirada
a Lucía
-De… Mejor que te lo cuente ella… Venga Lucía, cuéntale.- Es
Carol la que invita a Lucía a dar la gran noticia, y Alex, a su vez, se va
sorprendiendo más y más.
-Pues… bueno que… que… he vuelto con Mario…- Lucía mira al
suelo y lanza la bomba.
Carol y Lisa y todas sus amigas y amigos, exceptuando Alex, ya
lo sabían desde hace dos días. La misma noche que Mario le dijo a Lucía de
volver, ella se lo estuvo pensando pero por fin a la una de la madrugada le
envió un sms diciéndole que sí, que volvía con él.
Cuando Lucía alza la
vista del suelo y mira a Alex a los ojos no puede evitar sorprenderse. Alex
está furiosa.
-Pero… ¿¡tú eres tonta, o
que te pasa!? Después de todo el daño que te ha hecho, ¿¡vas y vuelves con él!?
Es que no me lo creo, ¡¡no me lo puedo creer, joder!! Te dijimos que no
volvieras con él, que te iba a hacer daño otra vez, ¡pero no! Tú vas tan feliz
de la vida y le dices que sí. ¿Para qué te han servido todos nuestros consejos?
Te han entrado por un oído y te han salido por el otro. ¡Y encima soy la última
en enterarme! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! Es que eres idiota, ya en serio, es que
no me creo qe hayas vuelto a lo mismo, me prometiste que eso se había acabado,
que lo ibas a olvidar de una puñetera vez… Y claro luego cuando vuelva a
dejarte como las otras tres veces, nos vienes a nosotras llorando, luego me
vienes a mí, diciéndome que me tenías que haber hecho caso y que si no se qué…
¿Pues sabes qué? Qué ya me he cansando de tus tonterías….
-Pero…Alex…- Lucía tiene
los ojos empañados, no puede creer la reacción que ha tenido su amiga
-Vamos Lucí, ven conmigo
vamos a dar una vuelta anda…- y Carol como su mejor amiga es la que la anima y
la aleja de Alex, para que olvide lo que acaba de pasar.
A
la vez que Carol y Lucía se alejan, van llegando todas la demás y Lisa va
contándole una a una lo que acaba de pasar, mientras que Alex está un poco
apartada calmándose y pensado en todo lo que le ha dicho a Lucía.
-Tía, te has pasado…- le dice Alicia
-¿Qué me he pasado? Pero, ¿vosotras sabéis lo que está
haciendo? ¡Joder! ¡Qué ha vuelto con Mario! ¡¡MARIO!! Que no quiero que vuelva
a pasarlo tan mal como la última vez… y además, ¿por qué vosotras no le
dijisteis nada?
-Pues porque pensamos que ya se va desengañar de una vez por
todas. Porque sabemos cómo es el idiota de Mario, y que, claro que va a dejarla
otra vez, vamos pero a la primera de cambio. Y queremos que se dé cuenta de una
vez por todas que con él no va a ningún lado, que debe olvidarlo ya, y no darle
más vueltas...-le explica Gabi a Alex, que parece que ya se ha calmado del todo
-Ya… pero es que sigo sin creérmelo, creía que ya se había
desengañado de él… y más aún sabiendo que me sigue queriendo a mí…
Todas bajan la mirada al suelo. Todas sabían que Alex iba a
decir eso, lo que todas se temían y lo que ninguna se ha atrevido a decir por
miedo a que no fuera verdad, pero que realmente si lo es.
La realidad es que Mario, después de un año y medio que la
conoce sigue queriendo a Alex. Incluso estando con Lucía las otras tres veces
seguía enamorado de ella. Y Lucía sabiéndolo, se volvía con él para intentar
que la olvidara, pero nunca funcionó, y Lucía ahora, está convencida de que
Mario ha olvidado a Alex de una vez, ya que ella tiene a David como novio, y
confía en que Mario deje de creer que puede intentar algo con ella, cosa que es
imposible que suceda…
Capitulo 8
Respira hondo. Está de los nervios. Ya está ya ha llegado.
Baja una escalera, dos, tres… y las 30 escaleras más que siguen. Se las sabe de
memoria. ¿Cuánto tiempo hace que no baja allí? Demasiado tiempo. Pero se sigue
acordando de esos momentos…
-“¿Dónde estará? Hemos quedado aquí. ¿Y si no viene? No, no
puede ser, tiene que venir seguro. Voy a darle un toque a ver dónde narices se
ha metido. No contesta… ¡Joder! ¿Dónde está?
Lucía está muy nerviosa. Acaba de llegar al lugar donde ha
quedado con Mario esa noche. Piensa una vez más lo que ha pasado con Alex. No
sabe porque se ha enfadado de esa manera. Es su vida puede hacer lo que quiera.
Comprende que a su amiga no le guste nada lo que ha hecho, pero para ser
sinceros a Lucía lleva sin importarle la opinión de Alex mucho tiempo…
El sonido del móvil la sobresalta. ¡Es él!
-“Estoy al final, vente para acá, ¡corre!”
Lucía mira a lo lejos. Sí, parece que se refleja una sombra
en la oscuridad.
Anda nerviosa. Tropieza con una piedra. ¡Joder que torpe! Ya
lo ve. Ahí está.
Está sentado sobre la gran piedra que recorre la vieja
muralla. Y llega al máximo punto de su nerviosismo.
-Hola…-baja la mirada
-¡Hola!
-Creía que no ibas a venir…
-¡Te dije que sí! ¿Ahora desconfías de mí? Muy mal, muy mal…
-¡Vamos! Solo era una broma sabía que ibas a venir, porque
si no…
-Si no, ¿qué?
-Que te mato.- y a continuación se sienta al lado de Mario.
Sabe que se había puesto demasiado nerviosa. Pero bueno, ya
se ha calmado, ya han roto el hielo. No tiene de que preocuparse.
Siente que algo le roza. Son las manos de Mario que se
deslizan buscando las suyas. Las encuentra, las aprieta, y Lucía siente una vez
más esas mariposas ridículas en la barriga. Vuelve la cabeza para mirarlo.
Mario se encuentra demasiado cerca. Le sonríe. Siente su respiración. Y
lentamente sus labios se unen.
Es un beso largo. De esos en los que parece que el tiempo se
para, cómo si no existiera nadie más en el mundo. Solo, ellos dos.
Pasan unos segundo más, y se retiran uno del otro. Mario
vuelve a sonreír y Lucía le corresponde con lo mismo. Como siempre es él el que
inicia la conversación. Hablan de esto y de lo otro. De las notas. De lo que
han hecho estos últimos meses que han estado sin comunicarse. Y entre
conversación y conversación un nuevo beso.
-¿Por qué miras tanto al cielo?- Lucía está recostada sobre
Mario, tiene la cabeza en su pecho y oye el latir de su corazón. Lo mira
sonriente al escuchar la pregunta.
-Me gusta mirar el firmamento, las estrellas… Es algo que me
apasiona.
-Pues ahora que lo dices… la verdad es que es bonito…-
vuelve a sonreír y también él mira al cielo.
Cómo le gusta cuando sonríe, Lucía no deja de mirarlo. Es
como una niña pequeña que ha descubierto un nuevo mundo.
-¿Recuerdas esa estrella?
-¿Qué estrella?
-¡Esa! La que brilla más que ninguna…
-¡Ah, ya! ¿Y qué?
-¿No te acuerdas verdad?-Lucía rie
-Pues la verdad es que no.- Mario se pone serio y mira a su
novia.
-Jo… me has decepcionado no te acuerdas…
-Si es que no me acuerdo de verdad…
-No pasa nada, yo te explico…-le dirige una sonrisa.- Es la
estrella que señalamos la primera vez que vinimos aquí… La Estrella Polar…
Acuérdate… Cuando bajamos la primera vez, cuando estábamos todos, Carol con
Gerard, Catie con Chad y tu y yo… A la que cada uno pedimos un deseo… Porque
para refrescarte la memoria, si le pides un deseo a la Estrella Polar, este se
cumple o eso es lo que dicen…- Lucía le guiña un ojo.
Mario se acuerda. Es verdad… Ahora se va acordando. Fue la
primera vez que quedaron. Cuando bajaron con todos. Y por ser tan dulce y
romántica la sorprende dándole otro beso. Pero este es diferente.
Más dulce, con más ternura, quizá con un mensaje secreto
escondido, que pronto tanto uno como el otro descubrirá…
Vaya nochecita.
Anoche fue increíble con Mario.
Lucía le está contando a Carol por Wa todo lo que pasó
anoche, cada detalle, cada momento…
Carol le lo que le pone entusiasmada. Quizá está vez si dure
más con Mario. Pero todavía hay algo que no le encaja del todo…
-¿Vas a quedar hoy con él?
-No lo sé, luego nos mandamos un sms
-Am, ok.
-Y vosotras, ¿habéis quedado hoy?
-¡Claro! Jajaja, a las 9 y media en la plazoleta.
-¡Ok! Creo qe llegaré un poco más tarde, porque voy a la
piscina de mi primo ¿vale? Y además he quedado con Ilde para tomarnos algo,
tengo qe hablar con él…
-Vale. ¡Madre mía, estas todos los días allí!
-Jajaja, ¡A ver! ¿Donde se está mejor en verano? ¡Pues en
una piscina! ¿Tu qe crees? Jajaja
-Si si… Bueno y para cando nuestra invitación
-Que zorra eres… ¡Eso es lo qe tú querías saber!
-La verdad es que si… Jajajaja
-Pues no lo sé, creo que la semana que viene subimos, a
comer y ya echamos todo el dia
-¡Toma ya, así me gusta!
Unas horas más tarde…
-“¿Vamos a quedar hoy?”
-“Lo siento, no puedo. Es que estoy en la casa de mi primo…
un beso”
-“Amm, vaya… no pasa nada, un beso”
Vaya… hoy parece que va a ser difícil estar con Mario. Está
en la casa de su primo, y ella acaba de bajar del chalet de los suyos. Bueno,
de todas maneras hoy ya tenía plan. Ha quedado con Ilde a las 8 para tomarse
algo juntos y hablar, ¡hace demasiado que no tiene una conversación digna de
mejores amigos! Después pasará la noche con sus amigas y amigos.
Se ducha rápido. Ha bajado del chalet de su primo a las 8
menos cuarto. Pero ya tiene organizada su hora. Las tardes de verano siempre
son las mismas y ella no tarda mucho en arreglarse. Se arregla el pelo. Hoy
parece que le va mejor el rizado.
Unos pantalones vaqueros cortos, y una camiseta de hombro
caído. Lo más fresquito para una noche de verano calurosa.
Llegan las 8 y está lista para salir por la puerta, además
ya ha recibido el toque de aviso de que Ilde ya se encuentra donde han quedado.
Anda rápido, ya llega un poco tarde. Últimamente se le hace
costumbre esto de ir deprisa a todos sitios.
-¡Hola!- grita a lo lejos antes de llegar
-¡Vaya ya era hora!- dos besos
-Jo. Si es que acabo de bajar de la piscina de mis primos.
-No si ya lo sé. Me lo ha dicho Carol, que si llegabas un
poco tarde era por eso.
-¡Vaya! Esta Carol, le tengo que dar una buena, bocazas…-Lucía
hace una mueca y su amigo no puede evitar reírse.
Deciden ir a una cafetería cercana. Tomarse un refresco y
charlar.
Ella pide un capuchino descafeinado con hielo y él una
Coca-Cola.
-Bueno, ¿y qué me tenias que contar?
-Demasiadas cosas.- sonríe
-Empieza tenemos una larga hora y media por delante.
Los dos ríen.
-Ya sabías que estaba con Mario, ¿no?
-¡Claro! Si me lo dijiste tú
-Pues anoche quedé con él…
-¿Y qué pasó?
-Puff… ¡fue superbonito! Hace tiempo que no me sentía así.-
a Lucía le brillan los ojos al recordar la noche anterior.
-Me alegro por ti…- Ilde también sonríe al ver la felicidad
de su mejor amiga.- Pero aún así…
Una camarera les lleva las bebidas
- Gracias.
-Gracias. Aún así, ¿qué?
-Sabes que no me gusta, nada… Mario no me gusta ni un pelo, ya
sabes las razones, pero si tú eres feliz, yo también lo soy.- le dirige una
mirada tierna de hermanos. Porque para Lucía es como si Ilde fuera su hermano
mayor, el que la apoya en todo, el que le ayuda a solucionar sus problemas, le
da consejos, le anima, le distrae, le hacer sonreír…
-Lo sé, tranquilo, está vez sé lo que hago, si veo que algo
no va bien, está vez pienso hablar con él las cosas
-Así me gusta, que tengas la cabeza donde la tienes que
tener.
Sueltan una carcajada.
-¿Y eso es todo? ¿Ya no me tienes que contar nada más?
-Sí… Hay otra cosa…- y al decir esto Lucía baja la mirada
-¿El qué?
-Ayer antes de irme con Mario, Alex se cabreo muchísimo
conmigo…
Ilde abre mucho los ojos.
-¿Y eso?
-Porque le dije que había vuelto con Mario y se puso furiosa…
-¿Pero ella no está con David?
-Sí. Pero no es por eso, se cabreó porque no le gustó que
volviera con él, que me iba a hacer daño otra vez, y que yo lo iba a pasar mal
si Mario volvía a dejarme…
-Bueno en algo si tiene razón, ¿no crees?
-¿Tú también piensas igual? Es que me parece muy exagerado
que se pusiese así, estaba furiosa, muy, muy enfadada…
-Sabes lo que pienso de sobra, no te lo voy a repetir una
vez más. Pero también es verdad que no se tenía que haber puesto de esa manera,
aunque…
Ilde sabe o cree porque Alex se puso de esa manera. Lucía le
contó hace tiempo que Mario estaba enamorado de su amiga y le ha venido a la
mente que quizás Alex se pusiera de esa manera, porque sabe que Mario sigue
enamorado de ella, y que va a volver a hacerle muchísimo daño a Lucía.
Pero ese “aunque” lo deja en suspense, no continúa la frase,
no quiere herir a su amiga viendo lo feliz que está, y tampoco Lucía pregunta
por lo que iba a decir, así que es mejor dejarlo así.
Y es que Ilde ha acertado en muchas de las cosas que ha
pensado, pero hay muchas otras que ni él, ni Lucía saben.
Cosas que cambiarán por completo el verano de Lucía…
Capítulo 9
-¿Se lo vas a contar ya,
o se lo cuento yo?
Lucía se sonroja y sonríe
tímidamente.
-Ya, ya se lo cuento yo…
Lucía les cuenta a todas
sus amigas la noche tan increíble que pasó junto a Mario. Todas, incluidas Jess
y Ángela están escuchándola y mirando sus brillantes ojos al hablar. Claro
todas, menos… Alex.
Hoy no ha salido. Mejor dicho, otro día que no sale. Ya va
siendo normal esto de no tenerla en las noches de verano, algo que se
convertirá en costumbre poco a poco…Leo y Diego aparecen en la plazoleta en el
momento justo.
Lucía
termina de contarles su noche de ensueño y todas sonríen. Y es que, aunque a
ninguna le guste que haya vuelto con Mario, les encanta verla tan feliz. Llevan
sin verla así demasiado tiempo. Conocen bien a Lucía. Siempre tiene una sonrisa
en los labios, y siempre se la saca a los que están en su entorno, pero la
sonrisa con la que esta noche les deslumbra es diferente.
Alicia saca una baraja de cartas de su bolsillo. Todos se
sientan en el suelo formando un círculo, y Lisa coge las cartas, las baraja y
les reparte las indicadas a cada uno. Esto de jugar a las cartas en las noches
de verano ya se ha convertido en costumbre. Empezaron a jugar la segunda noche
que salieron. Estaban aburridos y como la casa de Alicia estaba cerca de la
plazoleta fue a su casa y cogió una baraja. Desde ese día juegan a diferentes
juegos y cada día a uno le toca llevarse la baraja. Primero la Puta. Un juego
poco conocido, que Alicia y Lisa les enseñaron a los demás el primer día. Es el
juego estrella de cada noche. Es divertido y cada vez que juegan no paran de
reírse, eso de encontrar al ladrón y a los cómplices cuando eres policía no es
tan fácil que cuando eres ciudadano. Cuando se aburren de ese juego pasan al
Mentiroso, a la Mona… Y así un montón de juegos más. Pueda que sea una
alternativa rara para pasar las noches de verano. Pero ellos se divierten así.
Cuando se han cansado de jugar a las cartas, dan una vuelta.
Normalmente el destino siempre es la vieja muralla. Aquella en la que una noche
antes, Lucía estaba con Mario. No solo ellos son los que van allí. Muchas
parejas van a ese lugar. Es oscuro, y está alejado del centro del pueblo, un
lugar perfecto para los adolescentes enamorados. Y es que la muralla tiene
varios metros de largo, es como un pasillo en el que cada dos pasos te
encuentras a una parejita a su royo.
Bajan las tantas escaleras que conducen a este lugar y se
sientan justo enfrente, en los viejos bancos o sobre la piedra.
Empiezan a mirar a un lado y a otro, cotillean quién hay,
que parejas son las que se están dando el lote esta noche.
Lucía divisa el lugar en el que pasó la noche anterior junto
a Mario. No siente nostalgia, no siente ese cosquilleo… No sabe qué le pasa.
Bueno serán las chuches que se ha comido que no le han sentado muy bien, pero
aún así algo falla…
-¡Eh! Vámonos que hoy no hay aquí nadie.- Leo ya se ha
hartado de estar allí.
-Anda si vámonos.- Corrobora Gabi
Toman camino de la plazoleta otra vez. Está un poco lejos,
pero como es un pueblo la distancia no es mucha. Cuando llegan ven que Peter y
sus amigos están sentados en un banco.
Se
dirigen hasta ellos, cogen otro banco y lo ponen al lado.
-¡Hombre! ¿Cómo vosotros por aquí?-pregunta Sanz
Sanz es uno de los amigos de Peter, es un chico guapo y
tiene cara de niño pequeño. Es como el “gracioso” del grupillo, siempre está
haciendo reír a todos con sus tonterías. Y aún así sigue siendo mono. Tiene
buen cuerpo, y siempre viste en chándal, sudaderas y deportivas, como se puede
comprobar todo un deportista.
Otro de los amigos de Peter es Gio. Gio no es tan guapo como
sus amigos, pero es sencillo, divertido y extrovertido. Tiene simpatía para
regalar y se lleva genial con todo el mundo.
Y otra noche más que pasa, entre unas cosas y otras, entre
juegos de cartas y risas. Entre sentimientos contradictorios y otros nuevos que
se están formando, sentimientos que se irán descubriendo poco a poco…
Capítulo 10
-¿Entonces ellos se
vienen esta noche?
-Sí. Sabes que se llevan
muy bien con Leo y con Diego y ellos están solos, así que, que se vengan; a
nosotras no nos importa y además son nuestros amigos también.
-No, si yo no pongo
impedimentos, ¡me parece bien que se vengan!
Lucía está en casa de Carol. Hablan de lo que anoche Leo les
propuso a Peter, Sanz y Gio. Ellos son tres, y se han ido distanciando poco a
poco de sus amigas de primaria hasta que se han quedado solos. A Leo, Diego
Lucía y las demás les caen genial y ¿por qué no? Que salgan con ellos.
Se han pasado toda la
mañana hablando por el grupo de Wa con todas las demás están planeando el día
de piscina de la semana que viene. Fer, el primo de Lucía, ya le ha dicho que
pueden subir el día que quieran junto con los chicos, y están decidiendo qué
día es el mejor.
-Pues el martes.
¡Decidido! Luego se lo diré a mi primo, y también hay que avisar, a Leo, Diego,
Peter, Sanz y Gio
-¿Y también vamos a subir a comer?
-¡Claro!
-¡Toma!
Así me gusta, un día de piscina completito.
Las dos ríen.
-¡Eh! Mira
-¿Qué?
-Tu móvil, acaba de sonar.
-Vaya,
no me he dado cuenta.
Lucía
coge el móvil, lo desbloquea y abre el mensaje. Es Mario.
-Joder…
-¿Qué?
-Que esta noche tampoco puede quedar…
Carol mira a su mejor amiga. ¿Por qué ese capullo tiene que
ser así?
-Venga no pasa nada, tendrá cosas que hacer
-Sí… Pero es que anoche tampoco pudo, y quiero verlo…
-Venga no te rayes por esa tontería, si no puede ser hoy
será mañana.
-Ya…
Lucía no acaba de entender porque Mario no puede quedar con
ella, ni siquiera le ha dado una explicación, en el mensaje decía: “Lo siento,
pero esta noche tampoco puedo salir… Un beso”
No quiere contestarle, ¿para qué? Si no va a servir para
nada.
Esa ilusión que tenía por el día tan fantástico que pasará
con sus amigas y amigos el próximo martes se le ha ido en un abrir y cerrar de
ojos.
Carol la intenta animar. Es increíble que se haya puesto así
por eso. Pero sabe que Lucía últimamente está muy sensible con ese tema.
Está empezando a creer lo que Alex le dijo esa noche.
Todavía no se habla con ella, y han pasado ya dos días. Pero Alex no ha salido,
ni siquiera ayer. ¿Y está noche se verá la cara con ella? No quiere salir, se
le han quitado las ganas entre unas cosas y otras. Pero algo hace que las
recupere cuando vuelve a su casa.
Sube directamente a su dormitorio y se acomoda en el pequeño
sofá que tiene.
Sus amigas no están conectadas a Wa, pero no tardarán en
hacerlo. Hay mucha gente, pero nadie interesante con quién hablar, hasta que…
-¡Eh, hola!
-Hola…
-¿Qué haces?
-Pues nada aquí estoy, que acabo de volver de casa de Carol,
¿y tú?
-Aquí aburrido, ¡que coñazo de mañana!
¡Vaya! Llevaba mucho tiempo sin hablar con Peter por WhatsApp.
-Bueno qué, ¿cómo te van las cosas?
-Bien... jeje no me puedo quejar, ¿y tú?
-También bien, ya me he recuperado de lo que pasó
“Que pronto ha superado lo de su novia...”-piensa Lucía,
pero por otro lado la verdad es que eso le causa un poco de emoción
-¿¡Sí!? ¡Me alegro muchísimo!
-Gracias, jajaja
-Así me gusta que ya se te haya ido de la cabeza ;)
-Ya jejeje¿ y tú con Mario qué?
Vaya hombre, ¡la pregunta del millón!
-Bien… Aunque llevo sin verlo dos días…
-Vaya… Bueno tú no te preocupes tendrá cosas que hacer no te
preocupes por eso:)
La misma cosa que le ha dicho Carol, y está vez le hace
caso. Sí. Quizá tiene que hacer algo importante. Y sonríe. Ya se le ha pasado ese
puntito que tenía de decepción.
-Y esta noche, ¿vas a salir?
-Pues no tenía muchas ganas, pero creo qe al final si
-Me alegro, de qe salgas ;)
-Si, Jejeje
-Bueno me tengo qe ir, esta noche nos vemos, ¿no?
-¡Sí! Jeje sabéis la hora y todo, ¿verdad?
-¡Claro! :) Adiós, besos
-¡Adiós! :) Un beso
Peter se desconecta. ¿Por qué está tan contenta? Ni idea.
Pero por un momento Mario ha salido de su cabeza. ¿Y eso? ¿A qué se debe? Muy
pronto Lucía descubrirá porque eso es así…
Capítulo 11
Lucía
mira una y otra vez el móvil. ¿Por qué ha tenido que mandarle el mensaje ahora?
Ya tenía la noche planeada con sus amigas y amigos y ahora todo cambia.
“¡Al final si puedo quedar hoy! Luego te mando
un sms para ver donde nos vemos, ¿vale? Besos”
El
mensaje es de Mario. Se alegra, porque después de dos días al fin lo va a ver,
pero por otro lado…
-¿Y
qué me pongo esta noche?
Abre el armario de par en par. Piensa, saca ropa, la mira y
la tira a la cama. Está de los nervios. Tenía toda la noche para pasarla con
sus amigas y amigos planeando el día de piscina; y ahora no puede porque a
Mario al final le ha dado la gana de salir.
Después de hablar con Peter se había alegrado y había
decidido salir esa noche. Luego la había llamado Carol para saber cómo estaba y
le había dicho que había estado hablando con Fer, las chicas y los chicos y que
habían quedado en comentar esta noche lo de la piscina, se había ilusionado con
eso de que por fin sus amigas subieran al chalet.
Quiere ver a Mario, eso está claro. Pero si le había dicho
que ya no salía, ¿por qué rectifica y al final dice que sí, cuando ella ya ha
hecho otros planes?
Son
las cinco de la tarde, su padre y su madre ya se han levantado de la siesta y
su hermana ya está lista con el biquini puesto para subir a la piscina de sus
primos. Ella también se lo pone y se tranquiliza un poco al pensar que va a
darse un buen chapuzón en la piscina y a relajarse por unas horas hasta que
salga.
Se seca. Se arregla el pelo y se viste. Al fin ha decidido
lo que se va a poner, los vaqueros rotos y una camiseta con escote. Lucía se
echa un poco de maquillaje, el justo; y se pone las deportivas grises. Ya está.
Lista para salir por la puerta.
Gabi y Catie llegan a la hora prevista. Lucía sale por la
puerta y justo al poner un pie en la calle, ve que Alex sale de detrás del
coche que estaba aparcado enfrente y empieza a andar con ellas.
Todavía no se hablan y es bastante incómodo para Gabi y
Catie ir entre las dos para separarlas y además ir todo el trayecto hasta la
plazoleta en silencio.
Lucía la mira de vez en cuando de reojo. No piensa pedirle
perdón. No tiene la culpa de nada, simplemente quería estar con el chico que
tanto le gusta, ¿eso es un insulto para Alex o algo por el estilo? No, no lo es. Es su vida y puede hacer lo que
quiera con ella. Además se ha resignado muchísimas veces a pedirle perdón por
cualquier tontería y ya se ha hartado. La buena e inocente Lucía ha cambiado.
Ya no le importa tanto lo que piensen de ella, y si algo le molesta está claro
que ya sí que se atreve a decirlo sin miedo. Siempre ha sido la tonta de turno
a la que le ha tocado pedir perdón por todo, la que siempre ha sido demasiado
buena con todo y con todos, la que perdonaba lo imperdonable y la que sonreía
ante cualquier cosa aunque fuera lo peor que alguien le hacía. Pero eso ya ha
cambiado.
Llegan a la plazoleta. Todos las están esperando a ellas.
Los chicos ya han llegado también, incluidos Peter, Sanz y Gio, que es la
primera noche que salen con ellas.
Lucía informa a todos de que dentro de un rato se irá. Ya ha
quedado con Mario. A las diez en la vieja muralla. Y al terminar de decirles
que se va, no sabe porqué pero su mirada se dirige hacia Peter, que baja los
ojos al suelo, y a continuación como un acto reflejo también mira a Alex, que
vuelve la cabeza hacia otro lado seguido de un bufido.
A Lucía no le importa para nada la reacción de Alex, pero
algo en su interior se ha accionado cuando ha visto la mirada baja de Peter. ¿Qué
está pasando? ¿Por qué esa reacción ante su mirada? ¡Qué es lo que le pasa! No
lo entiende, no lo comprende, no sabe cómo explicar lo que está sintiendo.
¡Pero si a ella le gusta Mario! Eso está claro, ¿o quizá no tan claro?
El sonido del móvil la saca de sus pensamientos.
La ve irse a lo lejos. Ella mira una vez más hacia atrás y
se despide sonriente con la mano.
Peter se queda mirándola.
Observa su figura. Ha adelgazado bastante antes de que empezara el verano, y
ella que dice que se ve gorda. ¡Madre mía que tonterías! Sonríe sin querer.
-¿Nos vamos al parque nuevo ese o qué?
-Sí
venga; vámonos.- contesta Diego que ya se encamina dirección del parque.
Y todos lo siguen.
Peter los mira a todos. Se fija en cada uno de ellos. Gio.
¿Cuántos años lleva con él? Demasiados. Es su mejor amigo desde la infancia.
Gio se percata de que lo está mirando y le da una palmadita en la espalda.
Peter sonríe.
Sanz. Lo conoció cuando estaba en segundo de primaria. Ha
pasado muy buenos momentos a su lado. Confesiones y alguna que otra chica.
Leo. Verdaderamente lo conocía del fútbol, pero nunca había
tratado demasiado con él. Cuando se hablaron por primera vez todo fueron risas,
de ahí una amistad.
Diego. Quizá es al que menos conoce de todos. Se llevan
bien, y a decir verdad sí que ha contado con él para muchos de sus asuntos y
confidencias.
Las chicas. Cada una es
especial. Sonrisas distintas. Diferentes personalidades. Y todas le caen de
maravilla. Mejor incluso que sus antiguas amigas. No son escandalosas, ni
extravagantes. Lo único que tienen de raro; y que para ser exactos no es tan
raro; es que quieren vivir la vida.
Y se ha tenido que fijar en ella. ¿Por qué? Quizá porque
siempre ha habido un vínculo extraño entre ellos dos. Quizá porque siempre lo
ha ayudado en todo. Quizá porque se comporta de un modo especial con él. Quizá
porque… Porque hay demasiados porqués.
Camina
despacio. Pensativa. Mirando a ninguna parte. Con el objetivo de llegar hasta
la muralla. Pasa delante de la cafetería de Mario. Mario. Va a verlo. Solo y
exclusivamente a él. Porque al final ha querido salir. Porque quería verla a
ella. ¿O sí no por qué otra cosa iba a ser?
Hacia
un rato que le había sonado el móvil, señal de que Mario la estaba esperando
ya. Casi ha llegado a la muralla. Ya falta poco para volver a verlo.
Y sin querer un flash pasa por su cabeza. ¿Peter? Joder… ¿A
ver qué tendrá que ver ahora él? Sin darse cuenta lleva un tiempo rondando su
pensamiento.
Baja las últimas tres escaleras y ahora mira para un lado y
otro. Está allí. Cómo el primer día. En aquel sitio. La está esperando. Es la
primera vez que llega tan tarde.
-¡Hola! Perdona es que me he entretenido con estas.
-No pasa nada…- pero a decir verdad Mario no tiene buena
cara
-¿Te pasa algo?
-No...-
y ahora sonríe y abraza a Lucía. Toma su rostro y la besa.
Un
beso más largo de lo habitual. Se separan y se sientan en la vieja piedra.
Lucía se recuesta sobre él.
-Al final has salido, ¿y eso?-pregunta Lucía sin volver la
cabeza
-Pues nada, que al final mis primos se tenían que ir y no me
he podido quedar en su casa.
-Am,
yo creía que era porque tenías que hacer algo importante, eso es lo que me habías
dicho esta mañana por Wa…- esta vez Lucía si vuelve la cabeza y lo mira con
ojos misteriosos e inocentes.
Mario
hace una mueca de fastidio.
-Ejem…
Si es que… tenía… tenía también que quedarme en la cafetería pero he conseguido
escaparme…
-Sí,
claro, ¡excusas!-Lucía sonríe tímidamente y vuelve a mirar su cielo estrellado
mientras él le acaricia las manos.
Mario
suelta un suspiro, ha salido de esta de milagro.
-“Al
menos ella no se lo ha tomado a mal”-piensa satisfecho.
Lucía
lo saca de sus pensamientos y lo sobresalta con un nuevo beso. Tierno. Dulce.
Sincero. Porque Lucía es así, enamoradiza, sin quererlo.
“Pii,
pii…” Un sonoro pitido los sobresalta a los dos. Lucía se retira y deja que
Mario saque su móvil. Mario ni siquiera lee el mensaje y apaga el móvil.
-¿Quién era?-pregunta Lucía intrigada
-Nadie, nadie… los de la compañía…-miente Mario
-Ah, bueno.-responde Lucía.- Me voy a ir dentro de nada.
-Sí, yo también, mis padres me están esperando en
la cafetería.
Los
dos se levantan tranquilos, y caminan uno al lado del otro. Llegan a la subida
de las escaleras y Mario le da un nuevo beso. Suben las escaleras y se dirigen
a la plazoleta.
-“Vamos
dame la mano. ¿Por qué se retira de mi?”-piensa Lucía inquieta
Mario
se despide. Sin beso, sin caricia, sin abrazo. Y toma el camino que lleva a su
cafetería. Lucía le dice adiós con la mano.
Cabizbaja. Triste. Melancólica. Así es como sus amigas y
amigos la reciben en la plazoleta en la que ya llevaban un rato. Al principio
se le nota algo rara. Pero después sonríe. No quiere que le pregunten qué le
pasa. Quiere ordenar sus pensamientos.
Esta
noche no ha sido como las demás, algo raro está pasando
Saca
el móvil y lo enciende rápidamente. Lee el mensaje.
-“¿Sabes
qué? Al final mis padres se han ido y podíamos a ver quedado en mi casa. ¡Lo
siento! Mañana hablamos y a ver lo que pasa. Un besazo :)”
Mario
sonríe. No le contesta. Ya hablará mañana con ella. Sabe que lo que está
haciendo no está nada bien. Pero es lo que hay. Ahora tiene que pensar la forma
de…
-“¿Qué le pasará? Está muy rara, algo le tiene que haber
pasado con Mario.”-piensa Peter sin dejar de mirarla.
Está ida. Como si no supiera que hacer. Han jugado cuatro
veces a la Mona, un juego que se le da bastante bien a Lucía y hoy ha perdido
todas las partidas.
Peter intenta sacarla de sus pensamientos, creyendo que así
puede hacer que sonría y da justo en el clavo para que Lucía salga de su
calentamiento de cabeza.
-¡Estoy deseando que llegue el día de la piscina!-salta
Peter de repente
-Por fin. ¡Ya estamos ahí liándola!-exclama Lisa ilusionada
-No cantéis victoria
antes de tiempo que quizá ni vayamos.- los sobresalta Fer
Todos lo miran confusos y
Fer suelta una carcajada.
-¡Que es broma tontos! Os lo habéis creído de verdad. Ya he
hablado con mis padres nos dejan quedarnos todo el día
-¡Toma!-exclaman todas las chicas a voz en grito. Incluso
Lucía se ha alegrado.
Peter la observa. Su plan para sacarla de los pensamientos
en los que estaba sumida ha funcionado y se alegra de verla sonreír. Lucía
entonces se fija en él y se percata de que la está observando, momento que ella
aprovecha para guiñarle un ojo, y Peter le sonríe satisfecho.
-“Gracias por haberte dado cuenta de que estaba mal.”- es lo
que piensa Lucía mientras le guiña el ojo a Peter. Este le sonríe.
Estaba pensado en Mario. ¡Cómo no! Había estado repasando
todos los momentos de esta noche, y algo raro había sucedido. Primero la
conversación en la que ella le había preguntado que al final porqué él había
salido y en la que Mario había respondido extrañamente queriendo escabullirse.
Después el mensaje que ha recibido y que no ha querido leer. Y al final ni beso
ni nada al despedirse. ¿Qué está sucediendo? Ha sido lo último que ha pensado
antes de que Peter la sacara de sus pensamientos con lo de la piscina.
Se lo agradece. No quería pasarse toda la noche pensando en
Mario y gracias a Peter lo ha conseguido. Y sin querer algo la empuja a mirarlo
de vez en cuando.
-Pero que al final he conseguido ganar las tres últimas
partidas.- ríe Lucía.
Baja camino de su casa con Catie y con Gabi. Alex no estaba
cuando había llegado a la plazoleta, quizá se había ido con David, lo más
seguro. Tampoco le interesa mucho la verdad.
Hacía un rato que se habían despedido de sus amigas y sus
amigos y ya habían quedado para mañana. Lucía al final de la noche está
sonriente. Como siempre. Como la Lucía que todos conocen.
Llega a su casa y sube directamente a su dormitorio. Se
cambia; se pone unos shorts demasiados cortos, y una camiseta de tirantes
básica y se tumba en la cama. Engancha los auriculares al móvil y luego se los
pone en los oídos. Enciende el reproductor y busca la canción que quiere
escuchar. Runaway Baby de Bruno Mars. Le encanta esa canción y se la pone a todo volumen. Sigue
la letra en voz baja y deja la mente en blanco. Sintiendo la música en todo su
ser. Cierra los ojos pero no tarda en abrirlos. El móvil está vibrando.
Efectivamente, ha recibido un mensaje. Lo abre, lo lee y se queda sin palabras…
Capítulo 12
Lucía
lee una vez más el mensaje y lo manda. Después escribe otro rápidamente y
señala a todas sus amigas como destinatario. Espera a que se manden todos y
luego vuelve a abrir el mensaje que recibió hace unos instantes.
-“Lucía,
mira que he pensado que lo dejemos… Es que yo estoy muy liado con la cafetería…
Y no vamos a poder quedar mucho para vernos… Además estos días no han sido como
la última vez… Y lo he pensado mejor, y no quiero estar novio… Prefiero pasar
el verano solo… Lo siento”
Lucía habrá leído el mensaje como cuatro veces. ¿Y por qué
no le afecta tanto como la última vez? Es decir, ¿por qué no llora? ¿Por qué no
le parece una decepción?
Su
contestación ha sido seca, neutra. Como si no mostrará en el mensaje ningún
tipo de dolor. Y la verdad es que no lo siente.
-“Si
es lo que quieres”
La
respuesta de Mario llega enseguida.
-“Sí,
la verdad es que es lo que quiero… Y prefiero dejarlo ahora antes de que se haga
más largo y cueste más desengañarnos…”
Lucía
vuelve a contestar.
-“Sí, puede qe tengas razón, quizá después hubiera costado
más”
-“¿Entonces, amigos?
-“Ja… si amigos…”
Mario ya no contesta. La última respuesta de Lucía ha ido
irónicamente y no sabe como se la habrá tomado él, pero ya no le importa, ya no
tiene nada que ver con él.
Y sinceramente piensa que se ha quitado un peso de encima.
Muy pronto descubrirá la razón de esa sensación.
Todas sus amigas se enteraron anoche de que Mario lo había
dejado. Lucía les mandó un mensaje a todas, incluida a Alex, para que lo
supieran.
Ahora está hablando con ellas por el grupo de WhatsApp.
Les cuenta la conversación por mensajes que tuvo con Mario.
Y sin quererlo todas se sorprenden un poco. La verdad es que aunque ninguna
quería que Lucía se pusiera con Mario, todas creían que esta vez iba a durar un
poco más, por lo menos más que la semana que han estado, pero la decepción ha
sido la misma que las tres últimas veces.
Cuando termina de contarles a sus amigas su ruptura, recibe
un mensaje privado. Es de Alex. Lucía lo abre rápidamente y lo lee. Pero tiene
que releerlo dos veces más para asimilar lo que acaba de recibir.
-Leí
anoche el mensaje que me enviaste… ¿Sabes lo que más me fastidia de todo? Que
te lo advertí. Que creía que lo sabías desde un principio. Que creía que sabías
que él te iba a hacer lo mismo; y tú volviste a darle el gusto de hacerte daño…
Lucía
le responde, y así inician una conversación por privados
-Alex…
¿Crees de verdad que no lo sabía? ¿Crees de verdad que no conozco a Mario lo
suficiente para saber que esto no iba a ninguna parte?
-¿¡PERO
ENTONCES!? ¡Para que te pones con él! ¡Si sabías que esto no tenia principio ni
final, que no iba a ninguna parte, que todo era una mentira! Sinceramente no te
entiendo...
-La
verdad es que yo tampoco me entiendo a mí misma…
-Madre
mía… ¿Sabes por qué me enfade la otra noche?
-No…
¿Por qué?
-Porque
no quería que Mario volviera a herirte… Porque quería que te dieras cuenta de
que te estabas equivocando…
-Lo
sé… Ahora entiendo por qué te pusiste así…
-Lo
siento… Siento haberte gritado de esa manera y ponerme como me puse.
-Tranquila…
la que se tiene que disculpar soy yo por no haceros casi, ni a ti, ni a
ninguna…
-No
pasa nada, es comprensible que no te dieras cuenta por estar tan pillada por
él. Si a mí David me dejara y volviera a pedirme después de seis meses, también
aceptaría, aunque me hubiera hecho la mayor de las putadas.
-Ya…
Pero voy a serte sincera… No estoy pillada por Mario, anoche cuando me dejó lo
vi todo claro… Quizá las otras tres veces si estaba enamorada de él, pero esta
última vez no.
-¿De
verdad? En serio que te admiro por admitir eso. Esta si es mi Lucía ;) Así no
me enfado contigo
Lucía
lee el mensaje de Alex y sonríe
-Entonces,
¿amigas?
-¿Lo
dudabas? Nunca hemos dejado de serlo solo eran enfados tontos
Tras una hora y media de conversación, risas y cotilleos,
Lucía y Alex vuelven a ser las mismas de siempre la una con la otra.
Lucía
está feliz de haber arreglado las cosas con Alex. Se despide de su amiga y
apaga el ordenador. No deja de pensar en Mario. Es cierto. Pero no siente ese
dolor cuando piensa en él. No le hace daño recordarlo.
¿Será
por qué…? ¡No eso no es posible! ¿O quizá si…?
Capítulo 13
Sentado en su terraza mira el cielo. Piensa en ella. ¿Qué
estará haciendo? Se lo pregunta una y otra vez. Ya no está con Mario. Ella
misma se lo dijo ayer. ¿Y sí...? No, no. Son paranoias suyas. Eso es imposible.
Pero prefiere esperarse a ver si sucede algo el día de la piscina. Se acercará
a ella. Se reirán. Se divertirán. Se lo pasarán en grande, como hace tiempo no
se lo pasaban.
¿Será capaz de decírselo? No. Sabe de sobra que no. Pero
llevar ese sentimiento mucho más tiempo dentro le va a durar muy poco.
Y es que lo que Peter no llega a sospechar es que ese día de
piscina algo los unirá aún más.
-“¿Lo habré hecho bien?”- son las palabras que no dejan de
rondar el pensamiento de Mario.
Lee
otra vez toda la conversación.
-“Sí,
la verdad es que es lo que quiero… Y prefiero dejarlo ahora antes de que se haga
más largo y cueste más desengañarnos…”
-“Sí,
puede qe tengas razón, quizá después hubiera costado más”
-“¿Entonces, amigos?
-“Ja… si amigos…”
Ese
último: “JA”, ¿con qué intención va? ¿De verdad quiere quedar como su amiga o
era en tono irónico? Mario no deja de darle vueltas. ¡Pero si fue él el que la
dejó! ¿Entonces? Pues entonces nada. Lo único que le preocupa es que Lucía le
haya vacilado con ese último sms. No va a calentarse la cabeza por ella. Ahora
tiene algo mejor en lo que pensar…
“Es que sacarte de mi vida
Creo que fue lo mejor
Después de tanto sufrimiento
Ya
lo malo terminó
Voy a cantar
Voy a bailar
Voy a gritar
Voy a gozar
Llegó
la hora de celebrar.
Que ahora no lloro
Tampoco sufro
¡Ay! No, no, no
Ahora no lloro
Tampoco sufro
¡Pasado
Pisado!”
Unos
últimos versos y la canción acaba. Pasado Pisado. Una de las letras que mejor le viene en este momento y que
además ha puesto de entrada en su Tuenti. Lucía le vuelve a dar al Play y la
canción comienza a sonar de nuevo. Sube el volumen al máximo. No le importa que
la escuchen. No le importa que los vecinos se molesten, que sus padres la
regañen por tener tan alta la música. No le importa nada de eso. Lo que
realmente quiere hacer en este momento es liberarse de todo. Liberarse durante
unos 3 minutos del mundo. Que el mundo deje de girar por un instante y
concentrarse solo en ella. Y comienza a susurrar la canción aumentando el tono
de voz. Ni siquiera se entera de la llamada que en ese instante está
recibiendo.
Pasado
Pisado acaba una vez más e instintivamente Lucía coge el móvil y lo desbloquea.
-¡Dios
Mío!- exclama Lucía sorprendida.
Tiene siete llamadas
perdidas. Tres de Carol. Una de su primo Fer. Otra de Catie y la séptima de…
¡Peter! Un momento, ¿Peter? Sí. Es él. Pero, ¿por qué la ha llamado? Deja eso
para más tarde y llama con urgencia a Carol.
-¡Hola
fea!
-¡Vaya
hombre! Menos mal que has visto las llamadas. ¿Dónde estás metida?
-Estoy
en mi cuarto con la música a todo volumen y no me he enterado.
-¡Que
flipada macho!
-¡Oye!
Una
carcajada se escucha al otro lado de la línea y Lucía sonríe.
-¿Bueno
y para que me has llamado?
-Para
ver si ibas a salir esta noche.
-¡Pues
claro que salgo! ¿Tú que te crees?
-¡Yo
que sé! Alomejor estabas deprimida o algo…
-¿Deprimida?
¿Yo? ¿Por Mario? Estas de guasa, ¿no? ¡No me pienso amargar por eso, y menos
por ese niñato!
-¡Esa
es mi Lucía! Entonces a las 9 y media donde siempre, ¿vale?
-¡Ok!
Ahora le mandare un sms a Catie que también me ha llamado para decirle que me
recojan.
-Vale
me parece bien. Entonces nos vemos esta noche. ¡Un beso loca!
-¡Sí!
Hasta esta noche. Un besito.
Cuelga.
Le envía un sms rápido a Catie para decirle que la recojan y después se va directa
a WhatsApp. Tan sólo un segundo conectada y ya le están ablando.
-¡Hola!
-Hola
:)
-¿Qué
haces?
-Pues
nada aquí estoy escuchando música, ¿y tú?
-Aquí,
aburrido.
Después
de un rato:
-Bueno
cuéntame algo
-¿Que
quieres qe te cuente?
-¡No
sé, algo!
-Mmmm…
Ah, te tenia qe preguntar una cosilla…
-¿El
qué?
-¿Por
qué me has dado un toque al móvil?
-¡Ah
vaya! ¿Eso? Pues la verdad es que no se, porque me ha dado por ahí jajaja
Lucía
relee la contestación de Peter y sonríe tímidamente.
-¡Ah
vaya! ¿Por qué estabas aburrido no? Pues vaya un entretenimiento. Y que le has
dado a todos un toque?
-¡Qué
va! Nada más qe a ti
-¿A
mí nada más? ¿¿Y eso??
-No
sé, me apetecía dártelo a ti nada más
Se
ríe irónicamente. ¿Por qué le apetecía? ¡Ja! Aquí hay algo que no cuadra y
Lucía lo sabe perfectamente. Pero lo que no entiende es por qué no cesa ese
cosquilleo en su barriga.
Capítulo 14
Miércoles,
jueves, viernes, sábado, domingo… Días que pasan. Lucía se asoma a la ventana
de su cuarto. Que rápido se pasa el tiempo cuando quiere, cuando una mejor se
lo pasa o simplemente cuando estás en el momento que llevabas esperado semanas
y se pasa en dos segundo. Ha pasado otra semana. No ha vuelto a hablar con
Peter más por Wa, pero se ven cada noche ya que ahora salen todos juntos. Y
para ser sinceros y hasta ella misma lo sabe, el tonteo ha llegado a otro
nivel. Comentarios, miradas, alguna que otra tontería entre los dos. Pero
ninguno de sus amigos ni amigas han notado nada todavía. Quizá no se percaten
de nada, o simplemente se hacen los locos por así decirlo. Es verano y para que
engañarnos, todos están un poco más revolucionados con esto de las vacaciones.
Quizá un poco más las chicas, y todo porque cuando acabó el curso, y leyeron
por última vez el cartel de 1º Bachillerato, todas prometieron que este verano
iba a ser inolvidable. Para Lucía lo está siendo. Primero Mario, con su nueva
red pera conseguirla y hacerla sufrir, algo que por el contrario no consiguió
del todo. Ahora Peter. Pero la verdad es que, ¿qué pasará con Peter? La
pregunta clave que no cesa en la cabeza de Lucía. Vuelve a mirar el horizonte.
Le encanta el paisaje de su ventana. Esta atardeciendo, se le hace raro el
estar en su casa ya que es costumbre que por esa hora estuviera en la piscina de su primo,
cosa que hoy no ha sido posible ya que su primo mayor a llevado allí a sus
amigos. Se aparta de la ventana, mira el móvil.
-“Madre mía, hoy el
WhatsApp está aburridísimo”
Piensa mientras que se
dirige a la puerta de su dormitorio, la atraviesa y baja las escaleras.
-“No se conecta. ¿Por qué
no se conecta?”
Peter está inquieto. Lleva
sin hablar con ella por Wa demasiado tiempo. ¿Cuánto? Toda la semana, desde la
última vez. La vio anoche. Bueno la ve todas las noches. Pero anoche estaba
diferente. Algo más guapa de lo normal. Quizá era esa nueva sombra de ojos, o
ese rizado extraño que se hizo para salir, o puede ser el vestido nuevo que
estrenó. Más corto de lo normal, por cierto. Y es que Lucía ha adelgazado
bastante desde que comenzó el verano y su ropa le sienta incluso mejor que
antes. Para ser sinceros no es que antes les sobrarán kilos de más pero el
quitarse uno o dos de encima le ha sentado de maravilla.
Peter piensa en ella.
Otra vez. Cómo tantas veces a lo largo del día. ¿Y hoy saldrá? Quién sabe. Lo
más seguro es que sí. Son las 8 y media, ¡el tiempo pasa lentísimo! Se levanta
del sillón se despereza y se mete en la ducha para arreglarse pronto y salir.
Abre la puerta, un aire de libertad y calor le golpea en la
cara. Pero es agradable. Lucía respira hondo. Ya era hora de salir un rato a la
calle y hacer locuras. Estaba cansada de estar en su casa y ahora que ve a sus
amigas se alegra aún más de poner un pie fuera. Sus padres ya le estaban
calentando la cabeza otra vez con eso de: “a ver dónde vas a ir”, “con quién
vas”, “¿van todas tus amigas?”, “coge las llaves por si no estamos cuando
vengas”…. Y otras muchas frases típicas de los padres coñazo, pero es que
últimamente están más pesados de lo normal. Por eso estaba deseando escaparse
de su casa.
Con
una gran sonrisa en sus labios y hablando animadamente con sus amigas caminan
rumbo a la plazoleta. Llegan entre risas y comentando alguna que otra locura.
-¡Hola!
-Vaya que feliz vienes hoy, ¿no?- comenta Lisa cuando ve la
gran sonrisa de Lucía
-¡Sí! Hoy me he levantado con ganas de ser feliz.- anuncia
Lucía
-¡Pues únete al club!- grita Alex mientras se sienta en el
banco
-¡Hombre
buenas!- las sobresaltan Peter, Gio y Sanz que acaban de llegar.
Les
echan la mano a Diego y Leo y se saludan.
-Bueno
vámonos al parque
Cogen
el camino que llevan al parque de verano, cómo lo han apodado, últimamente a la
gente le ha dado por irse allí por las noches.
-¡Sólo quedan dos días!- anuncia Fer
-¡Toma!- gritan todos al unísono
-Quiero subir ya y echar allí el día
-Sí, yo también.
-Solecito,
música, piscina… ¡Puff, si es que ojala fuera mañana!
Peter
mira a Lucía. Esta también lo mira a él. Algo se activa entre los dos, pero
ninguno aparta la mirada. Peter observa la mirada de felicidad de ella. Lucía a
su vez admira la complicidad de la mirada de él y la sinceridad que en sus ojos
se dibuja. Algo nuevo va ocurrir y tanto uno como el otro lo saben.
-¡Foto!
Venga otra. ¡Alicia corre y te pones!
Click.
Otra foto que queda para el recuerdo. Y de repente se oye el sonido del agua
salpicada, y la risa de adolescentes pasando un gran verano. Con la música a
todo volumen; y mientras unas toman el sol, otras se dan un buen chapuzón a la
vez que ellos se entretienen jugando con la pelota dentro del agua. Es martes.
Sí, ese día tan esperado. Por fin ha llegado. Y es que Lucía, Fer y los demás
llevan en el chalet desde las doce del mediodía. Nada más llegar todos se
metieron en el agua y desde ese momento llevan dentro de la piscina. Alex se
salió hace rato a tomar el sol. Fer, Leo, Diego, Sanz, Gio y Peter siguen
jugando a la pelota con las porterías y Lucía, Alicia, Lisa, Rosi, Gabi, Catie,
Carol y Jess siguen en el agua haciendo de la suyas. Pasado un buen rato, todos
salen por fin de la piscina y el agua se queda tranquila y en silencio. Bueno
la verdad es que no en demasiado silencio ya que el volumen de la música sigue
aumentando con cada canción.
-¡Danza
Kuduro! ¡Me encanta!
Y ahora todas las chicas se ponen al borde de la piscina y comienzan
a bailar como locas. “Las manos arriba, cintura sola, da
media vuelta. Danza Kuduro” Y cantan y se vuelven a tirar una vez más a la
piscina armando un gran alboroto mientras que los chicos se ríen y disfrutan
del espectáculo.
Al instante todas salen de la piscina y cogen cada una su
toalla. Se secan al sol mientras Fer va sacando las bebidas y las cosas para
comer, la mesa y las sillas. Lucía le ayuda. Es su primo y no le gusta que
cargue con todas las cosas ya que también ella es la que ha invitado a los
demás. Cuando terminan de secarse se sientan a la mesa y cada uno se come un
gran bocadillo.
Después de comer algunos se meten dentro de la nave a
acostarse un rato en el sofá mientras que otros cuantos echan una partida de
cartas. Lucía se queda fuera sentada en un banco admirando ese hermoso día.
Mira a un lado. Ve a sus amigas allí sentadas riendo, pasándoselo en grande.
Las quiere. Son una parte importantísima en su vida ya que no sabe qué haría
sin ellas. Y dirige una mirada a cada una de ellas. Lisa siempre tan loca y
divertida. Alicia tan pequeña pero con tanta sensatez y esas ganas de ser
feliz. Catie con sus cosas peculiares que hace que todas sonrían. Gabi con sus
pequeñas cosas atolondradas y ese entusiasmo. Rosi tan deportista y tan
increíblemente cabezota a veces. Carol tan optimista y sincera como es ella, y
esa sensación de libertad que expresa. Jess solo la conoce de poco pero poco a
poco ha ido congeniando muy bien con todas. Alex… la verdad no sabe que es de
Alex últimamente, pero tan liberal y confiada como siempre eso seguro. Ahora
mira al otro lado y justo en ese momento Peter aparece por la puerta de la nave
y le sonríe. Lucía le devuelve el gesto y ve como Peter se acerca hasta donde
esta ella.
Se pone nerviosa a cada paso que Peter da. ¿Y esa sensación?
¿Se puede saber a qué se debe?
-Bonito día ¡eh!- comenta Peter mientras se sienta al lado
-Sí, ya era hora de que echáramos un día como este.
-Si es cierto
-¿Qué están haciendo estos por ahí dentro?
-Jugar al futbolín. ¡Madre mía esta tremendo! Y además ya le
he ganado a tu primo tres veces al ping-pong.
-Jajaja.-ríe Lucía.- eso es muy raro. Pero bueno todavía
puede ganarte si jugáis otro partidillo
-Eso lo tendremos que ver
-El día todavía es largo queda mucha tarde por delante
-Sí, y además ahora es cuando empiezo a disfrutar de verdad
del día.- le dice a Lucía mientras se levanta del banco y le guiña un ojo.
¿Qué ha querido decir con eso? Era una conversación de amigos
y ya está. No llevaba ningún tipo de indirecta entre líneas. ¿O quizá si?
Sonríe. A ella también se le forma una curva en los labios.
Peter está cerca, muy cerca. Se encuentran dentro de la piscina. Lucía está
apoyada en el filo y Peter está a su lado. Los demás no se percatan de nada,
siguen divirtiéndose y haciendo el tonto.
-¡Marco!- grita Gabi que es quién se la queda ahora
-¡¡Polo!!- responden al unísono los demás.
“Parecen niños pequeños.” Piensa Lucía mientras contempla la
escena. Y como si Peter hubiera leído sus pensamientos contesta:
-Cómo se lo pasan, ¡eh!
-La
verdad es que para sus 17 años parece que no tuvieran edad. Y pensar que han
pasado ya por tantas cosas…- Lucía cierra los ojos, echa la cabeza hacia atrás
y se pone a recordar todos esos momentos.
Peter la contempla y vuelve a sonreír.
-No
pienses en ello, todavía les queda por vivir muchas otras cosas, igual que a
ti, o que a mí, ¿no?
Lucía
abre los ojos, un poco alterada y nerviosa. ¿Igual que a ti, o que a mí? ¿Se
puede saber a qué vienen tantas indirectas? Pero sin quererlo esas malditas
mariposas vuelven a correr revoltosas en su estómago, y hacen que se vuelva
hacia Peter y lo mire a los ojos. Se encuentra con su mirada. Y se quedan así
unos instantes. Cómo si el tiempo corriera a su alrededor ellos se quedan
congelados, cómo si algo les atara al suelo y no pudieran moverse. Pero es
agradable. Dos miradas encontradas. Dos corazones acelerados. Quizá demasiado
para lo que les depara el futuro a ambos. Pero por arte de magia un chapuzón de
sus amigos y amigas hacen que Peter y Lucía despierten de aquel extraño sueño
que para ser sinceros a despertado ese sentimiento que tanto uno como el otro
llevaban dentro desde hace mucho.
Lucía
aparta la mirada rápidamente y se dirige hacia las escaleras de la piscina.
Nerviosa, tímida, quizá un poco entusiasmada. Peter también se da la vuelta y
mira para el otro lado. ¿Se puede saber que ha pasado? Él nunca ha sido así.
Nunca. Pero Lucía… le causa algo diferente. En su interior intenta descubrir
que es, pero no tarda en desatarse de sus pensamientos cuando los chicos
vuelven a sacar las porterías y se ponen a jugar al fútbol.
Lucía
sin embargo, se sale de la piscina busca su toalla y se aparta con velocidad
del escándalo que los demás tienen montado. Baja las escalerillas. Abre la
puerta. Cruza la verja…
-¡Roki!
Se
agacha y acaricia dulcemente al animal. Lucía lo admira. Fer y ella tenían tan
solo 8 años cuando Roki llegó a la familia. Se acuerda de la primera vez que lo
vio. Un bóxer tan pequeño. Tan “cuqui”, cómo ella solía decir. De pelaje marrón
oscuro, y hocicudo. Que daba ternura solo mirarlo a esos pequeños ojos negros.
Y sigue siendo así. Roki inspira mucha ternura y confianza a Lucía, la que
necesita ella en este momento. Lo vuelve a acariciar. Todo el mundo dice que es
feo. ¿¡Feo!? Lucía se queda asombrada cada vez que alguien dice algo así. Y
aunque es el perro de su primo, para ella es como si fuera suyo. Lo quiere,
muchísimo. Sólo es un animal, pero ella le coge demasiado cariño a este tipo de
cosas. No tiene la culpa de ser tan cariñosa. Una buena actitud que seguro le
gustaría a Peter. Peter… Lucía se percata de la escena que acaba de presenciar.
¿Qué ha sido eso? Esa mirada. Y lo más importante ¿qué ha sentido? Una
respuesta que por ahora queda en el aire, pero que pronto será resuelta.
Capítulo 15
Nervios.
Más nervios. Está demasiado nerviosa. ¿Qué hacer? Relee otra vez en la pantalla
de su móvil la conversación de Wa.
-¡Lucía!
-¿Sí,
mamá?
-Ve
a comprar a la tienda de la esquina que necesito una cosa para la comida.
-Vale
mamá.
¿Y
ahora? ¿Qué le dice? Joder, pues la verdad, vaya problema. Vuelve rápidamente a
coger el móvil y se pone a escribir con prisa y atropelladamente.
-Perdona,
pero no te puedo contestar ahora, esta noche cuando salgamos te digo, es que me
tengo que ir a comprar a la tienda.
-Vale,
no pasa nada, tranquila. Nos vemos esta noche. Un beso :)
-Ok,
gracias. Besitos :D
¡Vaya
hombre! Qué oportunidad, y cuando se lo dice tiene que ir a comprar a la
tienda. Maldita sea… Bueno solo tiene que esperar unas cuantas horas. ¿Unas
cuantas? Más bien, la mitad del día para saber la respuesta de Lucía. ¿Dirá que
sí? ¿Querrá salir con él? Pero, ¿y si dice que no? Se hundirá, seguramente….
Otra desilusión más. Peter no puede más con su cabeza. ¡Venga no pienses más
joder!
Pincha
en la carpeta de música, play: “Pa’
que de mi te enamores” Guille El
invencible. Sí Lucía,
ojalá te enamorarás de mí….
Otro
día más… ¿Y esos gritos? Joder que se calle ya. Que sí, que ya sé que anoche
llegué a las 5 y media. ¿Y qué? Dios, cállate de verdad… Sí, ya, parece que ya
se ha… ¡No! ¡Sigue! Otra vez gritando.
-¡Mama
déjame en paz!
¿Ya?
Si ya. Dios mi cabeza…. ¿Qué hice anoche? Ni me acuerdo…. A ver, estaba con… Si
y luego llegaron esos, y nos dieron a probar y después me hice yo uno… Y… ¿y
qué más? No me acuerdo de nada más. ¿Y hoy que día es? ¡Ah sí! Jueves, hoy toca
otra gran noche.
Las
nueve y media. Hora de salir. Lucía se ha arreglado hoy un poco más que de
costumbre. ¿Habrá un motivo, alguna razón para ello? Puede que sí. Puede que
para él. O puede que no. Es un simple día entre semana. Un jueves, quizá un
poco distinto a otros. Pero ahí está. Con sus amigas. Las únicas que saben algo
son Lisa y Carol. Las demás se enterarán dentro de poco.
-Alicia.-susurra
Lucía a la oreja de su amiga
-¿Qué?
-Venid
un momento Gabi, Catie y tú por favor…
-Vale,
chicas venid.
Lucía,
Alicia, Gabi y Catie se alejan un poco del banco donde están sentados los
demás. Incluido Peter, que no deja de mirarla, sabiendo perfectamente la
noticia que les está comunicando a sus amigas.
-¿Qué
hago?
Carol
y Lisa se han sumado al debate.
-Inténtalo,
es un buen chico. No le haría daño ni a una mosca
-Sí,
además se nota demasiada química entre vosotros, sobre todo desde que empezó el
verano
-¿Tanto
se ha notado?- Lucía se queda asombrada, ¡creía que nadie se había percatado de
nada!
-¿¡Qué si se ha notado!? Venga Luci, que no habéis dejado de
tontear desde que terminó el insti Jajaja
Madre mía. Pero, ¿en serio se habrá notado tanto? Lucía no
sale de su asombro. Pero necesita despejarse. Ya sabe más o menos lo que quiere
y no va a dejar escapar esta oportunidad del destino.
A lo largo del tiempo y sin apenas darse cuenta, el destino
le deparará muchísimas otras oportunidades increíbles.
Ahí está enfrente de ella. Se miran, una sonrisa.
Impacientes por dentro pero ilusionados por fuera. Lucía va a transmitirle lo
que piensa.
-Peter yo… estaría encantada de salir contigo, y probar a
ver lo que pasa.- Ya está lo ha dicho, y está un poco más tranquila. Su sonrisa
delata esa gran satisfacción que siente en ese momento.
Peter, por su parte; no acaba de creérselo del todo. ¿Es
real? ¿A dicho de verdad que sí? ¡Sí, lo ha dicho! Una mirada intensa y de
felicidad se iluminan en sus ojos, y rápidamente y con un ligero movimiento
abraza casi sin apenas dejar espacio a Lucía. Esta por su parte cierra los ojos,
intentando disfrutar al máximo de ese momento.
Vuelven junto a los demás. Sonrientes, cómplices. Y no han
llegado ni dicho todavía nada cuando Leo es el primero que salta:
-¡Vaya parejita tenemos señores! Pareja del verano. Sí, sí.
Todos se dan la vuelta y admiran a sus amigos que acaban de
llegar. Las chicas se lanzan una mirada fugaz y divertida entre ellas, Lucía
también participa en ese juego de miradas, que dice mucho de lo que piensan las
demás. Están contentas y se alegran por ella. Los chicos a su vez se guasean de
Peter y Lucía, con las típicas bromas.
Todavía queda una larga noche de jueves por delante…
La noche no ha hecho nada más que comenzar. Termina de
ponerse bien el pelo. Un poco más de gomina no le hace daño a nadie, y vuelve a
pasarse la mano por esos pequeños rizos que no consigue dominar del todo. Se
mira. Una última vez, un último vistazo. Sí, ya está listo para otra noche.
Sale por la puerta pero antes un último y pesado recordatorio de su madre:
-¡Ten cuidado a ver lo que vas a hacer por ahí; no te digo
nada!
No responde, simplemente cierra la puerta de la calle de un
portazo, mete la llave y cierra completamente. “¡Qué pesada que es, joder!”-
piensa mientras camina dirección adonde a quedado con sus amigos. Un día tras
otro, numerosas cosas insignificantes para él, han llevado a múltiples
discusiones con su madre. Está demasiado arto de esa situación. Saca el paquete
del bolsillo y sin más preámbulos saca un cigarrillo y lo enciende. Una calada,
dos, tres. Ya está más tranquilo, ese vicio indeseable y despreciado, le hace
tranquilizarse por un momento, quizá por algo más que un instante.
-¡Escúpetelas!
-Mierda…
Todos ríen mientras Rosi suelta las cartas sobre el banco y
Alicia y Lisa chocan sus manos. Está partida la han ganado pero la próxima ya
se verá. Ahora toca jugar a “La Mona”. Lucía
está sentada al lado de Peter, Diego le ha concedido ese privilegio a posta. Se
miran y sonríen de vez en cuando y alguna que otra vez se cogen de la mano sin
ser descubiertos. Rosi vuelve a repartir las cartas y todos están atentos para
saber a quién le ha caído la mala suerte de tener el joker. Y cómo no, esa gran
mala suerte le toca a Catie. Siempre a ella. Pero para su beneficio el que
ahora coge esa carta y se queda con ella sin saberlo es Leo. Pasa la última
hora de la noche para Lucía. Momento de despedirse y sin esperarlo, Peter se
levanta a su vez y camina a su lado. La acompaña hasta la esquina de su casa.
-Bueno pues nos vemos mañana ¿no?- Dice Lucía con una
pequeña sonrisa forzada y con grandes nervios sin saber que vendrá a
continuación.
Pero no tarda en descubrirlo. Peter se inclina hacia ella y
la besa.
Capítulo 16
La verdad es que no ha dormido mucho esta noche. Ese beso…
No fue tan especial, ni tan dulce como esperaba… Fue raro, extraño,
indiferente… Uno más… Lucía se siente un poco culpable al pensar en todas esas
cosas. No ha parado de recordar el beso durante toda la noche, su cabeza
tampoco ha parado de darle vueltas a sus últimos pensamientos. Pero a fin de
cuentas, la conclusión de Lucía es que, tanto Peter como ella, estaban
nerviosos, quizá eso implicó que el beso resultara un poco más agrio de lo normal.
No obstante Lucía esta ilusionada con la decisión que tomó a cerca de darle una
oportunidad a Peter. Quizá todo salga como ella espera. O quizá no… En tal caso
está satisfecha y contenta de haber podido olvidar a Mario de una vez y de
empezar una nueva relación con Peter.
Ahora, contenta de ese último pensamiento se levanta de la
cama y baja a desayunar, como cada mañana.
Mira el reloj. Las 11 y
media. Demasiado temprano para levantarse. Anoche también llegó pronto a casa.
Sobre las 1 o las 2 de la mañana. Sí, bastante antes de lo normal. Pero es que no
había nada interesante que hacer. Sus amigos de toda la vida han empezado a
pasar las noches con un grupo de chicas tres años más pequeñas que ellos. Se
debe a que Hernán y Nier; dos de sus amigos, han empezado a salir con dos de
esas chicas y los demás se dejan llevar. Al parecer se llevan bien con ese
grupito de niñas. No le molesta, ¿por qué debería? Incluso él se ha unido
alguna que otra noche a ellos y las chicas, a decir verdad, no son malas. También
hay alguna que otra que le llama la atención. Ha cambiado un poco sus actos, ya
no es tan rebelde como solía ser. Y además queda mucho verano por delante,
pueden pasar muchas cosas aún…
Está feliz. Sí. Peter es la persona más feliz en este
momento. Y todo gracias a ella. A Lucía, a SU Lucía. Nada más pensarlo le
aparece esa típica sonrisa tonta. Pero no puede ocultarlo es demasiado para él,
nunca imaginaría que pudiera llegar a estar con ella. Siempre habían sido
buenos amigos, con ese rollito especial de quizá en un futuro algo más, y ahora
es cuando puede decir que eso ha sucedido de verdad.
-Nene, ¿hola? ¡Reacciona que estás embobado!
Su hermana mayor pasa la mano justo a un centímetro de
distancia de la cara de Peter. Ahora sí este se da cuenta y la aparta de un
manotazo. No la había oído entrar.
-¿Qué quieres?
-Nada, venía a ver lo que hacías…
Sabe de sobra que su hermana no está allí solo por eso. Esa
mirada… la delata. Peter la conoce demasiado bien.
-Venga en serio, suéltalo, ¿qué pasa?
-Me he enterado de cosas…- su hermana sonríe maliciosa.
Ahora es la mirada del chico la que cambia. Primero asombrada, después
interrogante, mientras, su hermana prosigue.- Me han contado por ahí que hace
poco que estas con una chica.
Lo ha soltado así como el que no quiere la cosa. Pero ¿cómo
es posible que su hermana se haya enterado ya? ¡No ha pasado ni un día entero!
-¿Quién te lo ha contado?
-¡Ajá! Así que es cierto. Jaja no te voy a decir quién me lo
ha dicho, pero quiero saber quién es la afortunada.
Peter se resigna, si no se lo cuenta su hermana se va acabar
enterando de todas maneras, y además ¿qué más da? Tampoco es nada malo.
-Se llama Lucía. Tiene mi edad.
Su hermana se queda pensando un momento, pero al instante sonríe.
-Vale sé quién es juju.
Y así tal cuál dice esa última frase la chica mayor sale del
dormitorio con una sonrisa. Contenta al fin y al cabo por su hermano pequeño.
Capítulo 17
Han pasado varios días, Lucía ríe al lado de sus amigas,
esta noche Peter no está entre los presentes. Esta noche él está en las fiestas
de un pueblo cercano donde tiene familia, al igual que Catie. Estos últimos
quince días han sido para Lucía un poco moviditos, ha habido días buenos y días
malos, con alguna que otra sorpresa de por medio. Peter ha cambiado de grupo de
amigos, ahora sale con unos chicos algo más mayores que él, aunque Sanz y Gio
también se han unido a ellos. Alex ha disminuido su tiempo de salida con las
chicas, ahora sale menos que antes, pasa más noches con David, aunque por otra
parte eso es algo normal desde que ha perdido la virginidad con él, es
increíble que fuera ella la primera del grupo en abrir el cascarón y hacerlo,
aunque por otra parte todas se esperaban que fuera ella la primera en comunicar
esta noticia. Además Lucía ha estado unos días de vacaciones recorriendo los
pequeños pueblos, las grandes ciudades y los increíbles paisajes de Galicia con
sus padres y su hermana pequeña.
Realmente esos días fuera de casa ha pasado momentos muy duros por Peter, lo
echaba de menos, pero esa angustia que ha tenido durante todo el viaje se debe
a que Peter muchas veces ha estado incomunicado y ha estado más de dos días sin
hablar con él, son cosas que a veces parece que no tienen relevancia, pero que
para Lucía suponen cosas importantes y a veces la llevan a preocuparse
demasiado.
La verdad es que la relación de Lucía y Peter también ha
dado un vuelco inesperado. Ya no están tan juntos como al principio y siempre
que tienen un rato para ellos hay gente alrededor, esto último puede que no sea
culpa de ellos, pero Lucía sabe de sobra que algo no está yendo todo lo bien
que debiera y eso le preocupa un poco.
Otra noche que llega a su fin, con sus risas y sus locuras,
Lucía vuelve a casa otra noche más sin saber muchas noticias de Peter. Se
cambia y se recuesta en la cama, y como estos últimos días se queda dormida
esperando aunque sea un simple mensaje que le diga que todo va bien, que ellos
al fin y al cabo están bien…
Abre la puerta despacio son las seis de la mañana, hora
buena de llegada, ni se ha pasado ni llega temprano. Pero no quiere hacer mucho
ruido para no despertar a sus padres. Vio marcharse a su hermano sobre las
cuatro y cree recordar que volvió con Hernán en el coche, aunque no está muy seguro
de ello. Ese último porro no es que le haya sentado demasiado bien, y la noche
en el pueblo de al lado ha sido movidita. Había mucha gente conocida en el
botellón, y por alguna razón se ha fijado en una escena curiosa. Ese chico
tiene dos años menos que él y por lo que tiene entendido esta novio con una
chica de su edad, a la que por cierto ni conoce, pero a la que si conoce de
vista es a la amiga de la susodicha novia, Alex parece que se llama, y está con
David. Lo que más le llama la atención es que ella estaba tonteando con ese
chico, o más bien no sabe si era él a ella porque era el chico el que la tenía
bien agarrada de la cintura susurrándole algo al oído. Tampoco es que se haya
fijado mucho en ello, solo que pasaba por allí y le ha llamado la atención esta
situación, aunque para decir verdad no es que le interese tampoco mucho la vida
de los demás, mientras que no se metan con la suya todo está bien.
Acostado en la cama empieza a recordar numerosas cosas que
han pasado esa noche, y hay algo que tampoco le ha gustado demasiado... Esa
otra escena lo ha dejado marcado y se ha dado cuenta de las cosas, su vida no
puede seguir así, algunas cosas han llegado demasiado lejos, y es algo con lo
que a partir de ahora debe controlarse, no más, ni uno. Ahora piensa en lo que
le espera mañana, debe aguantar.
Lo que Alexis no sabe es que toda esta noche a lo largo del
tiempo producirá cambios en su propia vida.
Lucía se despierta con un
sabor amargo, ese sueño… No le ha gustado demasiado. Mira el móvil, las doce
del mediodía, pero ni rastro de Peter. Ni una llamada, ni un SMS, ni un
WhatsApp… Nada. No es algo que le inquiete, estos días atrás se ha levantado de
la misma manera, y no es de extrañar que hace poco Peter acabara de llegar a su
casa y esté durmiendo es estos momentos. Vuelve a dejar el móvil en la mesita y
se levanta de la cama con torpeza. Va al baño, se viste, se lava la cara y se
hace una coleta alta. Baja a desayunar y como de costumbre no hay rastro de sus
padres ni en el salón ni en la cocina, su madre estará comprado y su padre
trabajando. Mientras que su hermana pequeña sigue durmiendo. La verdad es que
no tiene demasiada hambre y el desayuno es ligero, medio vaso de leche y unos
pocos cereales. La mañana transcurre tranquila, escuchando música, leyendo el
libro que empezó a principios de verano, la tercera parte de la trilogía de Canciones para Paula de Blue Jeans y que le está encantando, hablando un poco con sus amigas
por el grupo de WA, y antes de la hora de la comida un rato de televisión.
La tarde está entretenida en el chalet de su primo. Esa
tarde ha subido toda la familia, incluidos sus abuelos, y la piscina está
abarrotada, ya que la familia del padre de Fer también está allí. Lucía charla
con su primo de los planes de esta noche, no hay mucho que comentar, la rutina
de siempre.
Sigue sin tener noticias de Peter, pero lo que más le está
sorprendiendo es que no está tan preocupada como de costumbre, lo que también
le llama la atención es que ni sus amigas, ni ella, han tenido noticias de Alex
desde ayer por la tarde. Saben que anoche estuvo en las fiestas y el botellón
con sus primas, pero desde que ayer hablaron no han vuelto a saber nada de
ella. Bueno en verdad no es tampoco algo raro, Alex está últimamente en su
propio mundo y no hace mucho caso de las demás. La que sí está ahora mucho con
ellas es Jess, baja todos los días al pueblo de las chicas y le encanta estar
juntas. Las demás por su parte la están conociendo más a fondo y les encanta
como es.
El móvil de Lucía empieza
a vibrar, pero solo dura unos segundos, Lucía lo coge con parsimonia, es un
SMS… ¡de Alex! ¿Alex? No suele escribir muchos mensajes de texto y si tiene
algo importante que decir suele hacer una llamada, pero esto es raro. Lucía
abre el mensaje: “Tenemos que hablar esta noche. Es urgente.”
¿¡QUÉ!? No es posible… Quiere creer que
esto no está pasando... Pero no es así. Lo que Alex le ha contado es verdad.
¿Cómo ha terminado de esta manera? Jamás creería que Peter podría llegar a
hacer algo así. Alex le ha contado lo ocurrido la noche pasada en las fiestas
del pueblo cercano. Cómo Peter se le acercó e intentó algo con ella. Alex
reconoce que ella también iba un poco más contenta de lo normal con eso del
alcohol, pero no podía llegar a pensar que al acercarse a Peter para saludarlo
este se le tiraría directamente al cuello y a susurrarle cosas al oído. Por
otra parte, ella se le acercó un poco más de lo normal y bailó más provocativamente
de lo permitido con el novio de una amiga, pero esto es algo que Lucía no sabe,
y que por el bien de todos, y de que David tampoco se entere, Alex ha decidido
guardárselo para ella. No llegaron a darse ni un mísero beso, pero para Lucía
ya es bastante, lo que todavía no se espera es que lo peor aún está por llegar.
Alex deja que su amiga recupere un poco la compostura antes de revelarle la noticia
que puede hacerle demasiado daño. Lucía está muy confundida. Sus amigas tampoco
se esperaban esta reacción por parte del chico e intenta encontrarle un por
qué, pero no hay ninguna teoría posible para salvarlo. Alex vuelve a ser el
centro de atención de sus amigas, ahora es ella la que se siente un poco
culpable y está nerviosa por la espantosa noticia que va a transmitir.
-Esto… chicas… Tengo que deciros otra
cosa…
-¿Más Alex? Si tienes que contarnos
algo más dilo ya y no te andes con rodeos.
Alicia apremia a Alex para que suelte
lo que tiene que decir y dejar a Lucía un poco de espacio de desahogo, pero ni
Alicia ni las demás pueden llegar a saber que lo que Alex va a decir va a
destrozar a la inocente chica de la que todas están pendientes en este momento.
-Después de todo esto y de alejarme un
poco de Peter, lo vi alejarse con otra chica…
Lucía levanta la vista del suelo, tiene
los ojos rojos y empañados, pero todavía no ha caído ninguna de las lágrimas
que están asomando, tiene la mirada dura y la dirige directamente hacia Alex
pidiéndole que continúe. Ella asiente un poco cohibida y continúa su relato.
-Está bien, yo no los vi, pero confío
demasiado en las personas que me lo han dicho y han sido más de una. Peter se
lió con esa chica… Es una amiga de su prima de allí. Lo siento Lucía sé que es
mucho para ti en un dia, pero tenía que contártelo…
Tras soltar la bomba Alex agacha la
cabeza y vuelve la mirada a otra parte. Lucía no puede articular palabra.
Demasiada información en unos simples minutos. Esto es lo último que podría
haber pensado escuchar esta noche. Pero ha pasado, y eso es lo que tiene
presente ahora mismo.
Sus amigas la miran, están enfadadas,
cabreadas y también confundidas por lo ocurrido. Jamás habían pensado que Peter
podría hacer algo así. Nunca ha sido de ese tipo de chicos, y ahora… Ahora es
una persona totalmente desconocida para Lucía. No va a llorar, no va a darle
ese gusto. Sus amigas la están intentado animar, pero ella sigue callada. No ha
dicho nada desde que Alex ha terminado de hablar. Esto se está convirtiendo en
un martirio para ella. Sus amigas le dicen que tiene que hablar con Peter, pero
eso es lo último que Lucía quiere hacer en estos momentos, no es que le
apetezca cruzárselo de frente ahora mismo, porque lo único que haría sería
pegarle una bofetada a ese cabrón. Respira hondo y suelta el aire despacio.
Desde el mismo instante en que Alex le ha contado que Peter se le acercó
demasiado, Lucía ha sabido que lo suyo había terminado.
La noche pasa lenta, Lucía sigue
ensimismada en sus pensamientos, mientras que sus amigas ya han recobrado su
carácter normal. Es temprano, pero Lucía tiene ganas ya de volver a casa.
Quiere estar sola, alejarse del mundo por unas horas. Se despide débilmente de
sus amigas que le dirigen miradas cómplices de ternura.
Camina despacio con la mirada baja,
pero en un rápido movimiento alza unos segundos la cabeza y puede ver como
Peter viene de frente con sus amigos. Pero ve como el chico se queda en la
esquina de su calle, esperándola. Sus amigos pasan de largo y saludan a Lucía.
Esta por su parte no se puede creer nada de lo que está pasando. Llega a la
esquina. Peter y ella se encuentran de frente el uno al otro.
Capítulo 18
No quiere mirarlo. Además no puede. Lo que ha hecho… Es imperdonable…
Pero por otra parte quiere saber qué tiene que decirle, para qué se haya parado
a esperarla. Peter intenta mirarla a los ojos, pero es imposible. Tiene la
sensación de que se ha enterado de algo… No debería haberlo sabido. Al menos no
tan pronto… Y ahora tiene que lidiar con el problema. No está acostumbrado a
esto, sabe que lo ha hecho mal, demasiado quizás, pero hacía unas semanas que
ya no era lo mismo. Algo había cambiado entre ellos…
-Yo…
Lucía alza la mirada. Peter se arrepiente entonces de
haberse parado. Su mirada es intensa, está llena de rabia. Peter da un pequeño
paso atrás, no sabe la reacción que Lucía puede tener. Pero en un instante esa
mirada se desvanece, se inunda de lágrimas. Ella no quiere que la vea llorar y
vuelve a bajar la cabeza. Peter no se esperaba esa reacción, solo puede decir
una cosa, pero él mismo sabe que eso no va a bastar.
-Lo siento…
Lucía curva sus labios, en una irónica y amarga sonrisa. Eso
no basta. Y sin decir nada cruza la esquina y lentamente camina hacia su casa.
Peter no intenta detenerla. No es momento. Sabe que le ha
hecho daño. La ve alejarse y también él da media vuelta y se marcha en busca de
sus amigos.
Alexis ríe con sus amigos. Está noche están con esas chicas
que hace poco comenzaron a salir con ellos. Hernán abraza a la chica con la que
lleva unas cuantas semanas, ¿cómo se llamaba? Ah sí, Mara. Es una chica muy
guapa, con un cuerpazo de escándalo y el pelo color marrón claro y muy largo.
Se nota que se gustan demasiado desde antes de estar juntos. También Nier ha
encontrado a alguien dentro de ese pequeño grupito. Hannah es una chica de ojos
achinados, con el pelo liso y negro más o menos a la altura de los hombros,
también de buen cuerpo. A estos dos se les ve bien juntos, tienen plan de
durar. Alexis también se ha fijado en otra chica. Se llama Thelma es una chica
más bien bajita, de pelo ondulado y castaño, corto. Está más delgada que sus
amigas, pero tampoco está nada mal. Lo cierto es que Hernán, que es el único
que sabe que a Alexis ella le llama la atención, no sabe como le puede gustar,
no es de su tipo, pero él sabrá lo que hace. Aunque entre lio y lio, algo no
saldrá del todo bien.
Lucía entra demasiado deprisa en casa. Sube las escaleras
corriendo. Ni si quiera se cambia de ropa. Cierra la puerta con un portazo y se
tira en la cama, lo único que puede oírse en su habitación en ese instante es
el sollozo de alguien a quién han dañado. A Lucía no le importa Peter, sabe que
desde hacía varias semanas las cosas iban mal, no estaban como deberían, por lo
que realmente llora es por la impotencia de no haber sabido responder a todo lo
que ha pasado esa noche. Por dejarse herir una vez más, como tantas y tantas
veces han conseguido ya. Por seguir siendo la niña inocente de siempre. Juró
que sería la última vez. Y ahí está de nuevo. Sorbe por la nariz. Ha manchado
los cojines de la cama con el rímel, su madre la va a matar, sonríe tristemente
ante esta ocurrencia, menos mal que está noche sus padres y su hermana han
salido a cenar fuera. Se da la vuelta y se queda mirando el techo. En serio,
¿encontrará a alguien alguna vez que la entienda? ¿Qué no hiera su pequeño y
cicatrizado corazón? ¿Qué sepa cuidarla y mimarla? En estos momentos no lo cree
posible.
Pero el destino, a veces tan traicionero, también sabe
cuándo es el momento justo de cambiar…