sábado, 24 de agosto de 2013

Comenzamos..


Capítulo 1
Han pasado tres meses, pero como cualquier otro día, está tumbada en su cama, piensa y recuerda aquellos momentos que no olvidará, ríe y llora a la vez no puede soportarlo un minuto más… Alza la cabeza, sus ojos hinchados y rojos es lo primero que ve en el espejo de enfrente de su cama. Se levanta despacio y se dirige a él. Se mira pensativa. En estas semanas ha cambiado, más por dentro que por fuera.
Lucía es una chica muy alegre y simpática que no deja de sonreír nunca, es humilde y ayuda a quien lo necesita, a la vez es dulce y le da mucha importancia a sus sentimientos, pero también es cabezota y defiende sus ideas de tal manera que ella lleva razón sí o sí.
Su pelo es castaño y ondulado con ese brillo que no se consigue fácilmente, sus ojos marrones y grandes con esas pestañas tan largas nunca pasan desapercibidos, la nariz es pequeña y le da un toque infantil a su cara y sus labios grandes y carnosos son la perdición de cualquier chico.
Pero aunque sea muy guapa, Lucía no está demasiado contenta con su aspecto, o  mejor dicho, con su cuerpo. Esto se debe a que todas sus amigas tienen un tipito impresionante y ella es la más rellenita del grupo. Sus amigas le dicen que está bien, pero no es así, la realidad es otra; ella sabe que si le dicen eso es porque la quieren y no desean verla sufrir, y aunque no piensa demasiado en ello, siempre lleva esa preocupación en la mente.
Lucía deja de mirar su reflejo en el espejo, parece que llaman al móvil, sí, la melodía confirma que es Carol la que está al otro lado de la línea. Lucía no tiene demasiadas ganas de contestar, pero reconoce que hablar con su amiga le vendrá bastante bien.
-¡Hola Lucía!
-Hola…
-Oye, hemos quedado a las seis donde siempre para tomar un café, ¿te recogen las otras?
-No se… No tengo muchas ganas de salir…
-¿Y eso? ¿Por qué? ¿No me dirás que es por lo mismo otra vez?
Lucía asiente; segundos de silencio; y aunque Carol no la vea sabe que la respuesta ha sido sí.
-Vamos Lucía, no te puedes pasar todo el día encerrada en tu habitación pensando en lo mismo, tienes que salir, despejarte y pasarlo bien sobre todo hoy que es sábado. Sabes que estamos igual, a mí también me ha pasado…Si es que… ¡somos las dos iguales!
Lucía sonríe, su amiga lleva razón tiene que salir.
-Bueno… vale, salgo…
-¡Bien!
-Jaja. Nos vemos luego ¿vale?
-Vale, un besito, pero luego bajaré a tu casa un rato antes, ¿vale?
-Ok ¡Un beso!
Cuelgan. Lucía está más relajada y se ha olvidado por un rato. No sabe que ponerse, además tiene el armario muy desordenado; pero  hay que arreglarse y ponerse en condiciones, hoy quiere pasarlo bien.
A las cinco en punto llaman al timbre. Lucía abre. Sus padres se han ido de compras y tienen tiempo suficiente para todo. Carol ya viene arreglada, siempre con algo de estreno: una diadema, una falda, una camisa, un pantalón… lo que sea.
-¡Hola! ¡Qué guapa Lucía!
Sonríen. Lucía sabe la pregunta que viene ahora.
-¿Qué te pasaba cuando te he llamado? Es por lo de siempre ¿no?
Lo sabía. Lucía asiente tímidamente.
-Puff… Otra vez con Mario en la cabeza… no se te olvida, ¿verdad?
Una lágrima resbala por la mejilla de Lucía y Carol la abraza dulcemente. Sabe por lo que está pasando; hace unos meses a ella le pasó algo parecido, su novio rompió con ella, y Carol lo está pasando incluso peor que Lucía, por eso las dos se apoyan mutuamente.
Y es que la relación que Lucía tuvo con Mario fue inolvidable; y aunque durara poco, fue el tiempo suficiente para que se enamorara de él
Suben al dormitorio, y Carol la intenta consolar, es muy buena amiga y sabe por lo que Lucía está pasando.
Carol es una chica muy segura de sí misma, no le da vergüenza nada, pero aunque parezca muy extrovertida es muy niña por dentro, solo las personas que la conocen bien lo saben. Es alta, con el pelo entre una mezcla de rubio y castaño cortado en forma de melena.
A las seis y un poco más Catie, Gabi y Alex llegan justo a tiempo

Catie es una persona reservada, no suele mostrar mucho sus sentimientos, pero es agradable y gusta estar con ella. Es delgada más de lo que le gustaría, con el pelo castaño, de un castaño claro y normalmente suele llevarlo liso.
Gabi es una chica muy alegre e inteligente y cariñosa como la que más. Tiene el pelo castaño muy oscuro, un día la ves con el pelo liso y al siguiente rizado.
Alex es alegre, simpática y muy soñadora. Tiene mucha confianza en los demás y le importa demasiado lo que opinen de ella. De las más altas del grupo, tiene el pelo castaño y liso, muy liso. Su mirada transmite bastante a la hora de hablar de sus sentimientos.
Las cuatros salen de la casa de Lucía y se dirigen al lugar donde han quedado con las demás.
Lisa, Rosi y Alicia ya están allí.

Lisa es la más graciosa y divertida. Es muy sociable, le encanta relacionarse con los demás y suele llevarse bien con todo el mundo. Tiene el pelo castaño oscuro y rizado, muy pero que muy rizado.
Rosi es una de las más bajitas del grupo. Es una persona muy segura de sí misma y a la que no le importa lo que digan los demás, tan solo lo que opinen las personas que la quieren. Es una chica simpática y alegre que sabe pasárselo como nadie. Tiene el pelo rubio y corto.
Alicia es la más bajita pero la más sensata y con los pies en la tierra. Siempre sabe diferenciar entre lo bueno y lo malo, y hace que las demás a veces se replanten las cosas para bien. Se preocupa por las personas que le importan ya que todos los que la conocen le tiene mucho cariño. Tiene el pelo castaño y ondulado.


Se saludan y deciden ir a una cafetería cercana para hablar mientras toman un capuchino.
-Bueno chicas, ¿hay algo nuevo?-como siempre, es Alicia la que abre la conversación.
La hora transcurre con normalidad el capuchino y la charla en la que se lo cuentan todo.
Pero esta vez Lucía no está demasiado integrada, está sumida en sus pensamientos y no habla demasiado, Lisa se da cuenta y le pregunta que si va al baño con ella. Lucía asiente y las dos se levantan.
-Ya venimos.
Entran en el cuarto de baño.
-¿Pero qué te pasa?
-Nada…
-Vamos no me vengas con esas.
-Es por Mario.
-¡Pero Lucía! ¿Me estás diciendo que te estás amargando por un tío que es como todos y que no merece la pena?¡Vamos, vamos, vamos!
Lucía sonríe le hace gracia la forma es que su amiga muestra su indignación.
-Ya lo sé, pero no puedo hacer nada más, he intentado sacármelo de la cabeza, ¡¡sabes que lo he intentado!! Estos tres meses sufriendo, viéndolo pasar, resignarme a no mirarlo, no hablar con él por ninguna red social, lo he intentado pero no ha funcionado…Lo quiero de tal manera que no puedo olvidarlo…
Lucía ha vuelto a ponerse nerviosa. Otra vez esa lágrima que cae y tras ella otra, Lisa la calma nunca había visto a su amiga así.
-Tranquila, no quería presionarte para que lo recordaras otra vez; lo siento-Lisa le da un beso en la mejilla-Vamos, las demás se estarán preguntando dónde nos hemos metido.
Lucía se tranquiliza, sabe que su amiga no ha tenido la culpa de que ella se haya puesto así.
Salen de la cafetería y como todos los sábados antes de salir por la noche, se dirigen a los recreativos. Partida al futbolín como siempre, fotos por aquí y por allá, con todo el mundo.
Por fin ve a Ilde. Necesitaba hablar con él.

Ilde es el mejor amigo de Lucía. Llevan juntos desde la infancia y se lo cuentan todo. Ilde  es un chico muy simpático, amable y muy inteligente. Desde siempre la gente lo ha calificado como “gay” porque además de llevarse bien con los chicos se lleva bien con las chicas y no es de esos que van de chulos por la vida y que no estudian y Lucía siempre lo ha defendido  en este aspecto, porque sabe que los demás no llevan razón.

-¡Hola! ¿Qué haces?
-Pues mira aquí con estos que están todo el día echándose fotos, ¿y tú?
-Aquí, con estas…-un suspiro
-¿Qué te pasa?
-Mario, eso es lo que me pasa…
-¡¿Otra vez?! Lo sigues queriendo, pero es que no lo entiendo, ¡que hace tres meses que lo dejasteis!
-Claro pero es que para vosotros no es igual, vosotros rompéis con una chica y ala ya está, olvidada; y en cambio a nosotras no nos pasa lo mismo, nosotras recordamos cada momento que pasamos juntos como si fuera ayer. No lo comprendéis, no tenéis cabeza para eso.
-Sí, si lo que tu digas, si al final va a resultar que todos somos iguales de tontos.
-A ver eso fijo. Pero todos iguales en ese sentido no… Todos iguales ¡en que sois unos cabrones con las tías!
-¡Oooh...! Me ofendes...- Ilde hace una mueca
-Vamos los dos sabemos que tú no eres así.- Lucía le hace burla y se da media vuelta.- Me voy mis amigas van para la plazoleta, ¡luego hablamos por WhatsApp!
-¡Vale!-Contesta Ilde.-“Nunca cambiará”- piensa mientras sonríe

Vuelve a mirar a su amigo y se despide de él con la mano, pero en el mismo instante en que vuelve la mirada al frente para volver con sus amigas, ahí está él… tan guapo, como siempre, con esa sonrisa que tanto la enamora y con sus típicas bromas de amigos. Mario, ese es el nombre que no para en la cabeza de Lucía, ese chico que la atrapó de tal manera y que hoy por hoy  sigue pensando en él.
Lucía camina y pasa a su lado, como si nada, ni siquiera la ha mirado, ella lo sabe y la única manera que tiene para aparentar que a ella tampoco le importa es la indiferencia.


Mario tiene un año más que Lucía, es un chico alto. Tiene mucha fuerza y aunque no es tan guapo como los chicos aclamados por todas, para Lucía eso no es un inconveniente, porque no todo tiene que ver con la belleza (por lo menos así lo piensa ella). Es un chico muy sociable y al que le encanta relacionarse con los demás y conocer gente nueva, sus padres acaban de abrir una cafetería cerca a los recreativos y eso le ayuda a conocer a todo el mundo. Es divertido y sus bromas son constantes con los amigos. Le encanta el baloncesto uno de sus deportes preferidos y que se le da genial, aparte de claro está el fútbol.

-Venga nenes, vamos a jugar ya al futbolín, ¡que hoy os vamos a pegar un palizón!
-Qué fe tienes Miguel
-Si lo que tú digas, jaja, ¡venga Mario díselo!
-Eh… Han si, pues claro…
-Pero tío, ¿qué te pasa?
-Nada déjalo… Vamos a jugar a ver si me despejo un rato…

Mario está distraído y Miguel no sabe por lo que es, o mejor dicho si lo sabe pero no está seguro de si es por lo que él cree. Miguel es el mejor amigo de Mario y lo conoce demasiado bien como para no saberlo.

Tras volver a casa con Carol después del café y los recreativos, las dos se arreglan para la noche. Se duchan y cada una se viste a su manera. Carol con la ropa que bajó esa tarde, y Lucía un vestido que tenía guardado. Antes de salir un último retoque, se peinan y maquillan; pelo liso para las dos, un poco de maquillaje, rímel y raya para los ojos y brillo en los labios.

Pasa la noche entre bares y el pub en el que esa noche había fiesta; y llega la hora de encerrarse. Entra en casa y el típico: “¿Dónde has estado?” adormilado de mamá le reconforta. No tiene ganas de hablar con nadie; está hecha polvo, ese último baile la ha destrozado y no ha sido lo único que ha influido…Ver a Mario ha sido como un nuevo flechazo, otro desespero al notar que nunca más podrá ser suyo. No sabe muy bien porque se ha puesto tan mal, lo ve todos los días y siempre se había puesto un poco nostálgica, pero nunca de aquella manera.
Se duerme rápido, está muy cansada, pero antes de conciliar el sueño definitivamente, vuelve esa lágrima, una única y solitaria lágrima…



Capítulo 2
Un día nuevo, otro despertar. Anoche Lucía se despertó en mitad de la oscuridad y como no podía aguantarlo un minuto más se hizo una promesa a sí misma: “De ahora en adelante voy a intentar disfrutar la vida al máximo, con mis amigos, con mis amigas, con mi familia; se acabó eso de estar todo el santo día pensando en Mario; no ya no, nunca más.” No sabe muy bien si lo cumplirá, para ser sinceros sabe que va a pensar en Mario y es normal pero lo que no va hacer como ha dicho es pasarse el día pensando en él y no disfrutar de lo que en realidad tiene.

Es domingo y como todos, sabe que hoy es día de descanso de no hacer nada y pasar el tiempo con la familia. Por lo que llama a su primo, a ver si va a subir al chalet para acompañarlo y pasar la mañana. Suben los dos hablando de sus cosas.

Fer es el primo de Lucía. Tienen la misma edad, y es en el que más confía de todos sus primos, han vivido experiencias juntos y eso los ha unido, además de los muchos cambios, sobre todo para Fer, ya que ha encontrado nuevos amigos y gente con quien sentirse como en realidad es él. Fue Lucía la que le animó a que saliera con sus amigos, con los que ahora se lleva genial y como si los conociera de siempre.

Está aburrido ya no sabe lo que hacer. Lleva toda la tarde tocando la guitarra y conectado a WhatsApp. No aparece esa persona, no está en línea.
Mario se pregunta que estará haciendo ella en este preciso momento y mientras lo piensa no deja de rondar en su cabeza el nombre de otra chica. No sabe por qué le pasa eso, esa chica que no deja de girar en su cabeza es a la que lleva queriendo desde hace un año, pero no sabe si “querer” es la palabra justa para decir lo que de verdad siente, porque ya no la ve igual que antes, no ve a esa chica de la que él se enamoró. Sigue siendo ella, si, igual que siempre, tan guapa, tan alegre, tan inexplicablemente única. Pero algo ha cambiado y él sabe lo que es; quizás eso le ha influido pero piensa que si no hubiera sucedido, ahora mismo estaría pensando exactamente igual, que ya no es lo mismo que antes.
Además hay otra cosa que no lo deja dormir, esa chica a la que lleva esperando toda la tarde para que se conecte y hablar con ella. La conoce y muy bien, y le encanta ese punto infantil y juguetón que la caracteriza, es muy guapa y le encanta verla sonreír.

-“Si que es guapa…”-Mario se queda pensativo-¡Pero qué digo! ¿Desde cuándo he empezado a pensar en ella? ¿Desde cuánto hace que me gusta?


Termina de cenar y como cada noche se sienta un rato en el sofá con la familia para ver juntos ese programa que tanto les gusta.
Ya son más de las doce y como mañana hay clase es la hora perfecta para irse a dormir, a si que Lucía sube a su dormitorio y antes de acostarse revisa su perfil de Tuenti que tiene un poco abandonado, seguro que no hay nada nuevo, pero por si acaso es mejor mirar. Lo sabía nada nuevo, ninguna petición, ningún evento, nada ni un comentario. Pero antes de salirse, algo la sobresalta, son los mensajes privados y al parecer le han mandado uno, se sienta rápidamente y pincha en los mensajes. Lo empieza a leer pero la vista se le pierde. Es otro de esos mensajes tipo cadena, dicen que si respondes a unas preguntas y lo mandas a tantas personas, tu amor verdadero se te revelará; está harta de ese tipo de mensajes, por eso lo borra inmediatamente. Aunque a Lucía no le hará falta contestar a unas simples preguntas para algo que muy pronto ocurrirá.

Está cansado y tiene sueño, Mario se acuesta en la cama pero no se duerme, piensa otra vez en esa chica.

-Esta tarde no se ha conectado…- dice casi en un susurro.- No sé porque pienso tanto en ella, ¿por qué no paro de mirar sus fotos, su perfil, si está conectada…?

Es como si Mario estuviera descubriendo como es esa chica, pero no sabe por qué;  ya que la conoce de sobra.
El tono de su móvil lo saca de sus pensamientos, es un mensaje de Miguel.

-¿Qué querrá ahora?

-“¿Que te pasaba ayer cuando salimos?”.
-“Nada…”
-“No, nada no te pasaba, a si que cuéntamelo ”
-“Pero si ya sabes por lo que es…”
-“¿Es por lo k creo que es?”
-“No se lo que crees que es!”
-“¿Por lo de ella?”
-“Si… Es por eso, ¡ves como lo sabías!”
-“Si, ya; pero es que ¿te está empezando a gustar?”
-“Creo que si… Pero no lo sé seguro… Mañana te cuento, adiós”
-“Vale, adiós”



-Puff…
Son casi las siete y media.  Lucía no tiene demasiadas ganas de levantarse, por eso cuando son las ocho menos veinticinco la voz de su madre hace que salte de la cama. Se mira en el espejo, otro maldito grano a aparecido, se lava, se viste y se peina.
Cuando baja, el vaso de leche la está esperando, esa mañana su madre tiene que ir a trabajar y va con mucha prisa.
Con la mochila a cuestas y carpeta en mano, coge el camino a la casa de Alex con la que se sube cada mañana. Esperan a Catie que también se sube con ellas.
Al llegar al instituto, dejan las mochilas en sus mesas y Alex y Lucía se dirigen a la clase de sus amigas.
Alex se para porque David, su novio, viene detrás, por lo que se quedan en el pasillo los dos.
Lucía en cambio va como cada mañana a la clase de sus amigas con las que habla antes de empezar las clases.

-Y hoy el examen de lengua…-Se queja Lisa
-Sí, y dicen que es difícil-se lamenta Alicia.
-¿A ti como te salió Luci?-Pregunta Gabie
-Bueno… ¡es que era muy difícil!-contesta Lucía
-¡Pues  lo llevo claro!-como siempre Carol
Todas ríen.
Para cuando quiere darse cuenta son ya las ocho y veinticinco.
-¡Nenas que llego tarde!-Lucía se asusta cuando ve la hora que es.
-¡Corre!-le grita Catie
Va andando, sabe que la clase ya ha empezado porque Alex no está en el pasillo con David, lo que significa que ya han entrado.
Mira su reloj y luego al frente; no, no puede ser… Mario viene en sentido contrario. Intenta ignorarlo pero él la saluda y sonríe, Lucia responde con un gesto de cabeza y también saca una sonrisilla.

Llama a la puerta.
-¿Se puede?
-Si entra, pero tienes un retraso…-ese es el maestro de sociales, es un incordio con eso de los retrasos.

Pasan las dos primeras horas y cuando falta un minuto para salir al recreo ya todos han recogido y esperan ansiosos el pitido de la alarma para escabullirse.

Alex y Lucia esperan a sus amigas y como cada día bajan al patio y se sientan en la alambrada de detrás de los árboles.

-¿Cómo os ha salido el exámen?-pregunta Lucia.
-¡De lujo!-dice Lisa ilusionada.
-Bien; era un poco difícil pero no era para tanto.
-Pues seguro que a ti te ha salido mejor que a mi Alicia.
-Vamos Gabi siempre dices lo mismo y luego sacas incluso mejor nota que yo.
-Bueno parad ya de hablar del examen-exige Carol, al parecer no le ha salido tan bien como imaginaba.-Menos mal que las vacaciones están al caer…
-Es verdad, por fin ¡verano!-estalla Rosi que se acerca con un gran bocadillo.
-Lo estoy deseando.-comenta Lucia entusiasmada.
-Haremos algo este verano ¿no?-pregunta Catie
-¿Tú qué crees?-pregunta Alex asombrada-Catie deja esas soserías que no te pegan.
Todas estallan en carcajadas



Capitulo 3
Durante toda la mañana entregas de exámenes. Algunos suspensos que parecen no importarles, otros aprobados por los pelos se preguntan por qué no habrán estudiado más y los últimos felices de haber pasado con buena nota. Las vacaciones están muy cerca y todos se preocupan por las notas finales. Quedan pocos exámenes pero son los más difíciles, por eso es importante empezar a estudiar con antelación.
Lucía invierte la tarde en empezar a estudiar la asignatura de Historia, por lo que se aparta del ordenador, deja el móvil a un lado y se conciencia de que este puede ser el examen que la lleve a sacar sobresaliente en la nota final.
 Llegan las siete y decide hacer un descanso, conecta el móvil a la Wifi, ningún WhatsApp, así que va directa a Twitter, mientras se carga baja a por algo para merendar, cuando regresa el pitido del Wa la sobresalta.
Se sienta tranquilamente pero se pone de los nervios cuando ve quién es la persona que le ha hablado.

-Eiii…
-Hola
-¿Qué pasa?
-Pues na aquí estaba estudiando un poco, ¿y tú?
-¿Estudiando? Jajaja yo aquí en mi cafetería…

Mario se muestra muy alegre, contento; y a Lucía eso le extraña un poco. Lleva sin hablar con él ¿cómo cuánto, dos meses? Si, quizá más. Pero para ser sinceros Lucía esta contentísima con que Mario le haya hablado después de tanto tiempo, aunque como ha percibido es raro. Primero el saludo en el pasillo (nunca la saluda en el instituto) y después hablar con él por Wa, ¿qué está pasando aquí?
Se tiran hasta las ocho y media hablando, se cuentan las cosas que han pasado en estos últimos meses. Lucía tiene que irse y se despide de él, pero espera para ver lo que Mario le pone.

-Bueno me tengo que ir, hablamos luego.
-Vale, adiós… Besos

¿¡¿Besos?!? Ahora sí que pasa algo, pero Lucía lo deja correr, no piensa que pase nada, concluye imaginándose que Mario le ha hablado porque no había nadie más con el que conversar.

Se acuesta feliz, sin saber porque se siente así y está segura que esta noche no va a dejar caer ninguna lágrima.



Mete la llave en la cerradura y abre la puerta de la casa. Está demasiado cansado para hacer algo más, lleva todo el día metido en su cafetería trabajando, sus padres se han quedado para cerrar pero él no aguantaba más y decide marcharse ya a casa. Son más de las doce de la noche pero antes de acostarse le apetece escuchar un poco de música.
Mira en sus listas y encuentra una canción que hace mucho que no escuchaba. Play.
“Toc, toc, toc, a la puerta tocó nuevamente el amor, no sé si dejarlo entrar no sé si deba  mejor decirle adiós…” Le gusta bastante esa canción y no sabe porque lleva tanto tiempo sin escucharla, y luego recuerda algo; ella fue quien se la recomendó, fue ella quien la tenía en su estado y en la que él se fijó.
Ha hablado con ella esta tarde, parecía que hubieran vuelto a congeniar después de tanto tiempo sin mirarse siquiera. No sabe si puede llegar a gustarle de verdad, se ha planteado la posibilidad pero no está seguro de ello, lo ha hablado con Miguel y le ha dicho que mejor que no haga nada, que lo deje estar, que si le gusta pues ya está que no le pida salir, porque sabe lo que puede pasar y puede hacer mucho daño, pero Mario no tiene nada seguro, por eso se va a esperar va a seguir el consejo de su amigo, dejarlo estar porque no tiene ni idea de lo que siente.
Elije unas cuantas canciones más, pero antes de llegar a escuchar la quinta se duerme profundamente.

-Mario despierta, Mario…
-¿Qué? ¿Mamá…? ¿Qué hora es?
-Son las dos de la madrugada, tu padre y yo acabamos de venir de la cafetería y he subido para ver si todavía estabas despierto.
-Pues no, no estaba despierto.
-Ya, siento haberte despertado.
-Puff…
-Tu hermano me había dicho que te habías venido antes porque estabas cansado.
-Si es verdad, y me he quedado dormido.
-Ya, y sin quitarte siquiera la ropa, hasta llevas la libretilla en el bolsillo de la camiseta.
-Joder… si es verdad, bueno ahora me cambio y me acuesto otra vez.
-Anda sí. Bueno hasta mañana.
-Adiós…
Su madre cierra la puerta. Mario se cambia y se recuesta en la cama, ahora no consigue dormirse, ha mirado el móvil y ese mensaje… No es precisamente lo último que esperaba ver esa noche.
Capítulo 4
Quedan dos días, por fin. Todo el mundo desea que llegue el último día, salir corriendo de allí, y aunque ya empieza a faltar bastante gente,  todavía quedan algunas personas que asisten a las últimas clases.

-“La verdad no sé porque estamos aquí. Porque no hacemos nada, los libros ya están entregados y los profesores y profesoras están deseando que nos larguemos ya…”- es lo que piensa Lucía que está sentada en el suelo al lado de la puerta trasera hablando con Alex y algunas compañeras más.

Empieza a notarse también el calor y como en el instituto no hay ni un mísero ventilador las soluciones hay que buscarlas como sea, sentarse en el suelo fresquito, hacerte tu propio abanico con una hoja de papel, cosas así. El maestro está sentado en su silla y parece no importarle lo que hagan los alumnos y alumnas, más de uno o dos de otras clases se han pasado ya por allí y se han sentado un rato en el pasillo para hablar con ellos.
Se pasan la hora hablando. Comentado los noviazgos nuevos del instituto, las rupturas, los cuernos, los líos, las peleas recientes, las últimas expulsiones… y el pitido de la alarma los sobresalta, ni se han dado cuenta de que es el cambio de clase.
Queda la última hora y por fin se acaba otra mañana de instituto. Solo queda un día, de clase ya que pasado mañana empieza el verano.
Al salir las chicas deciden quedar esa tarde para dar una vuelta, al no tener deberes ni nada que hacer se aburren mucho en su casa y lo mejor es salir por ahí.

Lucía llega a su casa, pero hoy no llega tan cansada como otros días, la verdad es que no ha hecho nada en el instituto y se ha bajado hablando tranquilamente por el camino con sus amigas.
Llegan las 6 y media y como habían quedado Gabi y Catie la recogen. Alex no sale al parecer no tenía demasiadas ganas. Lucía no comprende a veces a Alex; últimamente se está alejando bastante de sus amigas y ya no les cuenta las mismas cosas que antes ni sale todos los fines de semana con ellas.

Salen de su casa y se dirigen a la plazoleta, el lugar en el que se reúnen siempre que quedan. Además de las chicas Leo y  Diego también están allí.

Leo y Diego son dos de los mejores amigos de las chicas. Llevan juntos desde pequeños y han ido creciendo poco a poco. Son muy diferentes a su manera, pero los dos juntos son una bomba de relojería, aunque son con los que mejor se lo pasan.

-¡Cucha si han venido también Zipi y Zape!-comenta Lucía al verlos.
-Pero, ¿tú eres tonta?-contesta Diego bruscamente y a continuación le propina un puñetazo en el brazo, a lo que le sigue una media sonrisa que solo él sabe poner.

Todos ríen. Zipi y Zape es el apodo que las chicas le pusieron cuando eran pequeños porque nunca se separaban y aún ahora que han crecido algunas veces se lo dicen de cachondeo porque saben que no les gusta y les hacen rabiar.

Cogen el camino hacia la tienda de golosinas mientras deciden adonde ir. Al final van a un parque que acaban de poner nuevo.
Pasan la tarde entre risas, entre bromas y noticias nuevas.
Y cuando llega la hora todos se van cada uno para su casa.

La melodía empieza a sonar en el móvil de Lucía que coge tranquilamente el móvil, sabe que va a dejar de sonar en cualquier momento. La melodía cesa al instante, como predecía Lucía era un toque, pero no se espera en absoluto de quién es.
El nombre de Mario aparece en la pantalla y Lucía se queda boquiabierta cuando lee su nombre, las demás la observan perplejas, se preguntan qué es lo que Lucía ha visto para que se haya quedado de esa manera. Lucía les enseña el móvil y las otras también se sorprenden al ver en la pantalla una llamada perdida de Mario. Alicia es la primera en reaccionar.
-¿No pensaras contestarle no?
Lucía se queda callada y ahora son las demás las que saltan.
-¡¡LUCÍA!!-gritan todas a la vez.
-¡Que no le voy a contestar! Os pensáis que soy tonta ¿o qué?
-Pues la verdad es que si...- contesta Carol a risotadas, mientras que sale corriendo para que la pierna de Lucía no alcance su trasero. Y una vez más todas se echan a reír.
Como consecuencia de la carrerilla que Lucía se ha pegado detrás de Carol para darle una patada, se ha quedado un poco rezagada del grupo de amigas descansado, y aprovechando que sus amigas no la ven coge el móvil rápidamente y le contesta a Mario con otro toque.

Capítulo 5
-¡Toma!
Todos gritan al salir del instituto.
Por fin se ha acabado, por fin empiezan las vacaciones, por fin ha llegado… ¡¡el VERANO!!
Lucía se entusiasma al pensar en los tres meses de piscina, sol, agua y salidas que le esperan. Quiere recordar este verano, quiere que pasen cosas que le hagan recordar cada día, quiere disfrutar con sus amigas, quiere, quiere… ¡quiere hacer de todo!
En cuanto come se sube a su habitación y se va directa hacia el móvil. Al fin se conecta. Lo primero que hace es cambiar su estado de Wa: “¡Veranitoo! :)” es lo que pone ahora; y a continuación busca quiénes están en línea. Están todas sus amigas, menos Alex… Se lo esperaba, últimamente no se mete demasiado. Le habla a todas, que le contestan de inmediato, y después de un rato y como de costumbre viene la típica frase: “cuenta algo” y como ninguna tiene nada nuevo que contar, Lucía vuelve a revisar los conectados, pero en seguida ella misma deja de lado el móvil y llama a su primo.
-¿Te vas a subir allí arriba?
-Sí. ¿Te quieres venir?
-¡Vale! Y así te ayudo a quitar la funda de la piscina.
-¡¡Si ya la quitamos los otros días!!
-Pero si te dije que me avisaras que subía yo también a ayudaros…
-Bueno ya da igual, vente y nos bañamos si quieres.
-¡Ok! Te espero aquí en mi casa, ¿vale?
-Vale, pues ya voy a por ti. ¡Estate prepara!
-Que si, ahora nos vemos.
Lucía va ponerse el biquini, la verdad es que no sabe donde lo tiene. Lo encuentra al fin y se lo pone, justo cuando suena el timbre. Se coloca sus pantalones cortos y la camiseta de tirantes y corre a abrir. Es Fer, como esperaba.
Suben tranquilos, hablando. Cuando llegan a Lucía le entra una gran ilusión, llevaba sin ver a Roki y a Yaco demasiado tiempo, desde mitad del invierno. Roki y Yaco son los perros de Fer. Lucía les tiene mucho cariño aunque no sean suyos, y los trata como si lo fueran. Después de un rato de caricias a los dos perros, por fin se asoma a la zona de la piscina. No la recordaba así. Está tan cambiada desde el invierno, es normal, ahora está destapada y el agua está tan clara que dan ganas de tirarse a la primera de cambio. Y así como el que no quiere la cosa Fer aparece de la nada ya en bañador y se tira de cabeza a la piscina. Lucía hace lo mismo se quita los pantalones y la camiseta y se tira también. Así echan la tarde hasta la hora de volver a casa y prepararse para salir.

A las 9 y media Gabi y Catie la recogen. Alex vuelve a quedarse en su casa, o en la de sus abuelos, o en la de su prima… Cada día es una historia nueva. Lucía está empezando a cansarse de Alex, la verdad es que lleva un tiempo pensándolo, y últimamente se ha enterado de cosas que no le gustan nada. Por ejemplo, se ha enterado de que Alex a las espaldas dice cosas de ellas sin que estas se enteren, y no es la primera vez que ocurre esto, durante el año que Lucía ha pasado con Alex en clase, cada día sacaba algún fallo a las demás y no le extraña nada que cuando no estuviera también hablara de ella. Pero bueno eso es otra cosa, Lucía no quiere pensar en eso, es la primera noche de verano y quiere pasarla con sus amigas.
Llegan a la plazoleta, y Lisa las está esperando ya.
-¿Qué?-típico saludo de Lisa.
-Pues aquí, a ver si echamos la noche, ¿no?-ríe Gabi.
Las cuatro se dirigen al lugar donde han quedado con las demás. Carol es la primera en llegar, después Alicia y por último, (y nada extraño), Rosi. Pero parece que no viene sola. No. Viene con otras dos chicas más. Son Ángela y Jess.
Todas se abalanzan a saludar a las dos chicas, las conocen. Rosi se las ha traído otras veces, son amigas suyas de una ciudad muy cercana.

Ángela es una chica muy simpática, siempre la tienes dispuesta para correr una aventura, porque le encanta el peligro, pero además es amable como nadie. Tiene el pelo muy rizado, es muy guapa y además con un tipito impresionante. Es el tipo de chica que todo tío quiere; por eso triunfa haya donde va.
Jess es una de las mejores consejeras que Lucía conoce. Es muy amable con todos, y sincera siempre. Sabe que es mejor decir las cosas a la cara, una regla que ella sigue claramente. Es responsable y nada tímida. Tiene el pelo a la altura de los hombros, no es tan guapa como Ángela, pero tiene un cuerpo de escándalo

Las nueve amigas se van a comprar gominolas a una tienda cercana, y con tanta suerte de que tienen que pasar por delante de la cafetería de Mario. Lucía se alegra al pensar que quizá él esté allí. Ha hablado otras cuantas veces más con él por Wa, pero fue hace dos días cuando Mario le dijo claramente que ella volvía a gustarle. Lucía se quedó sorprendida con aquello y desde entonces no han parado de darse toques a las tantas de la madrugada, o de un mensaje con alguna tontería (pero que para ninguno de los dos lo es). Pasan por delante y Lucía disimuladamente mira adentro. Ahí está detrás de la barra hablando con su hermano. Justo en el momento en que las chicas pasan por allí Mario se da la vuelta y ve a Lucía pasar.
-“¡Ha mirado, ha mirado!”-piensa Lucía para sus adentros.
En el mismo instante en que llegan a la puerta de la tienda, un “piii, piii…” sonoro la sobresalta.
Lucía coge nerviosa el móvil, la única que se ha dado cuenta del mensaje a sido Lisa.

-¿Quién es?- pregunta.
Lucía no sabe si decírselo, al final opta por contárselo.

-Es Mario…-Lisa se lo esperaba, no sabe cómo, pero tenía esa intuición de que algo estaba pasando otra vez entre Lucía y él.

Las demás se han dado cuenta de que ocurre algo raro y Lucía les cuenta toda la nueva historia con Mario.
No hablan, o mejor dicho no quieren decir nada. Lucía sabe de sobra la opinión de sus amigas.
 Capítulo 6

No para de mirar el móvil. Está inquieto. Hace diez minutos que le ha mandado el mensaje y todavía no ha contestado.
Mario se impacienta cada vez más y justo en el momento en que se mete el móvil en el bolsillo y da por hecho que no va a contestar, la vibración lo sobresalta y saca apresuradamente el teléfono del pantalón.

-“¿Pues no me has visto pasar? Vamos a la plazoleta de aquí al lado, ¿te vienes? :)”

Vaya, Mario no se esperaba esa contestación. Pero la verdad es que le hace ilusión verla y hablar con ella.

-“¿Pero, aquí al lado? Vale, ahora me asomaré :P”

Lucía está bastante contenta con la contestación de Mario, por fin va a poder estar con él cara a cara, no van a estar solos ya que él va con un amigo y ella con todas sus amigas, pero a fin de cuentas es estar juntos.


-No me gusta nada esto.
-¿Y qué te crees, que alguna nos hace gracia?
-Va volver a hacerle daño, otra vez…
-Y con esta son ya tres veces.
-No va a poder con la misma derrota de nuevo.
-¡Pero dejarla, joder! Ella sabe lo que nosotras opinamos, lo que le aconsejamos, lo sabe todo de sobra, sabe que si vuelve a intentarlo va a volver a hacerle daño, pero si ella quiere eso, adelante, que lo haga; nosotras ya no podemos hacer nada más, solo estar ahí apoyándola cuando Mario vuelva a dejarla por cualquier tontería…

Rosi, Gabi, Catie, Alicia, Lisa, Jess y Ángela miran apenadas a Carol, que es la que ha saltado una vez más en la conversación de sus amigas para decir lo que realmente va a pasar, todas saben que este último año han estado muy unidas y es la que mejor conoce a Lucía, por eso no interfieren en los pensamientos de Carol, ya que es ella la que la conoce mejor que nadie. Pero piensan en todo lo que Lucía ha pasado por Mario, en que saben, que va a volver a hacerle lo mismo, y mientras tanto observan la felicidad de los ojos de su amiga, esa esperanza que aún tiene porque la relación entre ella y Mario salga bien…

Toman el camino a la plazoleta y se sientan unas en un banco y otras en el poyete que hay detrás de este. Lucía no hace más que mirar hacia la cafetería de Mario, y cada vez está más nerviosa.

Un momento de despiste y al instante ve a Mario a su lado, y no, no es un sueño, es la realidad. Mario se sienta un poco alejado de ella y se empieza a integrar en la conversación que Leo y Diego, que hacía un rato que habían llegado, tienen sobre el equipo de fútbol en el que todos juegan.
Lucía ya no sabe qué hacer, coge una de las gominolas y se la come, mira a todos lados, no sabe ni de lo que están hablando sus amigas, está muchísimo más nerviosa y despistada de lo que no estaba desde hace mucho tiempo y en un instante sus ojos se encuentran con los de Mario, y esto hace que se tranquilice un poco.

Pasa una hora, dos… Y las chicas, Leo y Diego deciden dar una vuelta antes de regresar a sus casas. Mario se despide y toma camino de su cafetería, no sin antes entrecruzar una última mirada con Lucía, la más larga y tierna de toda la noche.

Esa misma mañana…
-¿¡Qué?! No es posible, ¿¡otra vez!? Es que no me lo creo. ¡Joder! ¿Pero por qué? ¿No le has preguntado? Mierda…
-No Peter, lo siento, pero dice que te deja, sin más… Que no quiere continuar con esto… Que todo ha sido muy bonito, pero que ya nada tiene sentido para ella…

Lucía le da la mala noticia y Peter se desmorona.
Ella… Esa chica con la que llevaba 4 meses saliendo, a la que quería con toda su alma y todo ¿para qué? Lo ha dejado… La historia se ha acabado, y un gran vacío lo inunda.


Peter es otro de los amigos de Lucía. Pertenece a uno de los grupos de su misma edad. Es alto, fuerte y muy mono. Entre ellos hay un cariño extraño, y tanto uno como el otro saben que existe un poco de tonteo, pero no le dan demasiada importancia, ya que creen que no pasará nada entre ellos; y además es una de las personas con las que Lucía puede reírse a carcajada limpia, porque es muy divertido.


Lucía lo intenta tranquilizar, sabe que ha sido un duro golpe para Peter, y además sabe perfectamente por lo que está pasando.

-Venga Peter que no pasa nada, sabías que iba a pasar desde hace tiempo, lo tenías que haber asimilado ya…
-Joder, ya lo sé Lucía. Pero no creía que lo fuera a hacer de verdad, creía que iba a durar un poco más… Creía que me quería de verdad…

Un flash pasa por la cabeza de Lucía. –“Creía que me quería de verdad…”.
Es la misma frase que ella le dijo a Carol cuando Mario la dejó la última vez, una punzada hace que se lleve la mano al corazón y aunque ella no se dé cuenta, en su interior, se están formando dos nuevos sentimientos muy distintos…



Capítulo 7

Volviendo a la noche, unos instantes más tarde…

-“Puff… Qué pena me da Peter. Sé que esa chica lo ha hecho mal, pero si no lo quiere es mejor que las cosas hayan sucedido así, que lo haya dejado, antes de que hubiera ido a algo mayor… Y por otro lado… ¿Qué narices voy a hacer? Joder, vaya decisión. ¿Y si pasa lo mismo? ¿Y si no funciona? Pero… ¿y si esta vez es de verdad? Joder y ¿por qué sigo teniendo ese rayo de esperanza, que sé que no me lleva a ningún lado…? Pero es que esta vez se está comportando de otra manera. ¿Y de qué manera? De la misma forma que siempre se ha comportado cuando ha querido algo…”

-Lucía. Lucía. ¡LUCÍA!
-¡Joder! Me has asustado.
-¿Qué te he asustado? Pero si llevas media hora embobada en quién sabe qué.
-¿Ah, sí?
-Pues sí, hija mía.
-Desde qué Mario se ha ido y nosotros estamos dando una vuelta estas muy ausente. ¿En qué piensas?
-Mmmm… Es que… No sé si contároslo…
-¿¡Qué no sabes qué!?
-Es lo que me faltaba hoy por oír ya.
-Lucía, somos tus amigas
-¡Eh, y amigos!
-Sí, y amigos. Te conocemos y tú a nosotras y a Leo y a Diego también, sabes que puedes confiar en todos.
-Ya, lo sé…
-Entonces, desembucha.
-Vale, pero cómo digáis una sola palabra, ¡os juro que os mato!
-Que si, pesa, ¡venga ya!- Diego le da un empujón y eso hace que se ponga en el centro del circulito que sus amigas y sus dos amigos han formado.

-Pues… que… Bueno…es que… mirad y ya me decís lo que creéis…-Lucía saca su móvil del bolsillo y a continuación les enseña algo en la pantalla.

-“Lo he estado pensando, y bueno ya sabes lo que siento por ti, y todo lo que hemos pasado, por eso quería preguntarte, si querrías intentarlo de nuevo”

Una a una, y por fin llegando a los chicos, todos han leído el mensaje.
Normalmente les hubiera sorprendido; pero esta vez no.

-¿Qué hago?
-Lo que quieras…
-Jo, pero es que no se, aconsejadme, por favor…
-Lucía, sabes lo que pensamos, sabes nuestros consejos y nuestra opiniones, ahora es tu elección…

Lucía lo sabe. Lo sabe de sobra. Sabe que sus amigas piensan que es mala idea, que si vuelve a esa relación Mario va a destrozarla como tantas veces ha conseguido ya, pero por otra parte… Lucía siente que esta vez puede ser distinto, que esta vez puede funcionar.
Y qué equivocada esta, sin saber que en su interior algo muy distinto está experimentando por otra persona…



Dos días después…
-¡Hola!
-Hola Lucía.- responden Carol y Lisa
-Que contenta vienes hoy, ¿no?-pregunta Carol
-¡Siiii!-responde Lucía a voz en grito.-Puff… Estoy muy nerviosa…
-No deberías de estarlo, ya lo has hecho otras veces…-comenta Lisa
-Ya, pero yo que se… Tengo un cosquilleo en la barriga, que no se me va…
-Mira por ahí viene Alex…
-Madre mía, llevaba sin verla desde que acabó el insti…
-Sí, últimamente ha estado muy perdida…
-¡Hola chicas!
-¡Hola perdida!
-Joder, no hace tanto que no os veo
-No, ¡no hace tanto dice!
-¿Dónde has estado?
-Pues por ahí…
-Amm…
-¿Bueno, y ya te has enterado de la noticia?
-¿De qué noticia?-Alex se extraña y Lisa le lanza una mirada a Lucía
-De… Mejor que te lo cuente ella… Venga Lucía, cuéntale.- Es Carol la que invita a Lucía a dar la gran noticia, y Alex, a su vez, se va sorprendiendo más y más.
-Pues… bueno que… que… he vuelto con Mario…- Lucía mira al suelo y lanza la bomba.
Carol y Lisa y todas sus amigas y amigos, exceptuando Alex, ya lo sabían desde hace dos días. La misma noche que Mario le dijo a Lucía de volver, ella se lo estuvo pensando pero por fin a la una de la madrugada le envió un sms diciéndole que sí, que volvía con él.
Cuando Lucía alza la vista del suelo y mira a Alex a los ojos no puede evitar sorprenderse. Alex está furiosa.
-Pero… ¿¡tú eres tonta, o que te pasa!? Después de todo el daño que te ha hecho, ¿¡vas y vuelves con él!? Es que no me lo creo, ¡¡no me lo puedo creer, joder!! Te dijimos que no volvieras con él, que te iba a hacer daño otra vez, ¡pero no! Tú vas tan feliz de la vida y le dices que sí. ¿Para qué te han servido todos nuestros consejos? Te han entrado por un oído y te han salido por el otro. ¡Y encima soy la última en enterarme! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! Es que eres idiota, ya en serio, es que no me creo qe hayas vuelto a lo mismo, me prometiste que eso se había acabado, que lo ibas a olvidar de una puñetera vez… Y claro luego cuando vuelva a dejarte como las otras tres veces, nos vienes a nosotras llorando, luego me vienes a mí, diciéndome que me tenías que haber hecho caso y que si no se qué… ¿Pues sabes qué? Qué ya me he cansando de tus tonterías….
-Pero…Alex…- Lucía tiene los ojos empañados, no puede creer la reacción que ha tenido su amiga
-Vamos Lucí, ven conmigo vamos a dar una vuelta anda…- y Carol como su mejor amiga es la que la anima y la aleja de Alex, para que olvide lo que acaba de pasar.
A la vez que Carol y Lucía se alejan, van llegando todas la demás y Lisa va contándole una a una lo que acaba de pasar, mientras que Alex está un poco apartada calmándose y pensado en todo lo que le ha dicho a Lucía.

-Tía, te has pasado…- le dice Alicia
-¿Qué me he pasado? Pero, ¿vosotras sabéis lo que está haciendo? ¡Joder! ¡Qué ha vuelto con Mario! ¡¡MARIO!! Que no quiero que vuelva a pasarlo tan mal como la última vez… y además, ¿por qué vosotras no le dijisteis nada?
-Pues porque pensamos que ya se va desengañar de una vez por todas. Porque sabemos cómo es el idiota de Mario, y que, claro que va a dejarla otra vez, vamos pero a la primera de cambio. Y queremos que se dé cuenta de una vez por todas que con él no va a ningún lado, que debe olvidarlo ya, y no darle más vueltas...-le explica Gabi a Alex, que parece que ya se ha calmado del todo
-Ya… pero es que sigo sin creérmelo, creía que ya se había desengañado de él… y más aún sabiendo que me sigue queriendo a mí…

Todas bajan la mirada al suelo. Todas sabían que Alex iba a decir eso, lo que todas se temían y lo que ninguna se ha atrevido a decir por miedo a que no fuera verdad, pero que realmente si lo es.
La realidad es que Mario, después de un año y medio que la conoce sigue queriendo a Alex. Incluso estando con Lucía las otras tres veces seguía enamorado de ella. Y Lucía sabiéndolo, se volvía con él para intentar que la olvidara, pero nunca funcionó, y Lucía ahora, está convencida de que Mario ha olvidado a Alex de una vez, ya que ella tiene a David como novio, y confía en que Mario deje de creer que puede intentar algo con ella, cosa que es imposible que suceda…


Capitulo 8

Respira hondo. Está de los nervios. Ya está ya ha llegado. Baja una escalera, dos, tres… y las 30 escaleras más que siguen. Se las sabe de memoria. ¿Cuánto tiempo hace que no baja allí? Demasiado tiempo. Pero se sigue acordando de esos momentos…
-“¿Dónde estará? Hemos quedado aquí. ¿Y si no viene? No, no puede ser, tiene que venir seguro. Voy a darle un toque a ver dónde narices se ha metido. No contesta… ¡Joder! ¿Dónde está?

Lucía está muy nerviosa. Acaba de llegar al lugar donde ha quedado con Mario esa noche. Piensa una vez más lo que ha pasado con Alex. No sabe porque se ha enfadado de esa manera. Es su vida puede hacer lo que quiera. Comprende que a su amiga no le guste nada lo que ha hecho, pero para ser sinceros a Lucía lleva sin importarle la opinión de Alex mucho tiempo…
El sonido del móvil la sobresalta. ¡Es él!

-“Estoy al final, vente para acá, ¡corre!”

Lucía mira a lo lejos. Sí, parece que se refleja una sombra en la oscuridad.

Anda nerviosa. Tropieza con una piedra. ¡Joder que torpe! Ya lo ve. Ahí está.
Está sentado sobre la gran piedra que recorre la vieja muralla. Y llega al máximo punto de su nerviosismo.

-Hola…-baja la mirada
-¡Hola!
-Creía que no ibas a venir…
-¡Te dije que sí! ¿Ahora desconfías de mí? Muy mal, muy mal…
-¡Vamos! Solo era una broma sabía que ibas a venir, porque si no…
-Si no, ¿qué?
-Que te mato.- y a continuación se sienta al lado de Mario.

Sabe que se había puesto demasiado nerviosa. Pero bueno, ya se ha calmado, ya han roto el hielo. No tiene de que preocuparse.

Siente que algo le roza. Son las manos de Mario que se deslizan buscando las suyas. Las encuentra, las aprieta, y Lucía siente una vez más esas mariposas ridículas en la barriga. Vuelve la cabeza para mirarlo. Mario se encuentra demasiado cerca. Le sonríe. Siente su respiración. Y lentamente sus labios se unen.
Es un beso largo. De esos en los que parece que el tiempo se para, cómo si no existiera nadie más en el mundo. Solo, ellos dos.

Pasan unos segundo más, y se retiran uno del otro. Mario vuelve a sonreír y Lucía le corresponde con lo mismo. Como siempre es él el que inicia la conversación. Hablan de esto y de lo otro. De las notas. De lo que han hecho estos últimos meses que han estado sin comunicarse. Y entre conversación y conversación un nuevo beso.
-¿Por qué miras tanto al cielo?- Lucía está recostada sobre Mario, tiene la cabeza en su pecho y oye el latir de su corazón. Lo mira sonriente al escuchar la pregunta.
-Me gusta mirar el firmamento, las estrellas… Es algo que me apasiona.
-Pues ahora que lo dices… la verdad es que es bonito…- vuelve a sonreír y también él mira al cielo.
Cómo le gusta cuando sonríe, Lucía no deja de mirarlo. Es como una niña pequeña que ha descubierto un nuevo mundo.
-¿Recuerdas esa estrella?
-¿Qué estrella?
-¡Esa! La que brilla más que ninguna…
-¡Ah, ya! ¿Y qué?
-¿No te acuerdas verdad?-Lucía rie
-Pues la verdad es que no.- Mario se pone serio y mira a su novia.
-Jo… me has decepcionado no te acuerdas…
-Si es que no me acuerdo de verdad…
-No pasa nada, yo te explico…-le dirige una sonrisa.- Es la estrella que señalamos la primera vez que vinimos aquí… La Estrella Polar… Acuérdate… Cuando bajamos la primera vez, cuando estábamos todos, Carol con Gerard, Catie con Chad y tu y yo… A la que cada uno pedimos un deseo… Porque para refrescarte la memoria, si le pides un deseo a la Estrella Polar, este se cumple o eso es lo que dicen…- Lucía le guiña un ojo.

Mario se acuerda. Es verdad… Ahora se va acordando. Fue la primera vez que quedaron. Cuando bajaron con todos. Y por ser tan dulce y romántica la sorprende dándole otro beso. Pero este es diferente.
Más dulce, con más ternura, quizá con un mensaje secreto escondido, que pronto tanto uno como el otro descubrirá…


Vaya nochecita.
Anoche fue increíble con Mario.
Lucía le está contando a Carol por Wa todo lo que pasó anoche, cada detalle, cada momento…
Carol le lo que le pone entusiasmada. Quizá está vez si dure más con Mario. Pero todavía hay algo que no le encaja del todo…

-¿Vas a quedar hoy con él?
-No lo sé, luego nos mandamos un sms
-Am, ok.
-Y vosotras, ¿habéis quedado hoy?
-¡Claro! Jajaja, a las 9 y media en la plazoleta.
-¡Ok! Creo qe llegaré un poco más tarde, porque voy a la piscina de mi primo ¿vale? Y además he quedado con Ilde para tomarnos algo, tengo qe hablar con él…
-Vale. ¡Madre mía, estas todos los días allí!
-Jajaja, ¡A ver! ¿Donde se está mejor en verano? ¡Pues en una piscina! ¿Tu qe crees? Jajaja
-Si si… Bueno y para cando nuestra invitación
-Que zorra eres… ¡Eso es lo qe tú querías saber!
-La verdad es que si… Jajajaja
-Pues no lo sé, creo que la semana que viene subimos, a comer y ya echamos todo el dia
-¡Toma ya, así me gusta!


Unas horas más tarde…

-“¿Vamos a quedar hoy?”
-“Lo siento, no puedo. Es que estoy en la casa de mi primo… un beso”
-“Amm, vaya… no pasa nada, un beso”

Vaya… hoy parece que va a ser difícil estar con Mario. Está en la casa de su primo, y ella acaba de bajar del chalet de los suyos. Bueno, de todas maneras hoy ya tenía plan. Ha quedado con Ilde a las 8 para tomarse algo juntos y hablar, ¡hace demasiado que no tiene una conversación digna de mejores amigos! Después pasará la noche con sus amigas y amigos.

Se ducha rápido. Ha bajado del chalet de su primo a las 8 menos cuarto. Pero ya tiene organizada su hora. Las tardes de verano siempre son las mismas y ella no tarda mucho en arreglarse. Se arregla el pelo. Hoy parece que le va mejor el rizado.
Unos pantalones vaqueros cortos, y una camiseta de hombro caído. Lo más fresquito para una noche de verano calurosa.

Llegan las 8 y está lista para salir por la puerta, además ya ha recibido el toque de aviso de que Ilde ya se encuentra donde han quedado.
Anda rápido, ya llega un poco tarde. Últimamente se le hace costumbre esto de ir deprisa a todos sitios.

-¡Hola!- grita a lo lejos antes de llegar
-¡Vaya ya era hora!- dos besos
-Jo. Si es que acabo de bajar de la piscina de mis primos.
-No si ya lo sé. Me lo ha dicho Carol, que si llegabas un poco tarde era por eso.
-¡Vaya! Esta Carol, le tengo que dar una buena, bocazas…-Lucía hace una mueca y su amigo no puede evitar reírse.
Deciden ir a una cafetería cercana. Tomarse un refresco y charlar.
Ella pide un capuchino descafeinado con hielo y él una Coca-Cola.

-Bueno, ¿y qué me tenias que contar?
-Demasiadas cosas.- sonríe
-Empieza tenemos una larga hora y media por delante.
Los dos ríen.
-Ya sabías que estaba con Mario, ¿no?
-¡Claro! Si me lo dijiste tú
-Pues anoche quedé con él…
-¿Y qué pasó?
-Puff… ¡fue superbonito! Hace tiempo que no me sentía así.- a Lucía le brillan los ojos al recordar la noche anterior.
-Me alegro por ti…- Ilde también sonríe al ver la felicidad de su mejor amiga.- Pero aún así…
Una camarera les lleva las bebidas
- Gracias.
-Gracias. Aún así, ¿qué?
-Sabes que no me gusta, nada… Mario no me gusta ni un pelo, ya sabes las razones, pero si tú eres feliz, yo también lo soy.- le dirige una mirada tierna de hermanos. Porque para Lucía es como si Ilde fuera su hermano mayor, el que la apoya en todo, el que le ayuda a solucionar sus problemas, le da consejos, le anima, le distrae, le hacer sonreír…
-Lo sé, tranquilo, está vez sé lo que hago, si veo que algo no va bien, está vez pienso hablar con él las cosas
-Así me gusta, que tengas la cabeza donde la tienes que tener.
Sueltan una carcajada.
-¿Y eso es todo? ¿Ya no me tienes que contar nada más?
-Sí… Hay otra cosa…- y al decir esto Lucía baja la mirada
-¿El qué?
-Ayer antes de irme con Mario, Alex se cabreo muchísimo conmigo…
Ilde abre mucho los ojos.
-¿Y eso?
-Porque le dije que había vuelto con Mario y se puso furiosa…
-¿Pero ella no está con David?
-Sí. Pero no es por eso, se cabreó porque no le gustó que volviera con él, que me iba a hacer daño otra vez, y que yo lo iba a pasar mal si Mario volvía a dejarme…
-Bueno en algo si tiene razón, ¿no crees?
-¿Tú también piensas igual? Es que me parece muy exagerado que se pusiese así, estaba furiosa, muy, muy enfadada…
-Sabes lo que pienso de sobra, no te lo voy a repetir una vez más. Pero también es verdad que no se tenía que haber puesto de esa manera, aunque…

Ilde sabe o cree porque Alex se puso de esa manera. Lucía le contó hace tiempo que Mario estaba enamorado de su amiga y le ha venido a la mente que quizás Alex se pusiera de esa manera, porque sabe que Mario sigue enamorado de ella, y que va a volver a hacerle muchísimo daño a Lucía.
Pero ese “aunque” lo deja en suspense, no continúa la frase, no quiere herir a su amiga viendo lo feliz que está, y tampoco Lucía pregunta por lo que iba a decir, así que es mejor dejarlo así.
Y es que Ilde ha acertado en muchas de las cosas que ha pensado, pero hay muchas otras que ni él, ni Lucía saben.
Cosas que cambiarán por completo el verano de Lucía…
Capítulo 9

-¿Se lo vas a contar ya, o se lo cuento yo?
Lucía se sonroja y sonríe tímidamente.
-Ya, ya se lo cuento yo…
Lucía les cuenta a todas sus amigas la noche tan increíble que pasó junto a Mario. Todas, incluidas Jess y Ángela están escuchándola y mirando sus brillantes ojos al hablar. Claro todas, menos… Alex.
Hoy no ha salido. Mejor dicho, otro día que no sale. Ya va siendo normal esto de no tenerla en las noches de verano, algo que se convertirá en costumbre poco a poco…Leo y Diego aparecen en la plazoleta en el momento justo.
Lucía termina de contarles su noche de ensueño y todas sonríen. Y es que, aunque a ninguna le guste que haya vuelto con Mario, les encanta verla tan feliz. Llevan sin verla así demasiado tiempo. Conocen bien a Lucía. Siempre tiene una sonrisa en los labios, y siempre se la saca a los que están en su entorno, pero la sonrisa con la que esta noche les deslumbra es diferente.
Alicia saca una baraja de cartas de su bolsillo. Todos se sientan en el suelo formando un círculo, y Lisa coge las cartas, las baraja y les reparte las indicadas a cada uno. Esto de jugar a las cartas en las noches de verano ya se ha convertido en costumbre. Empezaron a jugar la segunda noche que salieron. Estaban aburridos y como la casa de Alicia estaba cerca de la plazoleta fue a su casa y cogió una baraja. Desde ese día juegan a diferentes juegos y cada día a uno le toca llevarse la baraja. Primero la Puta. Un juego poco conocido, que Alicia y Lisa les enseñaron a los demás el primer día. Es el juego estrella de cada noche. Es divertido y cada vez que juegan no paran de reírse, eso de encontrar al ladrón y a los cómplices cuando eres policía no es tan fácil que cuando eres ciudadano. Cuando se aburren de ese juego pasan al Mentiroso, a la Mona… Y así un montón de juegos más. Pueda que sea una alternativa rara para pasar las noches de verano. Pero ellos se divierten así.
Cuando se han cansado de jugar a las cartas, dan una vuelta. Normalmente el destino siempre es la vieja muralla. Aquella en la que una noche antes, Lucía estaba con Mario. No solo ellos son los que van allí. Muchas parejas van a ese lugar. Es oscuro, y está alejado del centro del pueblo, un lugar perfecto para los adolescentes enamorados. Y es que la muralla tiene varios metros de largo, es como un pasillo en el que cada dos pasos te encuentras a una parejita a su royo.
Bajan las tantas escaleras que conducen a este lugar y se sientan justo enfrente, en los viejos bancos o sobre la piedra.
Empiezan a mirar a un lado y a otro, cotillean quién hay, que parejas son las que se están dando el lote esta noche.
Lucía divisa el lugar en el que pasó la noche anterior junto a Mario. No siente nostalgia, no siente ese cosquilleo… No sabe qué le pasa. Bueno serán las chuches que se ha comido que no le han sentado muy bien, pero aún así algo falla…

-¡Eh! Vámonos que hoy no hay aquí nadie.- Leo ya se ha hartado de estar allí.
-Anda si vámonos.- Corrobora Gabi

Toman camino de la plazoleta otra vez. Está un poco lejos, pero como es un pueblo la distancia no es mucha. Cuando llegan ven que Peter y sus amigos están sentados en un banco.
Se dirigen hasta ellos, cogen otro banco y lo ponen al lado.
-¡Hombre! ¿Cómo vosotros por aquí?-pregunta Sanz

Sanz es uno de los amigos de Peter, es un chico guapo y tiene cara de niño pequeño. Es como el “gracioso” del grupillo, siempre está haciendo reír a todos con sus tonterías. Y aún así sigue siendo mono. Tiene buen cuerpo, y siempre viste en chándal, sudaderas y deportivas, como se puede comprobar todo un deportista.

Otro de los amigos de Peter es Gio. Gio no es tan guapo como sus amigos, pero es sencillo, divertido y extrovertido. Tiene simpatía para regalar y se lleva genial con todo el mundo.

Y otra noche más que pasa, entre unas cosas y otras, entre juegos de cartas y risas. Entre sentimientos contradictorios y otros nuevos que se están formando, sentimientos que se irán descubriendo poco a poco…


Capítulo 10

-¿Entonces ellos se vienen esta noche?
-Sí. Sabes que se llevan muy bien con Leo y con Diego y ellos están solos, así que, que se vengan; a nosotras no nos importa y además son nuestros amigos también.
-No, si yo no pongo impedimentos, ¡me parece bien que se vengan!
Lucía está en casa de Carol. Hablan de lo que anoche Leo les propuso a Peter, Sanz y Gio. Ellos son tres, y se han ido distanciando poco a poco de sus amigas de primaria hasta que se han quedado solos. A Leo, Diego Lucía y las demás les caen genial y ¿por qué no? Que salgan con ellos.
Se han pasado toda la mañana hablando por el grupo de Wa con todas las demás están planeando el día de piscina de la semana que viene. Fer, el primo de Lucía, ya le ha dicho que pueden subir el día que quieran junto con los chicos, y están decidiendo qué día es el mejor.
-Pues el martes. ¡Decidido! Luego se lo diré a mi primo, y también hay que avisar, a Leo, Diego, Peter, Sanz y Gio
-¿Y también vamos a subir a comer?
-¡Claro!
-¡Toma! Así me gusta, un día de piscina completito.
Las dos ríen.
-¡Eh! Mira
-¿Qué?
-Tu móvil, acaba de sonar.
-Vaya, no me he dado cuenta.
Lucía coge el móvil, lo desbloquea y abre el mensaje. Es Mario.
-Joder…
-¿Qué?
-Que esta noche tampoco puede quedar…

Carol mira a su mejor amiga. ¿Por qué ese capullo tiene que ser así?

-Venga no pasa nada, tendrá cosas que hacer
-Sí… Pero es que anoche tampoco pudo, y quiero verlo…
-Venga no te rayes por esa tontería, si no puede ser hoy será mañana.
-Ya…
Lucía no acaba de entender porque Mario no puede quedar con ella, ni siquiera le ha dado una explicación, en el mensaje decía: “Lo siento, pero esta noche tampoco puedo salir… Un beso”
No quiere contestarle, ¿para qué? Si no va a servir para nada.
Esa ilusión que tenía por el día tan fantástico que pasará con sus amigas y amigos el próximo martes se le ha ido en un abrir y cerrar de ojos. 
Carol la intenta animar. Es increíble que se haya puesto así por eso. Pero sabe que Lucía últimamente está muy sensible con ese tema.
Está empezando a creer lo que Alex le dijo esa noche. Todavía no se habla con ella, y han pasado ya dos días. Pero Alex no ha salido, ni siquiera ayer. ¿Y está noche se verá la cara con ella? No quiere salir, se le han quitado las ganas entre unas cosas y otras. Pero algo hace que las recupere cuando vuelve a su casa.
Sube directamente a su dormitorio y se acomoda en el pequeño sofá que tiene.
Sus amigas no están conectadas a Wa, pero no tardarán en hacerlo. Hay mucha gente, pero nadie interesante con quién hablar,  hasta que…

-¡Eh, hola!
-Hola…
-¿Qué haces?
-Pues nada aquí estoy, que acabo de volver de casa de Carol, ¿y tú?
-Aquí aburrido, ¡que coñazo de mañana!

¡Vaya! Llevaba mucho tiempo sin hablar con Peter por WhatsApp.

-Bueno qué, ¿cómo te van las cosas?
-Bien... jeje no me puedo quejar, ¿y tú?
-También bien, ya me he recuperado de lo que pasó

“Que pronto ha superado lo de su novia...”-piensa Lucía, pero por otro lado la verdad es que eso le causa un poco de emoción

-¿¡Sí!? ¡Me alegro muchísimo!
-Gracias, jajaja
-Así me gusta que ya se te haya ido de la cabeza ;)
-Ya jejeje¿ y tú con Mario qué?

Vaya hombre, ¡la pregunta del millón!

-Bien… Aunque llevo sin verlo dos días…
-Vaya… Bueno tú no te preocupes tendrá cosas que hacer no te preocupes  por eso:)

La misma cosa que le ha dicho Carol, y está vez le hace caso. Sí. Quizá tiene que hacer algo importante. Y sonríe. Ya se le ha pasado ese puntito que tenía de decepción.

-Y esta noche, ¿vas a salir?
-Pues no tenía muchas ganas, pero creo qe al final si
-Me alegro, de qe salgas ;)
-Si, Jejeje
-Bueno me tengo qe ir, esta noche nos vemos, ¿no?
-¡Sí! Jeje sabéis la hora y todo, ¿verdad?
-¡Claro! :) Adiós, besos
-¡Adiós! :) Un beso

Peter se desconecta. ¿Por qué está tan contenta? Ni idea. Pero por un momento Mario ha salido de su cabeza. ¿Y eso? ¿A qué se debe? Muy pronto Lucía descubrirá porque eso es así…



Capítulo 11

Lucía mira una y otra vez el móvil. ¿Por qué ha tenido que mandarle el mensaje ahora? Ya tenía la noche planeada con sus amigas y amigos y ahora todo cambia.
 “¡Al final si puedo quedar hoy! Luego te mando un sms para ver donde nos vemos, ¿vale? Besos”
El mensaje es de Mario. Se alegra, porque después de dos días al fin lo va a ver, pero por otro lado…
-¿Y qué me pongo esta noche?
Abre el armario de par en par. Piensa, saca ropa, la mira y la tira a la cama. Está de los nervios. Tenía toda la noche para pasarla con sus amigas y amigos planeando el día de piscina; y ahora no puede porque a Mario al final le ha dado la gana de salir.
Después de hablar con Peter se había alegrado y había decidido salir esa noche. Luego la había llamado Carol para saber cómo estaba y le había dicho que había estado hablando con Fer, las chicas y los chicos y que habían quedado en comentar esta noche lo de la piscina, se había ilusionado con eso de que por fin sus amigas subieran al chalet.
Quiere ver a Mario, eso está claro. Pero si le había dicho que ya no salía, ¿por qué rectifica y al final dice que sí, cuando ella ya ha hecho otros planes?
Son las cinco de la tarde, su padre y su madre ya se han levantado de la siesta y su hermana ya está lista con el biquini puesto para subir a la piscina de sus primos. Ella también se lo pone y se tranquiliza un poco al pensar que va a darse un buen chapuzón en la piscina y a relajarse por unas horas hasta que salga.


Se seca. Se arregla el pelo y se viste. Al fin ha decidido lo que se va a poner, los vaqueros rotos y una camiseta con escote. Lucía se echa un poco de maquillaje, el justo; y se pone las deportivas grises. Ya está. Lista para salir por la puerta.
Gabi y Catie llegan a la hora prevista. Lucía sale por la puerta y justo al poner un pie en la calle, ve que Alex sale de detrás del coche que estaba aparcado enfrente y empieza a andar con ellas.
Todavía no se hablan y es bastante incómodo para Gabi y Catie ir entre las dos para separarlas y además ir todo el trayecto hasta la plazoleta en silencio.
Lucía la mira de vez en cuando de reojo. No piensa pedirle perdón. No tiene la culpa de nada, simplemente quería estar con el chico que tanto le gusta, ¿eso es un insulto para Alex o algo por el estilo?  No, no lo es. Es su vida y puede hacer lo que quiera con ella. Además se ha resignado muchísimas veces a pedirle perdón por cualquier tontería y ya se ha hartado. La buena e inocente Lucía ha cambiado. Ya no le importa tanto lo que piensen de ella, y si algo le molesta está claro que ya sí que se atreve a decirlo sin miedo. Siempre ha sido la tonta de turno a la que le ha tocado pedir perdón por todo, la que siempre ha sido demasiado buena con todo y con todos, la que perdonaba lo imperdonable y la que sonreía ante cualquier cosa aunque fuera lo peor que alguien le hacía. Pero eso ya ha cambiado.

Llegan a la plazoleta. Todos las están esperando a ellas. Los chicos ya han llegado también, incluidos Peter, Sanz y Gio, que es la primera noche que salen con ellas.
Lucía informa a todos de que dentro de un rato se irá. Ya ha quedado con Mario. A las diez en la vieja muralla. Y al terminar de decirles que se va, no sabe porqué pero su mirada se dirige hacia Peter, que baja los ojos al suelo, y a continuación como un acto reflejo también mira a Alex, que vuelve la cabeza hacia otro lado seguido de un bufido.
A Lucía no le importa para nada la reacción de Alex, pero algo en su interior se ha accionado cuando ha visto la mirada baja de Peter. ¿Qué está pasando? ¿Por qué esa reacción ante su mirada? ¡Qué es lo que le pasa! No lo entiende, no lo comprende, no sabe cómo explicar lo que está sintiendo. ¡Pero si a ella le gusta Mario! Eso está claro, ¿o quizá no tan claro?
El sonido del móvil la saca de sus pensamientos.


La ve irse a lo lejos. Ella mira una vez más hacia atrás y se despide sonriente con la mano.
Peter se queda mirándola. Observa su figura. Ha adelgazado bastante antes de que empezara el verano, y ella que dice que se ve gorda. ¡Madre mía que tonterías! Sonríe sin querer.
-¿Nos vamos al parque nuevo ese o qué?
-Sí venga; vámonos.- contesta Diego que ya se encamina dirección del parque.
Y todos lo siguen.
Peter los mira a todos. Se fija en cada uno de ellos. Gio. ¿Cuántos años lleva con él? Demasiados. Es su mejor amigo desde la infancia. Gio se percata de que lo está mirando y le da una palmadita en la espalda. Peter sonríe.
Sanz. Lo conoció cuando estaba en segundo de primaria. Ha pasado muy buenos momentos a su lado. Confesiones y alguna que otra chica.
Leo. Verdaderamente lo conocía del fútbol, pero nunca había tratado demasiado con él. Cuando se hablaron por primera vez todo fueron risas, de ahí una amistad.
Diego. Quizá es al que menos conoce de todos. Se llevan bien, y a decir verdad sí que ha contado con él para muchos de sus asuntos y confidencias.
Las chicas. Cada una es especial. Sonrisas distintas. Diferentes personalidades. Y todas le caen de maravilla. Mejor incluso que sus antiguas amigas. No son escandalosas, ni extravagantes. Lo único que tienen de raro; y que para ser exactos no es tan raro; es que quieren vivir la vida.
Y se ha tenido que fijar en ella. ¿Por qué? Quizá porque siempre ha habido un vínculo extraño entre ellos dos. Quizá porque siempre lo ha ayudado en todo. Quizá porque se comporta de un modo especial con él. Quizá porque… Porque hay demasiados porqués.


Camina despacio. Pensativa. Mirando a ninguna parte. Con el objetivo de llegar hasta la muralla. Pasa delante de la cafetería de Mario. Mario. Va a verlo. Solo y exclusivamente a él. Porque al final ha querido salir. Porque quería verla a ella. ¿O sí no por qué otra cosa iba a ser?
Hacia un rato que le había sonado el móvil, señal de que Mario la estaba esperando ya. Casi ha llegado a la muralla. Ya falta poco para volver a verlo.
Y sin querer un flash pasa por su cabeza. ¿Peter? Joder… ¿A ver qué tendrá que ver ahora él? Sin darse cuenta lleva un tiempo rondando su pensamiento.
Baja las últimas tres escaleras y ahora mira para un lado y otro. Está allí. Cómo el primer día. En aquel sitio. La está esperando. Es la primera vez que llega tan tarde.

-¡Hola! Perdona es que me he entretenido con estas.
-No pasa nada…- pero a decir verdad Mario no tiene buena cara
-¿Te pasa algo?
-No...- y ahora sonríe y abraza a Lucía. Toma su rostro y la besa.
Un beso más largo de lo habitual. Se separan y se sientan en la vieja piedra. Lucía se recuesta sobre él.
-Al final has salido, ¿y eso?-pregunta Lucía sin volver la cabeza
-Pues nada, que al final mis primos se tenían que ir y no me he podido quedar en su casa.
-Am, yo creía que era porque tenías que hacer algo importante, eso es lo que me habías dicho esta mañana por Wa…- esta vez Lucía si vuelve la cabeza y lo mira con ojos misteriosos e inocentes.
Mario hace una mueca de fastidio.
-Ejem… Si es que… tenía… tenía también que quedarme en la cafetería pero he conseguido escaparme…
-Sí, claro, ¡excusas!-Lucía sonríe tímidamente y vuelve a mirar su cielo estrellado mientras él le acaricia las manos.
Mario suelta un suspiro, ha salido de esta de milagro.
-“Al menos ella no se lo ha tomado a mal”-piensa satisfecho.
Lucía lo saca de sus pensamientos y lo sobresalta con un nuevo beso. Tierno. Dulce. Sincero. Porque Lucía es así, enamoradiza, sin quererlo.
“Pii, pii…” Un sonoro pitido los sobresalta a los dos. Lucía se retira y deja que Mario saque su móvil. Mario ni siquiera lee el mensaje y apaga el móvil.
-¿Quién era?-pregunta Lucía intrigada
-Nadie, nadie… los de la compañía…-miente Mario
-Ah, bueno.-responde Lucía.- Me voy a ir dentro de nada.
-Sí,  yo también, mis padres me están esperando en la cafetería.
Los dos se levantan tranquilos, y caminan uno al lado del otro. Llegan a la subida de las escaleras y Mario le da un nuevo beso. Suben las escaleras y se dirigen a la plazoleta.
-“Vamos dame la mano. ¿Por qué se retira de mi?”-piensa Lucía inquieta
Mario se despide. Sin beso, sin caricia, sin abrazo. Y toma el camino que lleva a su cafetería. Lucía le dice adiós con la mano.
Cabizbaja. Triste. Melancólica. Así es como sus amigas y amigos la reciben en la plazoleta en la que ya llevaban un rato. Al principio se le nota algo rara. Pero después sonríe. No quiere que le pregunten qué le pasa. Quiere ordenar sus pensamientos.
Esta noche no ha sido como las demás, algo raro está pasando

Saca el móvil y lo enciende rápidamente. Lee el mensaje.
-“¿Sabes qué? Al final mis padres se han ido y podíamos a ver quedado en mi casa. ¡Lo siento! Mañana hablamos y a ver lo que pasa. Un besazo :)”
Mario sonríe. No le contesta. Ya hablará mañana con ella. Sabe que lo que está haciendo no está nada bien. Pero es lo que hay. Ahora tiene que pensar la forma de…

-“¿Qué le pasará? Está muy rara, algo le tiene que haber pasado con Mario.”-piensa Peter sin dejar de mirarla.
Está ida. Como si no supiera que hacer. Han jugado cuatro veces a la Mona, un juego que se le da bastante bien a Lucía y hoy ha perdido todas las partidas.
Peter intenta sacarla de sus pensamientos, creyendo que así puede hacer que sonría y da justo en el clavo para que Lucía salga de su calentamiento de cabeza.

-¡Estoy deseando que llegue el día de la piscina!-salta Peter de repente
-Por fin. ¡Ya estamos ahí liándola!-exclama Lisa ilusionada
-No cantéis victoria antes de tiempo que quizá ni vayamos.- los sobresalta Fer
Todos lo miran confusos y Fer suelta una carcajada.
-¡Que es broma tontos! Os lo habéis creído de verdad. Ya he hablado con mis padres nos dejan quedarnos todo el día
-¡Toma!-exclaman todas las chicas a voz en grito. Incluso Lucía se ha alegrado.

Peter la observa. Su plan para sacarla de los pensamientos en los que estaba sumida ha funcionado y se alegra de verla sonreír. Lucía entonces se fija en él y se percata de que la está observando, momento que ella aprovecha para guiñarle un ojo, y Peter le sonríe satisfecho.
-“Gracias por haberte dado cuenta de que estaba mal.”- es lo que piensa Lucía mientras le guiña el ojo a Peter. Este le sonríe.

Estaba pensado en Mario. ¡Cómo no! Había estado repasando todos los momentos de esta noche, y algo raro había sucedido. Primero la conversación en la que ella le había preguntado que al final porqué él había salido y en la que Mario había respondido extrañamente queriendo escabullirse. Después el mensaje que ha recibido y que no ha querido leer. Y al final ni beso ni nada al despedirse. ¿Qué está sucediendo? Ha sido lo último que ha pensado antes de que Peter la sacara de sus pensamientos con lo de la piscina.
Se lo agradece. No quería pasarse toda la noche pensando en Mario y gracias a Peter lo ha conseguido. Y sin querer algo la empuja a mirarlo de vez en cuando.


-Pero que al final he conseguido ganar las tres últimas partidas.- ríe Lucía.

Baja camino de su casa con Catie y con Gabi. Alex no estaba cuando había llegado a la plazoleta, quizá se había ido con David, lo más seguro. Tampoco le interesa mucho la verdad.
Hacía un rato que se habían despedido de sus amigas y sus amigos y ya habían quedado para mañana. Lucía al final de la noche está sonriente. Como siempre. Como la Lucía que todos conocen.
Llega a su casa y sube directamente a su dormitorio. Se cambia; se pone unos shorts demasiados cortos, y una camiseta de tirantes básica y se tumba en la cama. Engancha los auriculares al móvil y luego se los pone en los oídos. Enciende el reproductor y busca la canción que quiere escuchar. Runaway Baby de Bruno Mars. Le encanta esa canción y se la pone a todo volumen. Sigue la letra en voz baja y deja la mente en blanco. Sintiendo la música en todo su ser. Cierra los ojos pero no tarda en abrirlos. El móvil está vibrando. Efectivamente, ha recibido un mensaje. Lo abre, lo lee y se queda sin palabras…




Capítulo 12
Lucía lee una vez más el mensaje y lo manda. Después escribe otro rápidamente y señala a todas sus amigas como destinatario. Espera a que se manden todos y luego vuelve a abrir el mensaje que recibió hace unos instantes.
-“Lucía, mira que he pensado que lo dejemos… Es que yo estoy muy liado con la cafetería… Y no vamos a poder quedar mucho para vernos… Además estos días no han sido como la última vez… Y lo he pensado mejor, y no quiero estar novio… Prefiero pasar el verano solo… Lo siento”
Lucía habrá leído el mensaje como cuatro veces. ¿Y por qué no le afecta tanto como la última vez? Es decir, ¿por qué no llora? ¿Por qué no le parece una decepción?
Su contestación ha sido seca, neutra. Como si no mostrará en el mensaje ningún tipo de dolor. Y la verdad es que no lo siente.
-“Si es lo que quieres”
La respuesta de Mario llega enseguida.
-“Sí, la verdad es que es lo que quiero… Y prefiero dejarlo ahora antes de que se haga más largo y cueste más desengañarnos…”
Lucía vuelve a contestar.
-“Sí, puede qe tengas razón, quizá después hubiera costado más”
-“¿Entonces, amigos?
-“Ja… si amigos…”

Mario ya no contesta. La última respuesta de Lucía ha ido irónicamente y no sabe como se la habrá tomado él, pero ya no le importa, ya no tiene nada que ver con él.
Y sinceramente piensa que se ha quitado un peso de encima.
Muy pronto descubrirá la razón de esa sensación.


Todas sus amigas se enteraron anoche de que Mario lo había dejado. Lucía les mandó un mensaje a todas, incluida a Alex, para que lo supieran.
Ahora está hablando con ellas por el grupo de WhatsApp.
Les cuenta la conversación por mensajes que tuvo con Mario. Y sin quererlo todas se sorprenden un poco. La verdad es que aunque ninguna quería que Lucía se pusiera con Mario, todas creían que esta vez iba a durar un poco más, por lo menos más que la semana que han estado, pero la decepción ha sido la misma que las tres últimas veces.
Cuando termina de contarles a sus amigas su ruptura, recibe un mensaje privado. Es de Alex. Lucía lo abre rápidamente y lo lee. Pero tiene que releerlo dos veces más para asimilar lo que acaba de recibir.

-Leí anoche el mensaje que me enviaste… ¿Sabes lo que más me fastidia de todo? Que te lo advertí. Que creía que lo sabías desde un principio. Que creía que sabías que él te iba a hacer lo mismo; y tú volviste a darle el gusto de hacerte daño…
Lucía le responde, y así inician una conversación por privados
-Alex… ¿Crees de verdad que no lo sabía? ¿Crees de verdad que no conozco a Mario lo suficiente para saber que esto no iba a ninguna parte?
-¿¡PERO ENTONCES!? ¡Para que te pones con él! ¡Si sabías que esto no tenia principio ni final, que no iba a ninguna parte, que todo era una mentira! Sinceramente no te entiendo...
-La verdad es que yo tampoco me entiendo a mí misma…
-Madre mía… ¿Sabes por qué me enfade la otra noche?
-No… ¿Por qué?
-Porque no quería que Mario volviera a herirte… Porque quería que te dieras cuenta de que te estabas equivocando…
-Lo sé… Ahora entiendo por qué te pusiste así…
-Lo siento… Siento haberte gritado de esa manera y ponerme como me puse.
-Tranquila… la que se tiene que disculpar soy yo por no haceros casi, ni a ti, ni a ninguna…
-No pasa nada, es comprensible que no te dieras cuenta por estar tan pillada por él. Si a mí David me dejara y volviera a pedirme después de seis meses, también aceptaría, aunque me hubiera hecho la mayor de las putadas.
-Ya… Pero voy a serte sincera… No estoy pillada por Mario, anoche cuando me dejó lo vi todo claro… Quizá las otras tres veces si estaba enamorada de él, pero esta última vez no.
-¿De verdad? En serio que te admiro por admitir eso. Esta si es mi Lucía ;) Así no me enfado contigo
Lucía lee el mensaje de Alex y sonríe
-Entonces, ¿amigas?
-¿Lo dudabas? Nunca hemos dejado de serlo solo eran enfados tontos
Tras una hora y media de conversación, risas y cotilleos, Lucía y Alex vuelven a ser las mismas de siempre la una con la otra.
Lucía está feliz de haber arreglado las cosas con Alex. Se despide de su amiga y apaga el ordenador. No deja de pensar en Mario. Es cierto. Pero no siente ese dolor cuando piensa en él. No le hace daño recordarlo.
¿Será por qué…? ¡No eso no es posible! ¿O quizá si…?


Capítulo 13

Sentado en su terraza mira el cielo. Piensa en ella. ¿Qué estará haciendo? Se lo pregunta una y otra vez. Ya no está con Mario. Ella misma se lo dijo ayer. ¿Y sí...? No, no. Son paranoias suyas. Eso es imposible. Pero prefiere esperarse a ver si sucede algo el día de la piscina. Se acercará a ella. Se reirán. Se divertirán. Se lo pasarán en grande, como hace tiempo no se lo pasaban.
¿Será capaz de decírselo? No. Sabe de sobra que no. Pero llevar ese sentimiento mucho más tiempo dentro le va a durar muy poco.
Y es que lo que Peter no llega a sospechar es que ese día de piscina algo los unirá aún más.
-“¿Lo habré hecho bien?”- son las palabras que no dejan de rondar el pensamiento de Mario.
Lee otra vez toda la conversación.
-“Sí, la verdad es que es lo que quiero… Y prefiero dejarlo ahora antes de que se haga más largo y cueste más desengañarnos…”
-“Sí, puede qe tengas razón, quizá después hubiera costado más”
-“¿Entonces, amigos?
-“Ja… si amigos…”

Ese último: “JA”, ¿con qué intención va? ¿De verdad quiere quedar como su amiga o era en tono irónico? Mario no deja de darle vueltas. ¡Pero si fue él el que la dejó! ¿Entonces? Pues entonces nada. Lo único que le preocupa es que Lucía le haya vacilado con ese último sms. No va a calentarse la cabeza por ella. Ahora tiene algo mejor en lo que pensar…

“Es que sacarte de mi vida
Creo que fue lo mejor
Después de tanto sufrimiento
Ya lo malo terminó
Voy a cantar
Voy a bailar
Voy a gritar
Voy a gozar
Llegó la hora de celebrar.
Que ahora no lloro
Tampoco sufro
¡Ay! No, no, no
Ahora no lloro
Tampoco sufro
¡Pasado Pisado!”
Unos últimos versos y la canción acaba. Pasado Pisado. Una de las letras que mejor le viene en este momento y que además ha puesto de entrada en su Tuenti. Lucía le vuelve a dar al Play y la canción comienza a sonar de nuevo. Sube el volumen al máximo. No le importa que la escuchen. No le importa que los vecinos se molesten, que sus padres la regañen por tener tan alta la música. No le importa nada de eso. Lo que realmente quiere hacer en este momento es liberarse de todo. Liberarse durante unos 3 minutos del mundo. Que el mundo deje de girar por un instante y concentrarse solo en ella. Y comienza a susurrar la canción aumentando el tono de voz. Ni siquiera se entera de la llamada que en ese instante está recibiendo.
Pasado Pisado acaba una vez más e instintivamente Lucía coge el móvil y lo desbloquea.
-¡Dios Mío!- exclama Lucía sorprendida.
Tiene siete llamadas perdidas. Tres de Carol. Una de su primo Fer. Otra de Catie y la séptima de… ¡Peter! Un momento, ¿Peter? Sí. Es él. Pero, ¿por qué la ha llamado? Deja eso para más tarde y llama con urgencia a Carol.
-¡Hola fea!
-¡Vaya hombre! Menos mal que has visto las llamadas. ¿Dónde estás metida?
-Estoy en mi cuarto con la música a todo volumen y no me he enterado.
-¡Que flipada macho!
-¡Oye!
Una carcajada se escucha al otro lado de la línea y Lucía sonríe.
-¿Bueno y para que me has llamado?
-Para ver si ibas a salir esta noche.
-¡Pues claro que salgo! ¿Tú que te crees?
-¡Yo que sé! Alomejor estabas deprimida o algo…
-¿Deprimida? ¿Yo? ¿Por Mario? Estas de guasa, ¿no? ¡No me pienso amargar por eso, y menos por ese niñato!
-¡Esa es mi Lucía! Entonces a las 9 y media donde siempre, ¿vale?
-¡Ok! Ahora le mandare un sms a Catie que también me ha llamado para decirle que me recojan.
-Vale me parece bien. Entonces nos vemos esta noche. ¡Un beso loca!
-¡Sí! Hasta esta noche. Un besito.
Cuelga. Le envía un sms rápido a Catie para decirle que la recojan y después se va directa a WhatsApp. Tan sólo un segundo conectada y ya le están ablando.
-¡Hola!
-Hola :)
-¿Qué haces?
-Pues nada aquí estoy escuchando música, ¿y tú?
-Aquí, aburrido.
Después de un rato:
-Bueno cuéntame algo
-¿Que quieres qe te cuente?
-¡No sé, algo!
-Mmmm… Ah, te tenia qe preguntar una cosilla…
-¿El qué?
-¿Por qué me has dado un toque al móvil?
-¡Ah vaya! ¿Eso? Pues la verdad es que no se, porque me ha dado por ahí jajaja
Lucía relee la contestación de Peter y sonríe tímidamente.
-¡Ah vaya! ¿Por qué estabas aburrido no? Pues vaya un entretenimiento. Y que le has dado a todos un toque?
-¡Qué va! Nada más qe a ti
-¿A mí nada más? ¿¿Y eso??
-No sé, me apetecía dártelo a ti nada más
Se ríe irónicamente. ¿Por qué le apetecía? ¡Ja! Aquí hay algo que no cuadra y Lucía lo sabe perfectamente. Pero lo que no entiende es por qué no cesa ese cosquilleo en su barriga.
Capítulo 14
Miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo… Días que pasan. Lucía se asoma a la ventana de su cuarto. Que rápido se pasa el tiempo cuando quiere, cuando una mejor se lo pasa o simplemente cuando estás en el momento que llevabas esperado semanas y se pasa en dos segundo. Ha pasado otra semana. No ha vuelto a hablar con Peter más por Wa, pero se ven cada noche ya que ahora salen todos juntos. Y para ser sinceros y hasta ella misma lo sabe, el tonteo ha llegado a otro nivel. Comentarios, miradas, alguna que otra tontería entre los dos. Pero ninguno de sus amigos ni amigas han notado nada todavía. Quizá no se percaten de nada, o simplemente se hacen los locos por así decirlo. Es verano y para que engañarnos, todos están un poco más revolucionados con esto de las vacaciones. Quizá un poco más las chicas, y todo porque cuando acabó el curso, y leyeron por última vez el cartel de 1º Bachillerato, todas prometieron que este verano iba a ser inolvidable. Para Lucía lo está siendo. Primero Mario, con su nueva red pera conseguirla y hacerla sufrir, algo que por el contrario no consiguió del todo. Ahora Peter. Pero la verdad es que, ¿qué pasará con Peter? La pregunta clave que no cesa en la cabeza de Lucía. Vuelve a mirar el horizonte. Le encanta el paisaje de su ventana. Esta atardeciendo, se le hace raro el estar en su casa ya que es costumbre que por esa  hora estuviera en la piscina de su primo, cosa que hoy no ha sido posible ya que su primo mayor a llevado allí a sus amigos. Se aparta de la ventana, mira el móvil.
-“Madre mía, hoy el WhatsApp está aburridísimo”
Piensa mientras que se dirige a la puerta de su dormitorio, la atraviesa y baja las escaleras.



-“No se conecta. ¿Por qué no se conecta?”
Peter está inquieto. Lleva sin hablar con ella por Wa demasiado tiempo. ¿Cuánto? Toda la semana, desde la última vez. La vio anoche. Bueno la ve todas las noches. Pero anoche estaba diferente. Algo más guapa de lo normal. Quizá era esa nueva sombra de ojos, o ese rizado extraño que se hizo para salir, o puede ser el vestido nuevo que estrenó. Más corto de lo normal, por cierto. Y es que Lucía ha adelgazado bastante desde que comenzó el verano y su ropa le sienta incluso mejor que antes. Para ser sinceros no es que antes les sobrarán kilos de más pero el quitarse uno o dos de encima le ha sentado de maravilla.
Peter piensa en ella. Otra vez. Cómo tantas veces a lo largo del día. ¿Y hoy saldrá? Quién sabe. Lo más seguro es que sí. Son las 8 y media, ¡el tiempo pasa lentísimo! Se levanta del sillón se despereza y se mete en la ducha para arreglarse pronto y salir.


Abre la puerta, un aire de libertad y calor le golpea en la cara. Pero es agradable. Lucía respira hondo. Ya era hora de salir un rato a la calle y hacer locuras. Estaba cansada de estar en su casa y ahora que ve a sus amigas se alegra aún más de poner un pie fuera. Sus padres ya le estaban calentando la cabeza otra vez con eso de: “a ver dónde vas a ir”, “con quién vas”, “¿van todas tus amigas?”, “coge las llaves por si no estamos cuando vengas”…. Y otras muchas frases típicas de los padres coñazo, pero es que últimamente están más pesados de lo normal. Por eso estaba deseando escaparse de su casa.
Con una gran sonrisa en sus labios y hablando animadamente con sus amigas caminan rumbo a la plazoleta. Llegan entre risas y comentando alguna que otra locura.
-¡Hola!
-Vaya que feliz vienes hoy, ¿no?- comenta Lisa cuando ve la gran sonrisa de Lucía
-¡Sí! Hoy me he levantado con ganas de ser feliz.- anuncia Lucía
-¡Pues únete al club!- grita Alex mientras se sienta en el banco
-¡Hombre buenas!- las sobresaltan Peter, Gio y Sanz que acaban de llegar.
Les echan la mano a Diego y Leo y se saludan.
-Bueno vámonos al parque
Cogen el camino que llevan al parque de verano, cómo lo han apodado, últimamente a la gente le ha dado por irse allí por las noches.
-¡Sólo quedan dos días!- anuncia Fer
-¡Toma!- gritan todos al unísono
-Quiero subir ya y echar allí el día
-Sí, yo también.
-Solecito, música, piscina… ¡Puff, si es que ojala fuera mañana!
Peter mira a Lucía. Esta también lo mira a él. Algo se activa entre los dos, pero ninguno aparta la mirada. Peter observa la mirada de felicidad de ella. Lucía a su vez admira la complicidad de la mirada de él y la sinceridad que en sus ojos se dibuja. Algo nuevo va ocurrir y tanto uno como el otro lo saben.



-¡Foto! Venga otra. ¡Alicia corre y te pones!
Click. Otra foto que queda para el recuerdo. Y de repente se oye el sonido del agua salpicada, y la risa de adolescentes pasando un gran verano. Con la música a todo volumen; y mientras unas toman el sol, otras se dan un buen chapuzón a la vez que ellos se entretienen jugando con la pelota dentro del agua. Es martes. Sí, ese día tan esperado. Por fin ha llegado. Y es que Lucía, Fer y los demás llevan en el chalet desde las doce del mediodía. Nada más llegar todos se metieron en el agua y desde ese momento llevan dentro de la piscina. Alex se salió hace rato a tomar el sol. Fer, Leo, Diego, Sanz, Gio y Peter siguen jugando a la pelota con las porterías y Lucía, Alicia, Lisa, Rosi, Gabi, Catie, Carol y Jess siguen en el agua haciendo de la suyas. Pasado un buen rato, todos salen por fin de la piscina y el agua se queda tranquila y en silencio. Bueno la verdad es que no en demasiado silencio ya que el volumen de la música sigue aumentando con cada canción.
Danza Kuduro! ¡Me encanta!
Y ahora todas las chicas se ponen al borde de la piscina y comienzan a bailar como locas. “Las manos arriba, cintura sola, da media vuelta. Danza Kuduro”  Y cantan y se vuelven a tirar una vez más a la piscina armando un gran alboroto mientras que los chicos se ríen y disfrutan del espectáculo.
Al instante todas salen de la piscina y cogen cada una su toalla. Se secan al sol mientras Fer va sacando las bebidas y las cosas para comer, la mesa y las sillas. Lucía le ayuda. Es su primo y no le gusta que cargue con todas las cosas ya que también ella es la que ha invitado a los demás. Cuando terminan de secarse se sientan a la mesa y cada uno se come un gran bocadillo.
Después de comer algunos se meten dentro de la nave a acostarse un rato en el sofá mientras que otros cuantos echan una partida de cartas. Lucía se queda fuera sentada en un banco admirando ese hermoso día. Mira a un lado. Ve a sus amigas allí sentadas riendo, pasándoselo en grande. Las quiere. Son una parte importantísima en su vida ya que no sabe qué haría sin ellas. Y dirige una mirada a cada una de ellas. Lisa siempre tan loca y divertida. Alicia tan pequeña pero con tanta sensatez y esas ganas de ser feliz. Catie con sus cosas peculiares que hace que todas sonrían. Gabi con sus pequeñas cosas atolondradas y ese entusiasmo. Rosi tan deportista y tan increíblemente cabezota a veces. Carol tan optimista y sincera como es ella, y esa sensación de libertad que expresa. Jess solo la conoce de poco pero poco a poco ha ido congeniando muy bien con todas. Alex… la verdad no sabe que es de Alex últimamente, pero tan liberal y confiada como siempre eso seguro. Ahora mira al otro lado y justo en ese momento Peter aparece por la puerta de la nave y le sonríe. Lucía le devuelve el gesto y ve como Peter se acerca hasta donde esta ella.
Se pone nerviosa a cada paso que Peter da. ¿Y esa sensación? ¿Se puede saber a qué se debe?

-Bonito día ¡eh!- comenta Peter mientras se sienta al lado
-Sí, ya era hora de que echáramos un día como este.
-Si es cierto
-¿Qué están haciendo estos por ahí dentro?
-Jugar al futbolín. ¡Madre mía esta tremendo! Y además ya le he ganado a tu primo tres veces al ping-pong.
-Jajaja.-ríe Lucía.- eso es muy raro. Pero bueno todavía puede ganarte si jugáis otro partidillo
-Eso lo tendremos que ver
-El día todavía es largo queda mucha tarde por delante
-Sí, y además ahora es cuando empiezo a disfrutar de verdad del día.- le dice a Lucía mientras se levanta del banco y le guiña un ojo.

¿Qué ha querido decir con eso? Era una conversación de amigos y ya está. No llevaba ningún tipo de indirecta entre líneas. ¿O quizá si?


Sonríe. A ella también se le forma una curva en los labios. Peter está cerca, muy cerca. Se encuentran dentro de la piscina. Lucía está apoyada en el filo y Peter está a su lado. Los demás no se percatan de nada, siguen divirtiéndose y haciendo el tonto.

-¡Marco!- grita Gabi que es quién se la queda ahora
-¡¡Polo!!- responden al unísono los demás.

“Parecen niños pequeños.” Piensa Lucía mientras contempla la escena. Y como si Peter hubiera leído sus pensamientos contesta:

-Cómo se lo pasan, ¡eh!
-La verdad es que para sus 17 años parece que no tuvieran edad. Y pensar que han pasado ya por tantas cosas…- Lucía cierra los ojos, echa la cabeza hacia atrás y se pone a recordar todos esos momentos.
Peter la contempla y vuelve a sonreír.

-No pienses en ello, todavía les queda por vivir muchas otras cosas, igual que a ti, o que a mí, ¿no?
Lucía abre los ojos, un poco alterada y nerviosa. ¿Igual que a ti, o que a mí? ¿Se puede saber a qué vienen tantas indirectas? Pero sin quererlo esas malditas mariposas vuelven a correr revoltosas en su estómago, y hacen que se vuelva hacia Peter y lo mire a los ojos. Se encuentra con su mirada. Y se quedan así unos instantes. Cómo si el tiempo corriera a su alrededor ellos se quedan congelados, cómo si algo les atara al suelo y no pudieran moverse. Pero es agradable. Dos miradas encontradas. Dos corazones acelerados. Quizá demasiado para lo que les depara el futuro a ambos. Pero por arte de magia un chapuzón de sus amigos y amigas hacen que Peter y Lucía despierten de aquel extraño sueño que para ser sinceros a despertado ese sentimiento que tanto uno como el otro llevaban dentro desde hace mucho.
Lucía aparta la mirada rápidamente y se dirige hacia las escaleras de la piscina. Nerviosa, tímida, quizá un poco entusiasmada. Peter también se da la vuelta y mira para el otro lado. ¿Se puede saber que ha pasado? Él nunca ha sido así. Nunca. Pero Lucía… le causa algo diferente. En su interior intenta descubrir que es, pero no tarda en desatarse de sus pensamientos cuando los chicos vuelven a sacar las porterías y se ponen a jugar al fútbol.
Lucía sin embargo, se sale de la piscina busca su toalla y se aparta con velocidad del escándalo que los demás tienen montado. Baja las escalerillas. Abre la puerta. Cruza la verja…
-¡Roki!
Se agacha y acaricia dulcemente al animal. Lucía lo admira. Fer y ella tenían tan solo 8 años cuando Roki llegó a la familia. Se acuerda de la primera vez que lo vio. Un bóxer tan pequeño. Tan “cuqui”, cómo ella solía decir. De pelaje marrón oscuro, y hocicudo. Que daba ternura solo mirarlo a esos pequeños ojos negros. Y sigue siendo así. Roki inspira mucha ternura y confianza a Lucía, la que necesita ella en este momento. Lo vuelve a acariciar. Todo el mundo dice que es feo. ¿¡Feo!? Lucía se queda asombrada cada vez que alguien dice algo así. Y aunque es el perro de su primo, para ella es como si fuera suyo. Lo quiere, muchísimo. Sólo es un animal, pero ella le coge demasiado cariño a este tipo de cosas. No tiene la culpa de ser tan cariñosa. Una buena actitud que seguro le gustaría a Peter. Peter… Lucía se percata de la escena que acaba de presenciar. ¿Qué ha sido eso? Esa mirada. Y lo más importante ¿qué ha sentido? Una respuesta que por ahora queda en el aire, pero que pronto será resuelta.
Capítulo 15
Nervios. Más nervios. Está demasiado nerviosa. ¿Qué hacer? Relee otra vez en la pantalla de su móvil la conversación de Wa.
-¡Lucía!
-¿Sí, mamá?
-Ve a comprar a la tienda de la esquina que necesito una cosa para la comida.
-Vale mamá.
¿Y ahora? ¿Qué le dice? Joder, pues la verdad, vaya problema. Vuelve rápidamente a coger el móvil y se pone a escribir con prisa y atropelladamente.
-Perdona, pero no te puedo contestar ahora, esta noche cuando salgamos te digo, es que me tengo que ir a comprar a la tienda.
-Vale, no pasa nada, tranquila. Nos vemos esta noche. Un beso :)
-Ok, gracias. Besitos :D


¡Vaya hombre! Qué oportunidad, y cuando se lo dice tiene que ir a comprar a la tienda. Maldita sea… Bueno solo tiene que esperar unas cuantas horas. ¿Unas cuantas? Más bien, la mitad del día para saber la respuesta de Lucía. ¿Dirá que sí? ¿Querrá salir con él? Pero, ¿y si dice que no? Se hundirá, seguramente…. Otra desilusión más. Peter no puede más con su cabeza. ¡Venga no pienses más joder!
Pincha en la carpeta de música, play: “Pa’ que de mi te enamores” Guille  El invencible. Sí Lucía, ojalá te enamorarás de mí….





Otro día más… ¿Y esos gritos? Joder que se calle ya. Que sí, que ya sé que anoche llegué a las 5 y media. ¿Y qué? Dios, cállate de verdad… Sí, ya, parece que ya se ha… ¡No! ¡Sigue! Otra vez gritando.
-¡Mama déjame en paz!
¿Ya? Si ya. Dios mi cabeza…. ¿Qué hice anoche? Ni me acuerdo…. A ver, estaba con… Si y luego llegaron esos, y nos dieron a probar y después me hice yo uno… Y… ¿y qué más? No me acuerdo de nada más. ¿Y hoy que día es? ¡Ah sí! Jueves, hoy toca otra gran noche.


Las nueve y media. Hora de salir. Lucía se ha arreglado hoy un poco más que de costumbre. ¿Habrá un motivo, alguna razón para ello? Puede que sí. Puede que para él. O puede que no. Es un simple día entre semana. Un jueves, quizá un poco distinto a otros. Pero ahí está. Con sus amigas. Las únicas que saben algo son Lisa y Carol. Las demás se enterarán dentro de poco.
-Alicia.-susurra Lucía a la oreja de su amiga
-¿Qué?
-Venid un momento Gabi, Catie y tú por favor…
-Vale, chicas venid.
Lucía, Alicia, Gabi y Catie se alejan un poco del banco donde están sentados los demás. Incluido Peter, que no deja de mirarla, sabiendo perfectamente la noticia que les está comunicando a sus amigas.
-¿Qué hago?
Carol y Lisa se han sumado al debate.
-Inténtalo, es un buen chico. No le haría daño ni a una mosca
-Sí, además se nota demasiada química entre vosotros, sobre todo desde que empezó el verano
-¿Tanto se ha notado?- Lucía se queda asombrada, ¡creía que nadie se había percatado de nada!
-¿¡Qué si se ha notado!? Venga Luci, que no habéis dejado de tontear desde que terminó el insti Jajaja

Madre mía. Pero, ¿en serio se habrá notado tanto? Lucía no sale de su asombro. Pero necesita despejarse. Ya sabe más o menos lo que quiere y no va a dejar escapar esta oportunidad del destino.
A lo largo del tiempo y sin apenas darse cuenta, el destino le deparará muchísimas otras oportunidades increíbles.





Ahí está enfrente de ella. Se miran, una sonrisa. Impacientes por dentro pero ilusionados por fuera. Lucía va a transmitirle lo que piensa.

-Peter yo… estaría encantada de salir contigo, y probar a ver lo que pasa.- Ya está lo ha dicho, y está un poco más tranquila. Su sonrisa delata esa gran satisfacción que siente en ese momento.

Peter, por su parte; no acaba de creérselo del todo. ¿Es real? ¿A dicho de verdad que sí? ¡Sí, lo ha dicho! Una mirada intensa y de felicidad se iluminan en sus ojos, y rápidamente y con un ligero movimiento abraza casi sin apenas dejar espacio a Lucía. Esta por su parte cierra los ojos, intentando disfrutar al máximo de ese momento.
Vuelven junto a los demás. Sonrientes, cómplices. Y no han llegado ni dicho todavía nada cuando Leo es el primero que salta:

-¡Vaya parejita tenemos señores! Pareja del verano. Sí, sí.

Todos se dan la vuelta y admiran a sus amigos que acaban de llegar. Las chicas se lanzan una mirada fugaz y divertida entre ellas, Lucía también participa en ese juego de miradas, que dice mucho de lo que piensan las demás. Están contentas y se alegran por ella. Los chicos a su vez se guasean de Peter y Lucía, con las típicas bromas.
Todavía queda una larga noche de jueves por delante…




La noche no ha hecho nada más que comenzar. Termina de ponerse bien el pelo. Un poco más de gomina no le hace daño a nadie, y vuelve a pasarse la mano por esos pequeños rizos que no consigue dominar del todo. Se mira. Una última vez, un último vistazo. Sí, ya está listo para otra noche. Sale por la puerta pero antes un último y pesado recordatorio de su madre:

-¡Ten cuidado a ver lo que vas a hacer por ahí; no te digo nada!

No responde, simplemente cierra la puerta de la calle de un portazo, mete la llave y cierra completamente. “¡Qué pesada que es, joder!”- piensa mientras camina dirección adonde a quedado con sus amigos. Un día tras otro, numerosas cosas insignificantes para él, han llevado a múltiples discusiones con su madre. Está demasiado arto de esa situación. Saca el paquete del bolsillo y sin más preámbulos saca un cigarrillo y lo enciende. Una calada, dos, tres. Ya está más tranquilo, ese vicio indeseable y despreciado, le hace tranquilizarse por un momento, quizá por algo más que un instante.





-¡Escúpetelas!
-Mierda…

Todos ríen mientras Rosi suelta las cartas sobre el banco y Alicia y Lisa chocan sus manos. Está partida la han ganado pero la próxima ya se verá. Ahora toca jugar a “La Mona”. Lucía está sentada al lado de Peter, Diego le ha concedido ese privilegio a posta. Se miran y sonríen de vez en cuando y alguna que otra vez se cogen de la mano sin ser descubiertos. Rosi vuelve a repartir las cartas y todos están atentos para saber a quién le ha caído la mala suerte de tener el joker. Y cómo no, esa gran mala suerte le toca a Catie. Siempre a ella. Pero para su beneficio el que ahora coge esa carta y se queda con ella sin saberlo es Leo. Pasa la última hora de la noche para Lucía. Momento de despedirse y sin esperarlo, Peter se levanta a su vez y camina a su lado. La acompaña hasta la esquina de su casa.

-Bueno pues nos vemos mañana ¿no?- Dice Lucía con una pequeña sonrisa forzada y con grandes nervios sin saber que vendrá a continuación.

Pero no tarda en descubrirlo. Peter se inclina hacia ella y la besa.



Capítulo 16

La verdad es que no ha dormido mucho esta noche. Ese beso… No fue tan especial, ni tan dulce como esperaba… Fue raro, extraño, indiferente… Uno más… Lucía se siente un poco culpable al pensar en todas esas cosas. No ha parado de recordar el beso durante toda la noche, su cabeza tampoco ha parado de darle vueltas a sus últimos pensamientos. Pero a fin de cuentas, la conclusión de Lucía es que, tanto Peter como ella, estaban nerviosos, quizá eso implicó que el beso resultara un poco más agrio de lo normal. No obstante Lucía esta ilusionada con la decisión que tomó a cerca de darle una oportunidad a Peter. Quizá todo salga como ella espera. O quizá no… En tal caso está satisfecha y contenta de haber podido olvidar a Mario de una vez y de empezar una nueva relación con Peter.
Ahora, contenta de ese último pensamiento se levanta de la cama y baja a desayunar, como cada mañana.





Mira el reloj. Las 11 y media. Demasiado temprano para levantarse. Anoche también llegó pronto a casa. Sobre las 1 o las 2 de la mañana. Sí, bastante antes de lo normal. Pero es que no había nada interesante que hacer. Sus amigos de toda la vida han empezado a pasar las noches con un grupo de chicas tres años más pequeñas que ellos. Se debe a que Hernán y Nier; dos de sus amigos, han empezado a salir con dos de esas chicas y los demás se dejan llevar. Al parecer se llevan bien con ese grupito de niñas. No le molesta, ¿por qué debería? Incluso él se ha unido alguna que otra noche a ellos y las chicas, a decir verdad, no son malas. También hay alguna que otra que le llama la atención. Ha cambiado un poco sus actos, ya no es tan rebelde como solía ser. Y además queda mucho verano por delante, pueden pasar muchas cosas aún…



Está feliz. Sí. Peter es la persona más feliz en este momento. Y todo gracias a ella. A Lucía, a SU Lucía. Nada más pensarlo le aparece esa típica sonrisa tonta. Pero no puede ocultarlo es demasiado para él, nunca imaginaría que pudiera llegar a estar con ella. Siempre habían sido buenos amigos, con ese rollito especial de quizá en un futuro algo más, y ahora es cuando puede decir que eso ha sucedido de verdad.

-Nene, ¿hola? ¡Reacciona que estás embobado!

Su hermana mayor pasa la mano justo a un centímetro de distancia de la cara de Peter. Ahora sí este se da cuenta y la aparta de un manotazo. No la había oído entrar.

-¿Qué quieres?
-Nada, venía a ver lo que hacías…

Sabe de sobra que su hermana no está allí solo por eso. Esa mirada… la delata. Peter la conoce demasiado bien.

-Venga en serio, suéltalo, ¿qué pasa?
-Me he enterado de cosas…- su hermana sonríe maliciosa. Ahora es la mirada del chico la que cambia. Primero asombrada, después interrogante, mientras, su hermana prosigue.- Me han contado por ahí que hace poco que estas con una chica.

Lo ha soltado así como el que no quiere la cosa. Pero ¿cómo es posible que su hermana se haya enterado ya? ¡No ha pasado ni un día entero!

-¿Quién te lo ha contado?
-¡Ajá! Así que es cierto. Jaja no te voy a decir quién me lo ha dicho, pero quiero saber quién es la afortunada.

Peter se resigna, si no se lo cuenta su hermana se va acabar enterando de todas maneras, y además ¿qué más da? Tampoco es nada malo.

-Se llama Lucía. Tiene mi edad.

Su hermana se queda pensando un momento, pero al instante sonríe.

-Vale sé quién es juju.

Y así tal cuál dice esa última frase la chica mayor sale del dormitorio con una sonrisa. Contenta al fin y al cabo por su hermano pequeño.
 Capítulo 17

Han pasado varios días, Lucía ríe al lado de sus amigas, esta noche Peter no está entre los presentes. Esta noche él está en las fiestas de un pueblo cercano donde tiene familia, al igual que Catie. Estos últimos quince días han sido para Lucía un poco moviditos, ha habido días buenos y días malos, con alguna que otra sorpresa de por medio. Peter ha cambiado de grupo de amigos, ahora sale con unos chicos algo más mayores que él, aunque Sanz y Gio también se han unido a ellos. Alex ha disminuido su tiempo de salida con las chicas, ahora sale menos que antes, pasa más noches con David, aunque por otra parte eso es algo normal desde que ha perdido la virginidad con él, es increíble que fuera ella la primera del grupo en abrir el cascarón y hacerlo, aunque por otra parte todas se esperaban que fuera ella la primera en comunicar esta noticia. Además Lucía ha estado unos días de vacaciones recorriendo los pequeños pueblos, las grandes ciudades y los increíbles paisajes de Galicia con sus padres y su hermana  pequeña. Realmente esos días fuera de casa ha pasado momentos muy duros por Peter, lo echaba de menos, pero esa angustia que ha tenido durante todo el viaje se debe a que Peter muchas veces ha estado incomunicado y ha estado más de dos días sin hablar con él, son cosas que a veces parece que no tienen relevancia, pero que para Lucía suponen cosas importantes y a veces la llevan a preocuparse demasiado.
La verdad es que la relación de Lucía y Peter también ha dado un vuelco inesperado. Ya no están tan juntos como al principio y siempre que tienen un rato para ellos hay gente alrededor, esto último puede que no sea culpa de ellos, pero Lucía sabe de sobra que algo no está yendo todo lo bien que debiera y eso le preocupa un poco.

Otra noche que llega a su fin, con sus risas y sus locuras, Lucía vuelve a casa otra noche más sin saber muchas noticias de Peter. Se cambia y se recuesta en la cama, y como estos últimos días se queda dormida esperando aunque sea un simple mensaje que le diga que todo va bien, que ellos al fin y al cabo están bien…


Abre la puerta despacio son las seis de la mañana, hora buena de llegada, ni se ha pasado ni llega temprano. Pero no quiere hacer mucho ruido para no despertar a sus padres. Vio marcharse a su hermano sobre las cuatro y cree recordar que volvió con Hernán en el coche, aunque no está muy seguro de ello. Ese último porro no es que le haya sentado demasiado bien, y la noche en el pueblo de al lado ha sido movidita. Había mucha gente conocida en el botellón, y por alguna razón se ha fijado en una escena curiosa. Ese chico tiene dos años menos que él y por lo que tiene entendido esta novio con una chica de su edad, a la que por cierto ni conoce, pero a la que si conoce de vista es a la amiga de la susodicha novia, Alex parece que se llama, y está con David. Lo que más le llama la atención es que ella estaba tonteando con ese chico, o más bien no sabe si era él a ella porque era el chico el que la tenía bien agarrada de la cintura susurrándole algo al oído. Tampoco es que se haya fijado mucho en ello, solo que pasaba por allí y le ha llamado la atención esta situación, aunque para decir verdad no es que le interese tampoco mucho la vida de los demás, mientras que no se metan con la suya todo está bien.
Acostado en la cama empieza a recordar numerosas cosas que han pasado esa noche, y hay algo que tampoco le ha gustado demasiado... Esa otra escena lo ha dejado marcado y se ha dado cuenta de las cosas, su vida no puede seguir así, algunas cosas han llegado demasiado lejos, y es algo con lo que a partir de ahora debe controlarse, no más, ni uno. Ahora piensa en lo que le espera mañana, debe aguantar.
Lo que Alexis no sabe es que toda esta noche a lo largo del tiempo producirá cambios en su propia vida.



Lucía se despierta con un sabor amargo, ese sueño… No le ha gustado demasiado. Mira el móvil, las doce del mediodía, pero ni rastro de Peter. Ni una llamada, ni un SMS, ni un WhatsApp… Nada. No es algo que le inquiete, estos días atrás se ha levantado de la misma manera, y no es de extrañar que hace poco Peter acabara de llegar a su casa y esté durmiendo es estos momentos. Vuelve a dejar el móvil en la mesita y se levanta de la cama con torpeza. Va al baño, se viste, se lava la cara y se hace una coleta alta. Baja a desayunar y como de costumbre no hay rastro de sus padres ni en el salón ni en la cocina, su madre estará comprado y su padre trabajando. Mientras que su hermana pequeña sigue durmiendo. La verdad es que no tiene demasiada hambre y el desayuno es ligero, medio vaso de leche y unos pocos cereales. La mañana transcurre tranquila, escuchando música, leyendo el libro que empezó a principios de verano, la tercera parte de la trilogía de Canciones para Paula de Blue Jeans y que le está encantando, hablando un poco con sus amigas por el grupo de WA, y antes de la hora de la comida un rato de televisión.
La tarde está entretenida en el chalet de su primo. Esa tarde ha subido toda la familia, incluidos sus abuelos, y la piscina está abarrotada, ya que la familia del padre de Fer también está allí. Lucía charla con su primo de los planes de esta noche, no hay mucho que comentar, la rutina de siempre.
Sigue sin tener noticias de Peter, pero lo que más le está sorprendiendo es que no está tan preocupada como de costumbre, lo que también le llama la atención es que ni sus amigas, ni ella, han tenido noticias de Alex desde ayer por la tarde. Saben que anoche estuvo en las fiestas y el botellón con sus primas, pero desde que ayer hablaron no han vuelto a saber nada de ella. Bueno en verdad no es tampoco algo raro, Alex está últimamente en su propio mundo y no hace mucho caso de las demás. La que sí está ahora mucho con ellas es Jess, baja todos los días al pueblo de las chicas y le encanta estar juntas. Las demás por su parte la están conociendo más a fondo y les encanta como es.
El móvil de Lucía empieza a vibrar, pero solo dura unos segundos, Lucía lo coge con parsimonia, es un SMS… ¡de Alex! ¿Alex? No suele escribir muchos mensajes de texto y si tiene algo importante que decir suele hacer una llamada, pero esto es raro. Lucía abre el mensaje: “Tenemos que hablar esta noche. Es urgente.”



¿¡QUÉ!? No es posible… Quiere creer que esto no está pasando... Pero no es así. Lo que Alex le ha contado es verdad. ¿Cómo ha terminado de esta manera? Jamás creería que Peter podría llegar a hacer algo así. Alex le ha contado lo ocurrido la noche pasada en las fiestas del pueblo cercano. Cómo Peter se le acercó e intentó algo con ella. Alex reconoce que ella también iba un poco más contenta de lo normal con eso del alcohol, pero no podía llegar a pensar que al acercarse a Peter para saludarlo este se le tiraría directamente al cuello y a susurrarle cosas al oído. Por otra parte, ella se le acercó un poco más de lo normal y bailó más provocativamente de lo permitido con el novio de una amiga, pero esto es algo que Lucía no sabe, y que por el bien de todos, y de que David tampoco se entere, Alex ha decidido guardárselo para ella. No llegaron a darse ni un mísero beso, pero para Lucía ya es bastante, lo que todavía no se espera es que lo peor aún está por llegar. Alex deja que su amiga recupere un poco la compostura antes de revelarle la noticia que puede hacerle demasiado daño. Lucía está muy confundida. Sus amigas tampoco se esperaban esta reacción por parte del chico e intenta encontrarle un por qué, pero no hay ninguna teoría posible para salvarlo. Alex vuelve a ser el centro de atención de sus amigas, ahora es ella la que se siente un poco culpable y está nerviosa por la espantosa noticia que va a transmitir.

-Esto… chicas… Tengo que deciros otra cosa…

-¿Más Alex? Si tienes que contarnos algo más dilo ya y no te andes con rodeos.

Alicia apremia a Alex para que suelte lo que tiene que decir y dejar a Lucía un poco de espacio de desahogo, pero ni Alicia ni las demás pueden llegar a saber que lo que Alex va a decir va a destrozar a la inocente chica de la que todas están pendientes en este momento.

-Después de todo esto y de alejarme un poco de Peter, lo vi alejarse con otra chica…

Lucía levanta la vista del suelo, tiene los ojos rojos y empañados, pero todavía no ha caído ninguna de las lágrimas que están asomando, tiene la mirada dura y la dirige directamente hacia Alex pidiéndole que continúe. Ella asiente un poco cohibida y continúa su relato.

-Está bien, yo no los vi, pero confío demasiado en las personas que me lo han dicho y han sido más de una. Peter se lió con esa chica… Es una amiga de su prima de allí. Lo siento Lucía sé que es mucho para ti en un dia, pero tenía que contártelo…

Tras soltar la bomba Alex agacha la cabeza y vuelve la mirada a otra parte. Lucía no puede articular palabra. Demasiada información en unos simples minutos. Esto es lo último que podría haber pensado escuchar esta noche. Pero ha pasado, y eso es lo que tiene presente ahora mismo.
Sus amigas la miran, están enfadadas, cabreadas y también confundidas por lo ocurrido. Jamás habían pensado que Peter podría hacer algo así. Nunca ha sido de ese tipo de chicos, y ahora… Ahora es una persona totalmente desconocida para Lucía. No va a llorar, no va a darle ese gusto. Sus amigas la están intentado animar, pero ella sigue callada. No ha dicho nada desde que Alex ha terminado de hablar. Esto se está convirtiendo en un martirio para ella. Sus amigas le dicen que tiene que hablar con Peter, pero eso es lo último que Lucía quiere hacer en estos momentos, no es que le apetezca cruzárselo de frente ahora mismo, porque lo único que haría sería pegarle una bofetada a ese cabrón. Respira hondo y suelta el aire despacio. Desde el mismo instante en que Alex le ha contado que Peter se le acercó demasiado, Lucía ha sabido que lo suyo había terminado.
La noche pasa lenta, Lucía sigue ensimismada en sus pensamientos, mientras que sus amigas ya han recobrado su carácter normal. Es temprano, pero Lucía tiene ganas ya de volver a casa. Quiere estar sola, alejarse del mundo por unas horas. Se despide débilmente de sus amigas que le dirigen miradas cómplices de ternura.
Camina despacio con la mirada baja, pero en un rápido movimiento alza unos segundos la cabeza y puede ver como Peter viene de frente con sus amigos. Pero ve como el chico se queda en la esquina de su calle, esperándola. Sus amigos pasan de largo y saludan a Lucía. Esta por su parte no se puede creer nada de lo que está pasando. Llega a la esquina. Peter y ella se encuentran de frente el uno al otro.



Capítulo 18

No quiere mirarlo. Además no puede. Lo que ha hecho… Es imperdonable… Pero por otra parte quiere saber qué tiene que decirle, para qué se haya parado a esperarla. Peter intenta mirarla a los ojos, pero es imposible. Tiene la sensación de que se ha enterado de algo… No debería haberlo sabido. Al menos no tan pronto… Y ahora tiene que lidiar con el problema. No está acostumbrado a esto, sabe que lo ha hecho mal, demasiado quizás, pero hacía unas semanas que ya no era lo mismo. Algo había cambiado entre ellos…

-Yo…

Lucía alza la mirada. Peter se arrepiente entonces de haberse parado. Su mirada es intensa, está llena de rabia. Peter da un pequeño paso atrás, no sabe la reacción que Lucía puede tener. Pero en un instante esa mirada se desvanece, se inunda de lágrimas. Ella no quiere que la vea llorar y vuelve a bajar la cabeza. Peter no se esperaba esa reacción, solo puede decir una cosa, pero él mismo sabe que eso no va a bastar.

-Lo siento…

Lucía curva sus labios, en una irónica y amarga sonrisa. Eso no basta. Y sin decir nada cruza la esquina y lentamente camina hacia su casa.
Peter no intenta detenerla. No es momento. Sabe que le ha hecho daño. La ve alejarse y también él da media vuelta y se marcha en busca de sus amigos.




Alexis ríe con sus amigos. Está noche están con esas chicas que hace poco comenzaron a salir con ellos. Hernán abraza a la chica con la que lleva unas cuantas semanas, ¿cómo se llamaba? Ah sí, Mara. Es una chica muy guapa, con un cuerpazo de escándalo y el pelo color marrón claro y muy largo. Se nota que se gustan demasiado desde antes de estar juntos. También Nier ha encontrado a alguien dentro de ese pequeño grupito. Hannah es una chica de ojos achinados, con el pelo liso y negro más o menos a la altura de los hombros, también de buen cuerpo. A estos dos se les ve bien juntos, tienen plan de durar. Alexis también se ha fijado en otra chica. Se llama Thelma es una chica más bien bajita, de pelo ondulado y castaño, corto. Está más delgada que sus amigas, pero tampoco está nada mal. Lo cierto es que Hernán, que es el único que sabe que a Alexis ella le llama la atención, no sabe como le puede gustar, no es de su tipo, pero él sabrá lo que hace. Aunque entre lio y lio, algo no saldrá del todo bien.




Lucía entra demasiado deprisa en casa. Sube las escaleras corriendo. Ni si quiera se cambia de ropa. Cierra la puerta con un portazo y se tira en la cama, lo único que puede oírse en su habitación en ese instante es el sollozo de alguien a quién han dañado. A Lucía no le importa Peter, sabe que desde hacía varias semanas las cosas iban mal, no estaban como deberían, por lo que realmente llora es por la impotencia de no haber sabido responder a todo lo que ha pasado esa noche. Por dejarse herir una vez más, como tantas y tantas veces han conseguido ya. Por seguir siendo la niña inocente de siempre. Juró que sería la última vez. Y ahí está de nuevo. Sorbe por la nariz. Ha manchado los cojines de la cama con el rímel, su madre la va a matar, sonríe tristemente ante esta ocurrencia, menos mal que está noche sus padres y su hermana han salido a cenar fuera. Se da la vuelta y se queda mirando el techo. En serio, ¿encontrará a alguien alguna vez que la entienda? ¿Qué no hiera su pequeño y cicatrizado corazón? ¿Qué sepa cuidarla y mimarla? En estos momentos no lo cree posible.
Pero el destino, a veces tan traicionero, también sabe cuándo es el momento justo de cambiar…